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Pensemos en verde para seguir siendo un planeta azul

  • Urphy Vásquez
    Coordinadora del Área de Grupos de Investigación del INTE-PUCP

El Perú es un país pluricultural y megadiverso en recursos naturales y energéticos, podemos enorgullecernos de tener 28 de los 35 climas identificados en todo el planeta, sin embargo debemos de preocuparnos sobremanera por ser el tercer país más vulnerable al fenómeno del cambio climático. Existen diversos especialistas, científicos y técnicos, que nos muestran la radiografía del estado actual del recurso hídrico a través de innumerables publicaciones. Los expertos sostienen y advierten el panorama poco alentador que está atravesando el recurso agua: la desglaciación, los deshielos, el incremento de sequías, la escasez de lluvias, la contaminación, el uso desmedido e irracional del recurso, la falta de infraestructura, el crecimiento poblacional, problemas de distribución geográfica y de un manejo y gestión deficiente en la industria, energía, minería, ganadería, agricultura y consumo humano. Todo ello apuntando a la disminución de las fuentes hídricas, restricción del acceso y disponibilidad y como resultado final a la pérdida del agua en cantidad y calidad.

En el siglo XX la lucha fue por los combustibles fósiles, en el siglo XXI la lucha será por el agua. Esta frase parece no estar tan lejana a nuestra realidad; el contexto regional y local nos alerta con innumerables conflictos sociales que se están viviendo en torno a los recursos naturales, ¿será que Perú se proyecta a ser un país en iniciar una guerra interna por el agua? El agua adquiere un valor económico, geopolítico y estratégico para los países, pero por encima de todo, debe de prevalecer el valor humano y ético que debemos de superponer.

En el 2010 la ONU declaró que el agua es un derecho universal, el acceso al agua potable y saneamiento básico se constituye en un derecho humano. Por tanto el agua es fundamental para alcanzar los Objetivos del Milenio, especialmente en la erradicación de la pobreza a nivel doméstico y productivo. Es así que en GRUPO PUCP venimos implementando proyectos que permitan usar de manera sostenida el recurso hídrico, aprovechándolo como recurso energético renovable para producir energía eléctrica con fines de electrificación rural aislada, así como para producir energía mecánica para el bombeo de agua. Estas tecnologías permiten aprovechar la energía hidráulica de una pequeña caída de agua para convertirla en energía mecánica. Una de ellas, el Riogenerador PUCP, convierte luego la energía mecánica en eléctrica. La otra tecnología, la Riobomba PUCP, utiliza la energía mecánica para el bombeo de agua. La caída de agua después de ser usada por el Riogenerador o la Riobomba, regresa al cause del canal del río o riachuelo, reincorporándose al ciclo natural del recorrido del recurso hídrico y evitando un impacto negativo en lo ecológico, económico y social.

Como anécdota nunca voy a olvidar de una visita de campo, como parte de un taller en tecnologías apropiadas, cuando estuvimos transitando por la comunidad de Yanaoca, en la provincia de Canas, región del Cusco, y encontramos unas ruedas hidráulicas para el bombeo de agua que no estaban funcionando. Nos llamó mucho la atención e identificamos las válvulas que estaban conectadas a las tuberías para las descargas de los chorros de agua que harían funcionar las ruedas hidráulicas. Como buenos curiosos, logramos abrir las válvulas, por cierto, con muchísimo esfuerzo porque estaban atascadas, como si no se abrieran durante años. Una vez abiertas las válvulas, comenzaron a salir los chorros de agua, y las ruedas a moverse, funcionando de esta manera el sistema. La sorpresa fue que no pasaron ni dos minutos y los pobladores campesinos, cual chasquis, bajaron de todas las laderas en cuestión de segundos, nos increparon el haber abierto las válvulas para descargar el agua. Los pobladores campesinos nos explicaron que las ruedas hidráulicas no eran usadas hace muchos años porque estaban mal ubicadas e instaladas. Si bien servían para bombear agua, al estar mal instaladas, hacía que el agua usada para generar el movimiento de las ruedas, se perdiera y no se recuperara, quitándole agua a otras laderas de la comunidad, que tanto lo necesitan para el riego de sus tierras agrícolas y pecuarias. De esta manera se generaba un problema económico y social para los pobladores, debido a que una organización de la zona intentó implementar un proyecto que estaba mal diseñado.

Por otra parte, según la OMS y OPS, aproximadamente 7 millones de peruanos no cuentan con agua potable y solamente en Lima existe más de 1 millón y medio de personas sin agua en sus hogares. Sedapal considera que el limeño promedio consume 257 litros diarios, debiendo ser el promedio máximo de consumo solamente de 151 litros diarios por persona. En este sentido, debemos ser conscientes que la capital no genera agua, sólo la consume. El recurso es traído de otras partes del país, por tanto nuestro deber es tener una cultura de ahorro para no quitarles posibilidades de acceso a otros pobladores peruanos. Hagamos un ejercicio mental y pongámonos en los zapatos del prójimo, imaginemos cómo sería nuestra vida sin tener acceso al agua. Existen todavía millones de peruanos que no tienen acceso al agua, siendo éste un derecho humano universal.

Así como existe “La hora del planeta, apaga la luz y enciende el planeta”, debemos de sumarle “La hora del agua, cierra el caño para que el planeta siga siendo azul”. Empecemos por educarnos a nosotros mismos para luego poder educar a nuestros niños y jóvenes en acciones y hábitos que conserven el medio ambiente, y en particular en generar una cultura verdadera de ahorro del agua.

Si continuamos al ritmo que vamos, el agua pronto se extinguirá y ya no podremos decir que este preciado recurso es una energía renovable.

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