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"Mockus fue muy hábil al abrir una tercera vía en Colombia"

El próximo 30 de mayo son las elecciones presidenciales en Colombia. En la más reciente encuesta divulgada hoy miércoles 28 de abril por la firma privada Invamer Gallup de Colombia, se aprecia un empate técnico en la intención de voto entre Juan Manuel Santos (34,2%), ex ministro de Álvaro Uribe y Antanas Mockus (31,6%), ex alcalde de Bogotá. Carlos Meléndez, sociólogo egresado de la PUCP, analiza el fénomeno Mockus en el panorama electoral colombiano.

  • Carlos Meléndez

Las encuestas de opinión posicionan al candidato Antanas Mockus en el segundo puesto (ahora primero) siguiendo a Juan Manuel Santos. ¿A qué se debería el fenómeno Mockus?

Se debe básicamente a razones de estrategia política. El proceso electoral en Colombia parecía que iba a definirse por la división entre uribistas y antiuribistas. Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa, y Noemí Sanín, ex candidata presidencial, buscan capitalizar políticamente el legado de Uribe; mientras que el izquierdista y ex guerrillero Gustavo Petro propugnaba representar a la oposición.

Mockus fue muy hábil al abrir una tercera vía que trascienda esta disputa, apelando a valores cívicos y promesas de cambio. Su discurso no es nuevo, pero crece debido al relativo éxito electoral de su movimiento, el Partido Verde, en las elecciones parlamentarias de marzo. Este partido tiene el respaldo de otros dos ex alcaldes de Bogotá, Luis Garzón y Enrique Peñalosa, y una coalición con el ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, que se pliega a su campaña como candidato a la vice-presidencia. Es una propuesta que ofrece eficiencia de gestión edil, básicamente urbana, y que llama a los principios ciudadanos en un país donde sólo la mitad de registrados votan. Luego de haber intentado al menos un par de veces la presidencia, recordemos que en el 2006 obtuvo el 1% de los votos, su discurso encuentra viabilidad al haberse desgastado la propuesta uribista de la «seguridad democrática». Además de hacerse cada vez más evidente el lado corrupto y deshonesto de la actual administración, como queda develado luego de los escándalos de los falsos positivos, ciudadanos inocentes presentados como guerrilleros caídos en batalla, y del espionaje telefónico a figuras de la oposición.


¿Cómo ves estas elecciones? Santos representa la política tradicional y Mockus está obteniendo buenos resultados con un discurso distinto.

Lo que llama la atención de este proceso electoral es la alta volatilidad de las preferencias electorales. Si una candidatura (la de Antanas Mockus en la última encuesta de la firma Ipsos Napoleón Franco) sube del 9 al 38% en un mes, casi 30 puntos porcentuales, ésta expresa un cambio de ánimo en la ciudadanía, pero no necesariamente una adhesión permanente. Colombia sufre una volatilidad a la peruana y como nosotros lo sabemos por experiencia, el apoyo puede migrar rápidamente hacia otra alternativa. Lo más probable es que ante la proximidad de la primera vuelta, no haya más cambios considerables en la opinión pública, sin embargo hay espacio para mayores sorpresas.Yo no haría la división entre Santos como representante de la política tradicional y Mockus como un innovador de la política. Lo tradicional políticamente hablando en Colombia son los partidos Conservador y Liberal, quienes todavía tienen cierto margen de control de las maquinarias políticas en el interior del país. Santos es, a su modo, también un fenómeno nuevo: es el premio al pragmatismo en materia de defensa. Él dirigió la Operación Jaque y aunque nunca ha ganado una elección, se encuentra ante una coyuntura que puede administrar a su favor. Por otro lado, el discurso de Mockus tiene más de diez años, por lo cual tampoco es una sorpresa. Más bien, lo inédito es el respaldo que tienen ambos discursos. El de la seguridad democrática por un lado, y el de los valores ciudadanos  por el otro, en un país tradicionalmente caracterizado por la clientela, la compra de votos y los patrones locales.
¿Es el ascenso de Mockus de alguna manera comparable a la llegada al poder de Fujimori?

Es muy difícil que vuelva a repetirse un fenómeno similar al tsunami Fujimori de 1990. Fujimori, recordemos, era un personaje totalmente desconocido que irrumpió en un contexto de vigencia de los partidos políticos tradicionales en medio de la crisis económica y social, sin una propuesta de gobierno fija. Mockus es un político reconocido en Colombia, con experiencia de gestión municipal y con dos intentos previos de llegar a la presidencia. Su opción política se vuelve viable en un momento de reconfiguración del sistema de partidos colombiano, que transita del tradicional bipartidismo a un pluralismo aún por definirse, y en un contexto de cierta mejora y optimismo para algunos sectores sociales de Colombia. Lo único comparable con Fujimori es el súbito incremento en su respaldo preelectoral, quizás no mucho más que eso.
¿Cuán distinto podría resultar el Mockus presidente del ex alcalde?

No puedes gobernar un país con mimos en los cruceros peatonales o bajándote los pantalones para callar al público. Exagero con este argumento, pero me parece muy gráfico para describir los abismos que separan una gestión urbana de la administración de un país con la guerra civil más larga de Latinoamérica. Bogotá es una ciudad moderna, con una clase media consolidada y un consumo cultural superior al promedio de los países andinos. Es, hasta cierto punto, fácil gobernar una ciudad apelando a valores cívicos y post-materiales como lo hizo Mockus. Pero recordemos que Colombia es un país con un conflicto armado interno, con el narcotráfico más fuerte de la región, con un poder creciente de paramilitares, que incluso controlan una bancada en el Congreso, con un alto índice de violaciones a los derechos humanos y con millones de desplazados por el conflicto. Si a ello le sumamos que Mockus no tendrá una bancada numerosa en el parlamento, y que no cuenta con un aparato organizativo con presencia territorial más allá de algunos centros urbanos, el desafío de su política naïve resulta enorme para una realidad latinoamericana.


Hay dos caminos posibles para los colombianos, continuar con los logros del uribismo en cuestiones de seguridad con Santos o apostar por la esperanza de cambio que encarna Antanas Mockus, ¿qué podría pesar más a la hora de elegir?

Dada la volatilidad de los cambios es difícil de predecir. Sin embargo, me parece que la combinación del legado del uribismo en materia de seguridad y la vigencia de la política tradicional clientelar puede ser más significativa que la ola emocional que despierta Mockus, aunque en política hay que esperar hasta el último momento. Es sobre todo una disputa entre el pragmatismo y el optimismo, y ustedes saquen sus conclusiones sobre cuál es más poderoso en un país con una guerra interna. Si Mockus logra contagiar su propuesta de cambio más allá de los límites urbanos y además vencer el abstencionismo, quizás lo tengamos de presidente vecino. Lo que sí parece claro es que el balotaje podría tener como finalistas a un ex ministro de defensa que evoca soldados rescatistas y a un profesor de filosofía al que se le asocia con mimos callejeros. Colombia decidirá.

Entrevista: Florence Couillaud

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