¿Cómo nace la idea de montar Chicago?

La idea es de Denisse Dibós y Marco Zunino. Marco tuvo la oportunidad de hacerla en EE.UU.

No es la primera vez que diriges un musical.

No, trabajo con Preludio desde hace cinco o seis años. Juntos hemos puesto Cabaret, Jesucristo Superstar y West Side Story. Con Cabaret, Preludio se empezó a convertir en la pionera de los musicales en el país.

¿Qué dificultades o retos se te plantearon para la realización de musicales?

Se tiene que trabajar varias cosas. Para empezar tienes que saber delegar. Hay una sección de baile que trabaja Vania Masías. Otra es canto, que trabaja Cesar Vega, y otra sección que es actuación, que la trabajé yo mismo. Y a la vez tengo que encargarme de que todo tenga sincronización. Ese es el reto.

¿Ha sido diferente el trabajo que has hecho con Chicago en relación con tus obras musicales previas?

Sí. La presión es mayor porque la gente sabía que Marco estaba en Broadway. Pero no podíamos hacer nada parecido a la obra original por una cuestión de derechos. Los productores de Broadway son bien estrictos. No podemos repetir escenas ni que las escenas se parezcan. Por ejemplo, si ellos veían que un vestido era parecido, lo mandaban cambiar.

¿Qué lo distingue del Chicago de Broadway?

El Chicago de allá está bastante estilizado: todos están vestidos de negro, no hacen mayores cambios de vestuario. El espacio se va asumiendo conforme van ellos narrando la historia. Nosotros hemos tenido elementos mucho más claros sobre el contexto. Hemos hecho que cuando los personajes se sientan en el cabaret, salgan con sus vestuarios de vaudeville, y cuando estén en la cárcel, tengan un vestuario paupérrimo. Esa diferenciación es importante para nosotros.

¿Fue difícil encontrar gente que actué, baile y cante al mismo tiempo?

Es muy difícil. Yo vengo trabajando desde mi escuela Aranwa Teatro para dotar al actor de varias capacidades: le envío actores a Denisse para que aprendan a cantar en su escuela. Ella me manda cantantes para que aprendan actuar aquí. Y juntos mandamos a gente donde Vania Masías para que baile.

¿Qué percepción crees que tiene la gente de los musicales?

Hay mucho prejuicio. Hay una sensación de superficialidad, cosa que siempre trato combatir desde el mismo musical. Si vas a ver Chicago, te vas a dar cuenta de que hay un contenido que le estoy resaltando. Me interesa que el musical no sea simplemente un divertimento, sino que te deje algo, que te haga reflexionar.

¿El teatro vive un buen momento en el país?

Tiene una doble cara. Por ejemplo, a mí sí me va bien en el teatro, estoy ganando bien, estoy haciendo cosas de éxito. Pero yo no puedo ser un referente de todo el teatro. Seguro hay personas que deben estar renegando porque no va gente a sus teatros. Es relativo. Lo que sí creo es que ha habido una liberación de la profesión: hay más gente que quiere estudiar, que puedes hacer más cosas, hay la posibilidad de que se llene tu teatro. Pero no estoy tan seguro si hay una industria teatral aquí.