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"Las cárceles jamás rehabilitan"

El especialista en temas penitenciarios  y dos veces máxima autoridad del INPE asegura que la prisión, tal como actualmente está organizada, no podrá nunca resocializar a los reos. Apuesta por un mejor orden y control del sistema carcelario, tal olvidado actualmente por el Gobierno.

  • Wilfredo Pedraza

¿En qué situación se encuentran las cárceles en el Perú?

Todas las cárceles de la región están en crisis permanente. Nunca han estado en una situación adecuada. Desde su creación, por un tema de diseño, están en crisis porque están muy distantes de las políticas públicas y, por ello, de una atención adecuada y de una inversión importante.

¿Cuáles serían estas medidas?

Los arrestos de fin de semana, la multa, la caución, el trabajo comunitario, una serie de mecanismos que ya existen en la legislación, pero que son empleados en tan pocos casos que en la práctica son inaplicables. Estos están previstos para delitos tan leves que no implican detención y, por lo tanto, disminuirían la población en los penales. Creo que es más importante discutir otros temas, por ejemplo, ¿hay que meter preso a un joven de 18 o 20 años por un delito leve? ¿hay que hacer lo mismo con las personas que no prestan alimentos a sus hijos porque no tienen capacidad económica? Hay muchos delitos, aparentemente graves, que se podrían manejar con estas medidas alternativas. Una de ellas es el uso de grilletes electrónicos: si el temor es fuga, este se podría disipar con estos aparatos de control que la tecnología facilita.

La población penal se divide en tres sectores. El más importante es, para mí, es el de jóvenes que tienen entre 18 y 26 años, que representan cerca del 50% de la población penal, la mayoría primarios, a quienes les afecta mucho el sistema carcelario. El segundo, se trata de gente con alguna vocación para el delito y que puede entrar o no en la cárcel, y que llega a casi el 30%. El tercero, está compuesto por personas para las que la detención es un accidente en el trabajo y que comenten crímenes de forma natural dentro y fuera de la prisión. No se arrepienten de nada, no se cuestionan nada. Ellos son los que pertenecen a bandas organizadas, emplean el chantaje y delinquen dirigiendo golpes desde el interior o, lo que es peor, dentro a través de la venta de objetos prohibidos, droga, sexo, alimentos. Todo eso genera una sensación de inseguridad entre los otros reos.

¿El Estado no está invirtiendo lo suficiente en el sistema carcelario?

El Estado nunca ha invertido en cárceles por una inadecuada comprensión. Las autoridades piensan que invertir en penales es mejorar las condiciones de quienes delinquieron e hicieron daño, lo cual está errado. Hay que invertir en cárceles para mejorar la salud pública. Estas son focos de infección, focos altísimos de contagio de TBC y VIH. Si se mejora la infraestructura, el control, menor será el nivel de reincidencia. Esto es algo que el Gobierno no se plantea. ¿De qué se queja la comunidad? De robos, de asaltos a mano armada, secuestros al paso, etc. ¿Cuál es el ente generador de delitos? En mi opinión, las cárceles, así que hay que atacar el origen. Eso es prevención. El tema de seguridad ciudadana está vinculado a lo policial, al Serenazgo, pero no a los penales.

¿Es posible lograr la rehabilitación total de los reos?

No. Las cárceles jamás rehabilitan. Hay dos visiones sobre el tema: hay quienes creen que es un problema de infraestructura, que hay que contratar más profesionales en el tratamiento de los reos. Yo creo que no es posible resocializar a un preso por una cuestión de diseño. ¿Cómo se vive en una prisión? ¿con las reglas de una sociedad comunitaria en la que rigen valores a favor de todos? No, allá rige todo lo contrario de lo que uno quisiera en libertad. ¿Cómo es posible que esperemos mandar a una persona a la cárcel para tratar que allí aprenda valores sobre cómo vivir en libertad?

Entonces, ¿para qué sirve la cárcel?    

Está claro que tiene que tener una función. La legislación en toda la región dice que esta debe resocializar y no creo que se deba renunciar a eso, pues ese concepto ha tratado de no convertir a la prisión en un depósito de seres humanos. Lo que hay que hacer es rediseñar el cómo sociabilizar. Nosotros, un grupo de interesados en el tema, hemos reformulado ello para decir que la resocialización vía terapias no tiene ningún efecto donde rige la cultura delincuencial. Entonces hay que trabajar sobre la base de un principio, ¿cómo evitar que la cárcel afecte de un modo sustantivo a los grupos más vulnerables? Es decir, la nueva política no debería pasar por tratar las conductas, sino por reducir el nivel de contagio de la cultura carcelaria.

¿Qué puede hacerse en particular?

Lo ideal sería que los grupos más vulnerables, como los jóvenes, no aprendan la cultura carcelaria mientras están detenidos. El 45% de detenidos están entre dos días y tres años, periodos cortos, pero suficientes para que un detenido sea violentado, violado y luego salga con vocación delictiva. Proponemos entonces una clasificación rigurosa: primarios, reincidentes y multireincidentes. Asimismo, la atención debería concentrarse en el primer grupo y mantenerse el uso de mecanismos clásicos, como trabajo, una atención preferente en materia de salud, búsqueda de vínculos con la familia, etc. Con solo eso, estoy convencido que los índices de reincidencia serían menores.

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