Por qué no me gusta “The Big Bang Theory”
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Joel Jones
Egresado de la PUCP y doctor en Física
Soy físico, y no me gusta The Big Bang Theory. Y no me refiero a la teoría que describe la evolución de nuestro universo, sino a esa serie gringa que se burla de nuestra noble estirpe. Luego de ver tan solo cinco capítulos, debo confesar que la aborrezco.
Se preguntarán las razones de mi violento exabrupto. Para empezar, la reacción de la gente frente a mi elección de carrera ha cambiado. Antes, al decir que era físico, la gente me miraba con miedo y respeto. Sobre todo miedo. Y a pesar de que el miedo lleve a la ira, la ira lleve al odio, y el odio lleve al sufrimiento, esa reacción es mejor que la actual. Ahora, lo normal es que la gente diga “¡Oh! ¡Como los de la serie! ¡Qué lindo!”
Y yo no quiero ser lindo, señores.
Pero hay otras razones para que no me guste la serie. Para empezar, los personajes. ¡Por favor! ¿En serio creen que los físicos somos así? Estuve pensando en todas aquellas personas que encontré durante el doctorado que estudié en España. La más rara de ellas debe haber sido mi compañero de oficina alemán, que se vestía como motociclista de Harley-Davidson, era vegetariano de Burger King, e intentaba desnudarse cada vez que se emborrachaba. Ah, y estudiaba gravedad cuántica. Pero realmente me tengo que esforzar para poder ubicar gente del mundo real dentro de los estereotipos de la serie.
Más bien, al pensar en físicos, se me viene en mente una amiga eslovaca experta en cromodinámica cuántica y paracaidista profesional. U otro compañero del departamento, que estudiaba física del Gran Colisionador de Hadrones durante el día, y era go-go dancer durante la noche. También recuerdo a una compañera francesa que buscaba señales de desintegración del bosón de Higgs en partículas supersimétricas y, en su tiempo libre, se dedicaba a promover la sostenibilidad ecológica dentro del CERN. Por supuesto, tampoco puedo olvidar a mi compañero de despacho español, que además de ser diestro analizando teorías conformes, también era hábil tocando música con la armónica, el ukelele, la ocarina, la dolçaina, y otros instrumentos raros.
No me parecen muy nerds, eh.
Sí, algo de friki tenemos. Imposible negarlo. ¡De algún lado vienen los chistes físicos! No obstante, este tipo de cosas se notan particularmente durante conferencias, donde hay muchos físicos reunidos y el frikismo se maximiza. Interferencia constructiva, lo llaman.
Por ejemplo, durante un workshop en Benasque, se organizó un partido de fútbol como actividad social. En él, se enfrentaron los asistentes, todos físicos, al equipo de fútbol de Benasque, todos gigantes musculosos. Y fue lamentable. A pesar que eramos 18 físicos en la cancha al mismo tiempo, versus los ocho futbolistas que aceptaron el desafío, nos ganaron 12 a 0. Nuestra frustración fue evidente cuando uno de nosotros gritó en inglés: “Ustedes podrán ser mejores en el campo, pero nosotros somos mejor en el campo cuántico”, seguido por risas.
Porque fue un chiste, eh.
Otro ejemplo lo vi en el CERN. Se organizó una fiesta donde, al entrar, cada participante recibía una etiqueta con una “partícula” escrita, y su misión era encontrar a su anti-partícula. No solo eso, habría una ronda gratis de cervezas para los que lograran reconstruir un canal de detección del bosón de Higgs usando sus etiquetas. Sí, durante la fiesta. Dicen las malas lenguas que cuando reconstruyeron la desintegración del Higgs a cuatro muones, los cuatro muones luego protagonizaron un escándalo en Ginebra, pero vamos, que yo sepa son rumores.
En las conferencias también ocurren muchas cosas inesperadas. Algo que las caracteriza es el banquete posterior a la conferencia, donde circula demasiado alcohol. Esto es empeorado por el hecho que las conferencias son generalmente en sitios exóticos, que tienen su propio tipo de bebida alcohólica, a la cual uno nunca está acostumbrado. Es muy común ver todo tipo de escenas, desde japoneses inhabilitando los baños del restaurante, hasta gente en depresión: “Ese maldito Arkani-Hamed, él y su amplituhedrón, será él quien cambiará la física. Yo y mis modelos supersimétricos para la masa de los quarks no podemos ser más irrelevantes.”
Así que ya lo saben, señores. Algo de friki tenemos. Pero el mundo de The Big Bang Theory sigue siendo bastante distinto a aquel de los físicos. Y es por eso que no me gusta. Por supuesto, eso no significa que lo condene, ni que les sugiera dejar de verlo. Esta es una opinión completamente personal. Es más, pensándolo bien, tal vez sea mejor que lo sigan viendo. Puede ser conveniente tenerlos engañados, de modo que no se den cuenta de nuestro maléfico plan de conquista mundial.
Ese también fue un chiste, eh.
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Rodrigo
El problema con su análisis de The Big Bang Theory reside en su tendencia a trivializar el contenido al enfocarse en la superficialidad del humor y los estereotipos, en lugar de examinar sus aspectos más complejos. Si el objetivo es evitar ser percibido como «lindo» o superficial, es esencial ir más allá de la apariencia y abordar la serie con un enfoque crítico y matizado.
Desde la perspectiva de un físico, el análisis debería considerar cómo The Big Bang Theory maneja (o malmaneja) los conceptos científicos y técnicos. La serie a menudo utiliza la ciencia como un telón de fondo para el humor, pero el tratamiento de temas científicos a veces carece de rigurosidad y profundidad. La representación de teorías físicas, como la mecánica cuántica o la relatividad, se simplifica o distorsiona para encajar en una narrativa cómica, lo que puede llevar a malentendidos sobre conceptos científicos complejos.
Además, el uso de personajes que se presentan como «geeks» o «nerds» no solo perpetúa estereotipos, sino que también contribuye a una visión reductiva de la ciencia y la academia. En lugar de explorar la riqueza del pensamiento científico y la vida de los investigadores, la serie opta por un enfoque que minimiza la seriedad y el compromiso intelectual de estos personajes, transformándolos en objetos de burla o en caricaturas.
Su análisis se aleja de lo riguroso, y no socava en cuestionar cómo la serie afecta la percepción pública de la ciencia y la tecnología. En lugar de simplemente aceptar su tratamiento superficial de temas científicos, se debe evaluar cómo sus representaciones pueden influir en la comprensión y el interés del público en la ciencia real.