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"Las formas de aprendizaje activo y colaborativo han resultado mucho más estimulantes y eficaces"

Hombre blanco de cabello muy corto, ligeramente calvo. Tiene lentes de marco grueso negro- Lleva un polo guinda y una casaca negra encima

Conversamos con Xavier Mas, investigador en el eLearn Center de la Universitat Oberta de Catalunya, sobre lo que se viene para las universidades en este nuevo año de transformación digital de la educación superior

  • Hombre blanco de cabello muy corto, ligeramente calvo. Tiene lentes de marco grueso negro- Lleva un polo guinda y una casaca negra encima
  • Xavier Mas
    Investigador en eLearn Center de la Universitat Oberta de Catalunya

Desde que inició la pandemia, las universidades han cambiado mucho, sobre todo respecto a las clases presenciales, por el paso obligado a la educación en línea. En este nuevo contexto, ¿cuáles cree que son los desafíos para los procesos de enseñanza y aprendizaje?

Las universidades no han cambiado, se han adaptado o se están adaptando. Y lo hacen para hacer frente, de la mejor manera posible, a la nueva situación y continuar con su actividad, cada una desde su propio modelo. Otra cosa distinta es pensar qué está aprendiendo cada institución y el sistema universitario en su conjunto, y hasta qué punto todo ello va a acelerar un cambio de paradigma que ya se había iniciado.

Dicho esto, no estoy seguro de que la pandemia haya generado nuevos desafíos, más bien ha amplificado la necesidad de hacer frente a desafíos latentes. Uno de ellos es el desarrollo de la competencia digital –entendida en un sentido amplio, no en lo instrumental– tanto del profesorado como del alumnado. Disponemos de las herramientas, pero ¿hasta qué punto en la universidad se trabaja digitalmente, es decir, introduciendo la lógica de la ubicuidad tal como ocurre en los contextos profesionales y personales?

Ello no tiene nada que ver con el debate entre presencialidad y virtualidad, sino más bien con dejar descender el manto de la digitalización sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje, del mismo modo en que este manto impregna ya todos los ámbitos de actividad humana.

¿Han cambiado los aprendizajes?

Se trata de otro desafío: el empoderamiento de los estudiantes, que tiene que ver con el aprendizaje autodirigido, y con desarrollar una actitud más activa y menos reactiva en estos procesos de enseñanza-aprendizaje. Las grandes sesiones magistrales, tan confortables en la presencialidad, han resistido mal la pandemia. En cambio las formas de aprendizaje activo y colaborativo han resultado mucho más estimulantes y eficaces, y las pantallas han sido más permeables a ellas.

Pero conocerse a sí mismo o a sí misma con relación a la manera en que se aprende, pilotar el propio proyecto formativo a lo largo de la vida y ser capaz de tomar decisiones coherentes con relación a ello, ya era una competencia reconocida como esencial para afrontar el siglo XXI mucho antes de la pandemia.

¿Este nuevo escenario en la educación implica que las universidades presenciales tengan que revisar o cambiar su modelo educativo?

La transformación digital es un reto pendiente para las universidades en su conjunto, que no tiene que ver con el hecho de ser presencial o de ser online, sino con ser digital. Ser digital cambia la forma en la que se enseña y se aprende, transforma los roles y la forma de gestionar el conocimiento. Por lo tanto, cambia lo que hacemos en un aula y cómo lo hacemos… y cómo ello forma parte de lo que ocurre fuera ella. Tiene que ver con la gestión del tiempo, con la inmediatez, con la forma de relacionarse y de colaborar.

Ser digital lo cambia todo porque ofrece la posibilidad del cambio y pone en evidencia el inmovilismo. Sin embargo, hay que evitar caer en planteamientos excesivamente tecnooptimistas y acríticos, ya que por sí misma la tecnología digital no es ninguna fuente de innovación pedagógica. Por ejemplo, mucho antes de que la revolución digital empezase a transformar el mundo, los movimientos de renovación pedagógica ya reivindicaban planteamientos de corte socioconstructivista frente a los modelos tradicionales, jerárquicos y centrados en el docente.

¿Qué metodologías docentes han tenido éxito en el 2020 y cómo se han unido con los desarrollos en tecnología?

Depende de cada institución e incluso de cada docente. Más allá de los sistemas de videoconferencia, que han supuesto auténticas tablas de salvación que han evitado el colapso de la vida académica en muchas instituciones, me gustaría destacar el uso de entornos colaborativos, mucho menos generalizado. Me refiero a herramientas como Microsoft Teams o Google Suite, concebidas en su origen para el mundo profesional desde una lógica totalmente digital. Estos entornos ofrecen el uso integrado de herramientas de comunicación, de planificación, de organización temporal y de gestión de documentos. Son herramientas que permiten trabajar totalmente online facilitando la aplicación de metodologías de aprendizaje colaborativo, pero siguen teniendo mucho sentido en la presencialidad, sobre todo en contextos con una cultura docente transformada por la nueva lógica digital.

En este nuevo año, ¿qué retos vienen para las universidades?

Durante los próximos meses, el reto principal es digerir lo aprendido para que no caiga en saco roto: inventariar todo lo que ha hecho aflorar este test de estrés que está suponiendo la pandemia, analizarlo críticamente y empezar a trazar nuevos modelos o revisar los existentes. Es importante también no dejarse llevar por la corriente y evitar los apriorismos, las modas y los titulares publicados por los opinadores educativos al uso, porque seguramente van a ser ajenos a nuestra realidad. Es necesario aprender a mirar y a pensar hacia afuera y hacia adentro, siendo capaces de poner en valor la propia singularidad. Creo que en 2021 toca consolidar el salto madurativo que se ha realizado en 2020 para coger el impulso en la dirección adecuada hacia el futuro.

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