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Saludo con ocasión de la Apertura del Año Académico 2019

  • Mons. Miguel Cabrejos
    Vice Gran Canciller de la PUCP y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

La universidad debe ser un lugar de desarrollo cultural, de formación profesional y de compromiso por la persona y el bien común"

Hoy se da inicio a un nuevo año Académico en la PUCP y es una oportunidad para renovar el compromiso académico de utilizar todos los recursos de la inteligencia y de la voluntad para la formación de personas abiertas a los valores humanos y cristianos en el amplio horizonte de las ciencias y de la investigación.

La vida académica de la universidad debe ser reflejo de la mística de servicio de una universidad de la Iglesia, que tiene el deber de llevar sobre sus hombros la tradición de ocho siglos de vida universitaria, un servicio a la humanidad que nació en el seno de la Iglesia: Bolonia en 1088, fundada en el convento de los padres Dominicos, la Sorbona de París 1150, la universidad de Salamanca, 1218; por decir algunas. En 1231 el Papa Gregorio IX en la bula Parens Scientiarum utiliza por primera vez el término «universitas».

San Marcos, creada en 1551 se erige como la primera universidad de América. Y nuestra Universidad fundada en 1917. Somos herederos de esta larga historia académica de la Iglesia y responsables de mantenerla en alto en las circunstancias y condiciones de nuestra época.

Tenemos tres grandes deberes: con nuestros estudiantes, en la continua búsqueda del conocimiento y la verdad; con el Perú, donde nuestros estudiantes y egresados llevan la bandera de los valores humanos y cristianos, poniendo como frente y centro la persona humana y el bien común de nuestra Patria y; con Dios, un deber que el Papa Francisco subraya con la expresión de una Iglesia en salida, que va a las periferias, una Iglesia pobre al servicio de los pobres. San Agustín sintetiza todo esto en su frase: veritas, unitas, caritas.

En este sentido, permítanme resaltar algunos valores que distinguen a la PUCP:

• Respeto por la dignidad de la persona, la diversidad cultural, la defensa de la naturaleza y el medio ambiente.

• Democracia, inclusión y Excelencia académica, entre otros.

Estos valores exigen retos donde la universidad debe contribuir para que nuestro país sea socialmente más integrado, solidario, competitivo y verdaderamente sostenible; y esto pasa por la contribución en la formación de más y mejores ciudadanos, en la reducción de la pobreza y desigualdad, y en la solución de problemas ecológicos y sociales.

En lo que se refiere a la ecología y medio ambiente, la Universidad siguiendo la Encíclica Laudato Sí- 2015 puede ayudar a plantear que la crisis ecológica es también social; consecuencia de patrones insostenibles de producción y consumo generados por el propio hombre: La naturaleza puede reiniciarse siempre, pero tiene un límite y ese límite lo puede vulnerar totalmente solo la mano del hombre.

Todo esto se puede construir desde la universidad católica que es un espacio privilegiado para desarrollar el conocimiento, para promover el diálogo intercultural, para humanizar la ciencia y armonizar ciencia y fe.

También debemos sentir de forma profunda y responsable el impulso que lleva a los seres humanos a la excelencia: «sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto» (Mt 5, 48) por ello, debemos caminar y contribuir al logro de la excelencia.

Lo conseguiremos si tenemos siempre presente la altura de nuestras metas y objetivos institucionales que muestren a las nuevas generaciones un horizonte iluminado por el conocimiento profundo de lo real, abierto a los valores humanos y cristianos que posibiliten la transformación de la persona en una identidad colaborativa, responsable y distinguida por la excelencia.

Un proverbio chino dice: «si quieres frutos para un año, siembra trigo; si quieres frutos para diez años, planta árboles frutales; si quieres frutos para cien años, educa al pueblo».

Por tanto, la universidad debe ser un lugar de desarrollo cultural, de formación profesional y de compromiso por la persona y el bien común; espacio para comprender el presente y para soñar el futuro de la sociedad y de la humanidad, espacio donde la experiencia de aprendizaje se nutre de la integración de, investigación, pensamiento y vida. (Cfr. Instrumentum laboris «Educare oggi e domani», 2014)

Hace poco la Universidad se impuso iniciar un proceso de diálogo con el propósito de superar sus dificultades, cuyos resultados nos hacen ver la necesidad de seguir en este horizonte que nos garantiza un futuro de esperanza en la medida que éste se siga desarrollando, siempre en un clima de respeto mutuo, transparencia, legalidad y buscando defender la institucionalidad.

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