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Los tratados de libre comercio en tiempos de desastre financiero: el caso peruano

Los avances en las negociaciones de Tratados de Libre Comercio (TLC) con países como China, Canadá, la Comunidad Europea, entre otros, aparte de los TLC suscritos con Estados Unidos (EEUU) y Chile, muestran la importancia de tales tratados en la agenda de Comercio Internacional en países como el Perú. Pero, ¿Qué tan convenientes son tales tratados en tiempos de crisis financiera internacional o desastre financiero?

Un TLC es una especie de contrato de dos partes, en realidad se trata de un gran contrato o acuerdo de compromisos entre dos grandes partes: los intereses económicos de dos países o dos grupos de países están de por medio comprometiendo a todos sus agentes económicos, a productores y consumidores o a su población en general. A través del TLC un país como el Perú, o un grupo de países como la Comunidad Europea o el mismo EEUU en la práctica, se comprometen a liberar su economía nacional (quitar trabas legales, tributarias o administrativas) para conseguir que cada uno de ellos, recíprocamente, exporte o importe libremente sus mercancías o las mercancías del otro país.

Dentro de un criterio de libertad económica y desarrollo global tales tratados se aprecian como lógicamente convenientes y hasta necesarios si es que se aspira a seguir el crecimiento de los países más poderosos que guían la economía mundial. Con ello se conseguiría que países como el Perú se inserten a la economía global y sean parte de un desarrollo económico internacional (que forzosamente debía arrastrar el desarrollo de su economía doméstica). Sin embargo, ¿qué tan aplicable es tal criterio, sobre todo en el contexto de crisis que viven los propios países hegemónicos o más poderosos?

En el supuesto de que la crisis financiera internacional (por la inestabilidad de las bolsas de valores del mundo) se prolongue un año más, sus efectos económicos serán duplicados o triplicados en duración en los países poderosos, y serán extendidos exponencialmente en países como el Perú. La explicación a esto es simple: los países emergentes o «subdesarrollados» como el Perú son dependientes o periféricos a los países poderosos, entonces al afectarse por la crisis estos últimos se afectarán los primeros y al liberarse de la misma crisis aquellos últimos lo harán a costa de los primeros.

Un TLC idealmente debe firmarse entre dos estados cuyas economías domésticas sean semejantes. Como en cualquier contrato, se trata de dos partes privadas que negocian y llegan a acuerdos en condiciones de igualdad. Pero un tratado también podría celebrarse entre un país poderoso y otro débil, si es que ambos salen beneficiados y si es que, por supuesto, se confía en el espíritu solidario del más poderoso, que conseguiría un aliado a cambio de compartir su riqueza.

En el caso del Perú, por ejemplo, operarían cambios importantes: las pérdidas de un sector económico se verían favorecidas con las ganancias en otro sector. Además, frente a las pérdidas o quiebras en la industria nacional o la agricultura tradicional del país débil, se producirían los beneficios de las exportaciones mineras y la agro-exportación. Finalmente (y lo más importante) es que tendría mejores condiciones para recibir inversiones de capitales por parte de países poderosos, lo que promovería gradualmente una equidad en el intercambio de ambos países.

Que esto suceda (lo cual no ha sido confirmado ni en contextos económicos mundiales favorables) parece poco probable en un futuro inmediato teniendo en cuenta el contexto de crisis internacional. Los países poderosos se han debilitado por la inestabilidad de sus economías y por la amenaza de una larga recesión, lo que significa que en ningún momento serán solidarios. Pero a ello se han sumado datos más objetivos: la agro-exportación y la exportación de minerales de países como el Perú ya cayó, y no tiene perspectiva de recuperarse establemente en tanto continúe la inestabilidad económica o continúen las restricciones asumidas por los consumidores de los países poderosos.

Teniendo en cuenta los aspectos comentados, un TLC parece ser negativo en el contexto actual de crisis. Respecto a EEUU, y seguro respecto al conjunto de países poderosos o países con economías cercanas a éstos, países aún débiles como el Perú pierden con un TLC. La libertad económica en países débiles puede producir 0% de beneficios y 100% de desventajas. En tiempos de crisis las economías nacionales se protegen, y si países como el Perú no se protegen son vulnerables a un mayor desastre financiero y económico.

Por ello, creemos que es urgente suspender las negociaciones de TLC actualmente en marcha y revisar o preveer los efectos de los TLC suscritos. Esta suspensión debería mantenerse hasta que los países poderosos recuperen estabilidad y vuelva a ser posible, que sean solidarios con los que hemos llamado países débiles. No se trata solo de un tema o derecho de identidad económica (defender la industria y agricultura nacional) sino de un derecho de urgencia económica: preveer un mayor desastre.

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