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“Imagina a un niño que pueda entender qué es el espacio al construir satélites”

El espacio era algo inalcanzable para el estudiante de ingeniería electrónica Robert ‘Bob’ Twiggs hasta que escuchó, a través de la radio, cómo el primer astronauta estadounidense, Alan Shepard, era enviado al mundo exterior. Era 1961 y Twiggs iba a terminar pronto su carrera. Aún estaba a 24 años de construir su primer satélite y a 40 años de crear el primer minisatélite de la historia, el ‘CubeSat’, que ha revolucionado la industria espacial. Luego de lanzar ocho satélites e inspirar que otros cientos hayan sido fabricados, el científico está seguro de que hay que acercar el espacio a más estudiantes y personas de otros rubros.

  • Robert 'Bob' Twiggs
    Profesor emérito de la Universidad de Stanford (EE.UU.)
  • Texto:
    Vanessa Romo
  • Fotografía:
    Christian Ugarte

Usted se había especializado en Ing. Electrónica pero terminó trabajando en tecnología espacial. ¿Cómo llegó a esta rama?

Siempre estuve interesado en el espacio pero no fue hasta cuando enseñé en la Universidad Estatal de Weber, en Utah, que apareció la idea de construir un satélite. Era 1982, casi 20 años desde que el primer hombre estadounidense había sido enviado al espacio y todos queríamos ser parte de esta experiencia. En 1985 tuvimos listo este satélite que pesaba unos 40 kilos y era grande como una pelota de básquet. Creo que la razón por la que funcionó fue porque ninguno de los 8 científicos involucrados y los 40 alumnos que participaron sabían algo sobre satélites.

¿No había mucha confianza en que lo lograran?

Todos nos dijeron que iba a ser casi imposible hacerlo pero fue una gran experiencia y decidimos hacer otro. Nos tomó cinco años hacerlo, pesaba 10 kg, y también funcionó. Estos procesos eran una buena experiencia para los estudiantes pero los precios se encarecían, así que en 1998 pensamos, con el Prof. Jordi Puig-Suari de California, que podríamos usar satélites cada vez más pequeños.

¿Cuál fue la reacción de la comunidad científica cuando propusieron ese tamaño de satélite?

Cuando hablábamos del ‘CubeSat’, este prototipo de minisatélite, la gente nos decía que era una idea tonta. No nos amilanamos y lo lanzamos en el 2003. Nuestra intención fue hacer posible que más estudiantes participen en este tipo de experiencias. Para ese entonces, ya habíamos comenzado el programa de satélites en la Universidad de Stanford. Cinco años después, en una conferencia de la Fundación Nacional para la Ciencia, se discutió el uso del ‘CubeSat’ para propósitos científicos y de repente la Fuerza Aérea ya lo quería, la Marina iba a usarlo.

A fines del 2015 ya había más de 200 de estos minisatélites lanzados. El problema es que cuando lo enviamos al espacio, en el 2003, costaba US$30,000 el lanzamiento y ahora cuesta US$120,000. Había que idear otro modelo de satélite para abaratar los costos.

¿Fue ahí cuando nació el ‘PocketCube’?

Así es. En el 2005 pensamos en crear un satélite que midiera un octavo del tamaño del ‘CubeSat’ y ese fue el modelo que usó luego la PUCP para los satélites que envió al espacio en el 2013.

¿Hay una intención de llevar este tipo de experiencias a otras personas, más allá de la comunidad científica?

Esa es la meta. Tú le preguntas a un niño qué le gusta de la ciencia y te responde: “dinosaurios y espacio”. Como no podemos fabricar dinosaurios (risas), entonces ¿por qué no acercarlos al espacio? Imagina a un niño que pueda entender qué es el espacio al construir satélites, ¿qué cosas logrará en la universidad? Estamos ofreciendo un aporte importante a la educación. Hemos conseguido que, dentro de un año, un cohete lance 96 nanosatélites, cada uno de US$5,000. Es un costo accesible para universidades o hasta para colegios. La PUCP también va a tener pequeños satélites en este lanzamiento.

La idea es acercar el espacio a cualquiera que quiera tener la experiencia, entonces…

El lanzamiento de octubre del 2017 será histórico porque tendrá a más gente común y corriente involucrada en el espacio que nunca antes. Hace unos 30 años, este tipo de tecnología solo era propiedad de las grandes compañías o de gobiernos, luego dimos el paso para que la apliquen universidades y sería bueno que pronto hasta niños de Inicial tengan su satélite volando. Necesitamos a artistas y personas de más disciplinas creando para el espacio. Me recuerda mucho a lo que pasó con las aplicaciones para celulares, donde, más que científicos, participan personas que tienen un problema por resolver en diferentes rubros. En la historia hemos invertido mucho en el espacio, y es momento que este devuelva esos frutos a la persona común y corriente. Ahora podemos hacer experimentos biológicos con células madre en el espacio, donde se sabe que crecen diez veces más rápido y con más pureza, hasta podremos encontrar curas de enfermedades.

¿PARA QUÉ NOS VISITÓ?
Evento: Charla magistral “Satélites pequeños y ciencias del espacio”
Organizadores: Instituto de Radioastronomía Inras – PUCP

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