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“Este es un buen momento para ser periodista”

Mario Jursich trabajó durante veinte años en la revista El Malpensante y ahora, junto a Alberto Salcedo Ramos, dirige en Colombia un programa radial llamado “Del Canto al Cuento”. Llegó al Perú para asistir al Encuentro Internacional de Periodismo, organizado por la Cátedra Mario Vargas LLosa que se desarrolló en el Centro Cultural de la PUCP.

  • Mario Jursich
    Periodista y escritor colombiano
  • Texto:
    Nancy Vargas
  • Fotografía:
    Fernando Criollo

¿El Malpensante empezó como una revista literaria para convertirse en un referente periodístico?

Hay que considerar que El Malpensante es una revista literaria que acabó dedicándose al periodismo porque mucha gente que escribía periodismo de largo aliento no tenía donde publicar. El periodismo siempre fue bienvenido aunque tuvo un comienzo como azaroso y accidental, luego nosotros mismos empezamos a hacer muchas crónicas y a encargar específicamente textos de ese estilo. Es una revista que pertenece completamente a una sola persona que se llama Andrés Hoyos. En los momentos difíciles, si no había dinero, el señor Hoyos acudía al rescate. Durante el tiempo que trabajé ahí, solo respondía frente a una persona y esa persona estaba muy jugada a favor de la democracia, la transparencia y la verdad. Se discutieron muchas cosas, pero no puedo recordar un solo caso en el cual el señor Hoyos haya intervenido en el contenido de la publicación.

¿Cuál ves que es la situación del periodismo en Latinoamérica? ¿Se puede contar la verdad y además tener clics?

Aunque está en crisis a mí me parece que el periodismo está a punto de entrar en una época de oro. Es verdad que ha sido muy cuestionado, lo que ha lo ha obligado a repensarse, corregirse y a plantearse un nuevo camino. Por ejemplo, el New York Times, que está enfrentado con el presidente de su país, sabe que en esa batalla no pueden dejar ningún flanco descubierto y está tratando de hacer un periodismo modélico en la reportería, el seguimiento de las fuentes y la escritura. Si ese ejemplo virtuoso empieza a reproducirse en otros medios, me parece que vamos a empezar a ver un periodismo de altísima calidad. Me da la impresión de que el periodismo está recobrando confianza en sí mismo y eso, al menos a mis ojos, es un signo positivo. Miremos la reapertura de departamentos de investigación que habían sido cancelados en casi todos los diarios de América Latina como una noticia alentadora. Evidentemente estamos en una crisis, nadie sabe muy bien cómo va a ser el rostro del periodismo en el futuro, pero mientras tanto tenemos que probar todo lo que esté a nuestro alcance.

¿Qué crees que le falta experimentar al periodismo?

Hace un par de años decían esto se acabó, todo el mundo puede ser periodista, todo el mundo puede armar su propio medio. Nada de eso ha resultado cierto, conviene que en la sociedad haya un cuerpo experto en el tratamiento de los hechos. Habiendo regresado a esa normalidad, en el periodismo de ahora hay un campo enorme para la experimentación, para probar cosas que pueden parecer disparatadas. Yo suelo citar un ejemplo que hizo Sergio Dahbar, editor general del periódico El Nacional de Caracas. Un día llega a un consejo de redacción y propone hacer una novela por entregas como hacían los periódicos en el siglo XIX, como un folletín. Los días que salía, la venta del periódico casi se duplicaba. Lo que esto significa es que los periódicos se volvieron convencionales para los lectores, no sorprenden. Estos experimentos devuelven emoción al periodismo, a los periodistas, pero también a los lectores, eso es lo que tenemos que hacer.

¿Cómo ves que se abordan los temas culturales en el periodismo latinoamericano?

Lo que noto es que la cultura a menudo es la cenicienta en los medios, tiene el menor número de páginas y, por lo general, aparecen al final de las publicaciones. Lo que falta en el periodismo cultural es demostrar la profunda incidencia que tienen libros, obras de teatro o películas en el discurso público. A mí siempre me ha interesado entender cómo un artefacto de lo que llamamos cultural se convierte en motivo de reflexión pública.

Entonces, ¿qué debería pasar con el periodismo cultural´?

El periodismo cultural se ha vuelto como una cámara de intereses ajenos al propio periodismo. ¿Por qué si alguien de la redacción lee por primera vez El Quijote y queda deslumbrado no puede escribir una reseña sobre eso? Ese es el punto de vista móvil, sorpresivo que me parece que hace falta ahora en el periodismo. En mucho periodismo cultural siento que ni la misma gente que lo escribe cree en lo que está diciendo. Lo que noto es desgano, languidez, el periodismo cultural se volvió una forma sofisticada de aburrimiento. Hablan de un montón de cosas que al parecer no le interesan a nadie ni siquiera a la persona que lo está escribiendo. Frente a eso uno puede reinventar completamente todo. Yo creo que este es un buen momento para ser periodista, sabiendo que a uno le van a tocar cosas difíciles, pero ahí hay una cuestión vocacional. Porque en general, en la vida, todo es así, si no hay un vínculo pasional con lo que uno hace es difícil que lo haga bien. Hay una frase de Bukowski que me gusta mucho y dice: “encuentra lo que puedas amar y deja que te mate”. Se trata de eso.

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