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"La tecnología es el nuevo huésped' de la vida" '

Nacido en Nueva Orleáns, Louisiana, el 29 de marzo de 1940, Godfrey Reggio ha tenido una vida digna de contarse.

  • Godfrey Reggio

A sus catorce años pasó a ser parte de la congregación de los Hermanos Cristianos, orden de sacerdotes católicos de su ciudad natal. Con ellos estuvo catorce años de su vida. Al respecto, el director de la aclamada La Trilogía Qatsi comenta: «Yo conocía a los monjes porque vivían cerca de mi casa. Desde chico quise ser como ellos y en cuanto pude, me les uní. Entrar a esa hermandad fue lo más hermoso y difícil que he hecho en mi vida. Tener la oportunidad de convivir con estas personas y tener esta vida siendo tan joven fue un regalo».

Reggio todavía recuerda los años en el claustro de los Hermanos Cristianos con cariño, pues fue durante ese tiempo que descubrió su pasión por el cine. «En 1962 vi Los olvidados, de Luis Buñuel. El filme fue una revelación para mí. Fue como ir a la iglesia o como yo sentía que ir a la iglesia debería ser», afirma Reggio. Sin embargo, no fue hasta 1970, cuando terminó su trabajo con los Hermanos de la Caridad, que decidió dedicarse a este arte.

De visita en el Perú el pasado mes de abril para participar en el ciclo de cine y debate interdisciplinario La Trilogía Qatsi: Sobre las Relaciones entre Cultura y Naturaleza, organizado por el Centro de Estudios Filosóficos y el Centro Cultural de la Católica en el marco de la campaña «Clima de Cambios», el cofundador y actual director del Instituto para la Educación Regional (Institute for Regional Education-IRE) en Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos, conversó con PuntoEdu sobre su opera prima, La Trilogía Qatsi, y su singular perspectiva del mundo actual.

En las tres películas que componen la trilogía Qatsi, se muestra la relación que se da entre el hombre, la naturaleza y la tecnología. ¿Cómo la definiría?

Mi tesis es que la tecnología ha sustituido al ambiente en el que vivimos. Primero, la naturaleza y luego la cultura. No solo digo que la tecnología tiene un efecto en la cultura, el medio ambiente o la economía, sino que ahora todos estos ámbitos de la vida se ubican dentro de ella. Esta se ha convertido en el ambiente en el que vivimos; es el huésped de la vida.

¿Qué entiende por tecnología?

Cuando hablo de tecnología no me refiero a los objetos que usamos, sino al ámbito tecnológico. Vivimos en tecnología, respiramos tecnología, nos relacionamos en tecnología. Esta es el nuevo «huésped» de la vida. Nosotros mismos nos estamos convirtiendo en tecnología.

¿Hay una manera correcta de relacionarse con ella?

No quiero negar la estrecha relación que hay entre hombre y técnica. Creo que parte de la naturaleza humana es la fabricación. Yo no me refiero a ese tipo de «tecnología» sino a aquella que está más allá del control humano, esa que tiene una vida propia y se ha convertido en el Frankenstein que describe el libro escrito por Mary Shelley. En ese sentido no tengo una respuesta a tu pregunta.

Entonces no hay forma de controlar este Frankenstein que hemos creado.

Para controlarlo yo haría algo radical ¿sabes? Irme al desierto durante seis meses o un año. Volvería cambiado y me reintegraría al mundo desde un centro de gravedad propio y no desde uno impuesto.

¿Es este un punto de vista ambientalista?

El ambientalismo no cuestiona la tecnología. El ambientalismo es como el bombero que llega a un incendio y en lugar de echar agua sobre el fuego, lo echa sobre el humo. No quiero que me malinterpreten: definitivamente creo que tenemos que proteger el ambiente, pero debemos darnos cuenta de que el problema va más allá.

En la trilogía Qatsi ha optado por la música y las imágines en lugar de las palabras. ¿Por qué?

Siento que el lenguaje ya no puede describir el mundo en el que vivimos. Como monje he cantado cantos gregorianos todos los días en latín y creo que la música, a diferencia de las palabras, está en comunión directa con el alma del que escucha. Es muy poderosa, puede movilizar a las personas, y si bien la música no tiene significado, está llena de significancia. Ese era el objetivo de estas películas; no significar algo determinado sino evocar ideas.

¿Y las imágenes?

Con las imágines busqué dar precisión. Al oponer una idea a otra quise transmitir un sentimiento Aquí también renuncié al significado específico para entregar una experiencia significativa. Cuando estas películas son observadas por un auditorio de cien personas espero que haya cien sensibilidades distintas y no un único punto de vista.

Las únicas palabras en esta trilogía son sus títulos –Koyaanisqatsi, powaqqatsi, y naqoyqatsi–, que no están en inglés sino en hopi. ¿por qué usar el lenguaje de los pieles rojas norteamericanos para titularlas?

Cuando estudias antropología usas categorías académicas subjetivas de tu cultura para analizar a las otras. Lo que yo he hecho es invertir eso. He tomado las palabras subjetivas de los indígenas para describir nuestro mundo y enfrentarlo a nosotros hacia nosotros. Esta trilogía no es acerca del Hopi, sino que toma su sabiduría para renombrar el mundo en el que vivimos.

Entrevista: Verónica Uribe. Foto: Giovanna Fernández

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