El Gobierno ha reconocido también un «problema de comunicación». Desde inicios de abril hemos asistido una vez más al conocido ciclo de conflictos sociales embalsados, que se manifiestan con diversos grados de violencia, revelan problemáticas estructurales, pero son enfrentados de forma coyuntural. El tamiz mediático suele, inicialmente, ignorarlos para luego tratarlos de forma sesgada, sin entregar a la ciudadanía criterios para comprenderlos y formarse así una opinión informada.

El enfoque de comunicación para el desarrollo, desde una perspectiva intercultural, reclama poner en relación la aspiración a una ciudadanía plena con la consideración de las diferencias. Exige darle significación política a las singularidades de las poblaciones y culturas que conforman el Perú, sus estilos de vida y formas de comprender y relacionarse con el mundo. Circulan entre nosotros discursos oficiales que destacan la diversidad de nuestro país, su variedad en diversos planos, su condición multicultural como posibilidad y riqueza para el intercambio con el mundo. Sin embargo, cuando esta diversidad adquiere rostro concreto, se organiza, reclama reconocimiento, diálogo y participación en el desarrollo, surgen los conflictos.

La comunicación intercultural nos recuerda que para construir ciudadanía y desarrollo se requiere diálogo y negociación. Estas herramientas requieren, a su vez, condiciones fundamentales: respeto, confianza, actitud de escucha, disposición al aprendizaje y el cambio. ¿Generan confianza las instituciones del Estado y sus representantes a los pobladores amazónicos y a sus organizaciones? ¿Son estas últimas reconocidas por el Estado y las empresas como interlocutores válidos en materias de desarrollo?

En el horizonte cotidiano las poblaciones indígenas que viven en la amazonía se encuentran con las empresas petroleras o gasíferas, los extractores informales de madera u oro. El Estado, la institución llamada a proteger sus derechos y garantizar su desarrollo, aparece por el contrario distante y centralizado en Lima. ¿Es concebible así un Estado servidor de los pueblos amazónicos, dispuesto a oír, explicar, aprender? ¿Cómo compatibilizar el bienestar de todos los peruanos mientras se les excluye?
Institucionalizar mecanismos de diálogo y consulta implica pasar de lo coyuntural a lo estructural. Es camino largo el que debemos recorrer para construir una ciudadanía que dialogue con identidades diversas. La aspiración al desarrollo y a sus beneficios requiere mecanismos de inclusión estructurales. No es coherente restringir el valor de la diferencia al campo turístico, del mercado o al ecológico, sin plantearse a la vez las implicancias en lo político, social y cultural. Estas escisiones deben ser enfrentadas a partir del criterio del reconocimiento, la igualdad de oportunidades y la equidad en los beneficios del desarrollo. La comunicación intercultural propone el diálogo como herramienta y plataforma estructural para construir sociedades democráticas, igualitarias y realmente integradas. Debemos enfrentar el hecho de que existen diversas concepciones del desarrollo. Nos corresponde a las diversas instituciones vinculadas al progreso de nuestro país, entre ellas la universidad, promover este diálogo y demandar procesos inclusivos e igualitarios.