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“Esta crisis nos está confrontando con las desigualdades que persisten en nuestro país”

¿Cómo puede el Estado afrontar el impacto de COVID-19 en el ámbito rural? Nuestra docente del Departamento de Ciencias Sociales asegura que es importante realizar una estrategia de prevención desde una aproximación territorial que conjugue la mirada intersectorial e intergubernamental. Conoce más en esta entrevista.

  • Silvana Vargas
    Directora Académica de Responsabilidad Social y profesora del Departamento de Ciencias Sociales
  • Texto:
    Oscar García Meza

En su columna Lo social en tiempos de coronavirus (La República), menciona cambios importantes en cuatro frentes. ¿Piensa que también habrá un cambio en la brecha de desigualdad en nuestro país, considerando que esta crisis nos ha enseñado que nuestro propio bienestar depende del bienestar del otro?

Esta crisis nos está confrontando con las desigualdades que persisten en nuestro país. En primer lugar, en el 2019, la FAO advertía que si bien la pobreza rural en América Latina había registrado una reducción importante entre el 2002 y el 2014, esta había dejado de disminuir e incluso desplegaba un incremento en algunos países. La crisis intensificará la magnitud de las brechas de pobreza y desigualdad en el ámbito rural en cuanto a la provisión y alcance de la oferta pública, debido a que la emergencia implicará un repliegue hacia el ámbito urbano para atender las nuevas brechas que se generarán.

Nuestro bienestar individual depende, hoy más que nunca, del bienestar del otro».

En segundo lugar, la crisis plantea una oportunidad para acortar las brechas en la generación de conocimiento sobre las dinámicas de cambio y permanencia en el ámbito rural. Hoy sabemos que “lo rural” es una categoría insuficiente para entender las trayectorias de ida y vuelta en relación con “lo urbano”. Ya no es posible entender lo uno sin lo otro. Por último, la crisis nos obliga a comprender que cerrar las brechas de bienestar de la población implica aproximaciones multidimensionales que, ineludiblemente, suponen salir de nuestro ensimismamiento individual, profesional y académico. Nuestro bienestar individual depende, hoy más que nunca, del bienestar del otro.

¿De qué manera, desde la academia, se puede fomentar que cada vez haya menos brechas de desigualdad respecto al sector rural de nuestro país?

La academia tiene una enorme responsabilidad de contribuir a la reducción de las brechas de desigualdad en general. No obstante, dado que este sector se encuentra invisibilizado, el reto es mayor. Para un habitante urbano promedio, la población de los espacios rurales es, fundamentalmente, proveedora de alimentos y no sujeto de derechos. Frente a ello, la academia juega un rol clave para transitar del “sentido de calamidad” al “sentido de oportunidad” en el que se abren oportunidades de aprendizaje colectivo.

Esto implica desarrollar estrategias disruptivas y territorialmente situadas, apoyadas en tres líneas: formación con conciencia crítica y compromiso social, a través de la actualización permanente de las mallas de los cursos, espacios formativos extracurriculares y procesos de tutoría y acompañamiento; generación de conocimiento con impacto social, a través de la definición conjunta de agendas de investigación y el trabajo de grupos interdisciplinarios en diálogo con las prioridades del país; y articulación de iniciativas de vinculación con el entorno, a través de intervenciones de responsabilidad social que conecten saberes, voluntades y solidaridad en espacios territoriales específicos.

Para un habitante urbano promedio, la población de los espacios rurales es, fundamentalmente, proveedora de alimentos y no sujeto de derechos».

¿Cuál debería ser la estrategia de prevención del coronavirus para el ámbito rural por parte del Estado?

En este mismo momento nos jugamos, como país, la oportunidad de consolidar una estrategia de prevención para el ámbito rural desde una aproximación territorial que conjugue la mirada intersectorial e intergubernamental. El éxito de un país frente a la pandemia se medirá no solo en la efectividad de su capacidad de respuesta sino también en la de su capacidad de previsión. En cuanto al ámbito rural, propondría una estrategia que involucre cinco componentes: comunicacional, a través de la provisión oportuna de información sencilla y culturalmente pertinente que oriente y, a la vez, tranquilice a la población; fortalecimiento de espacios de organización local ya existentes para canalizar las medidas que se adopten en diálogo con los saberes y prácticas de la población; implementación de medidas de protección social de corto plazo, orientadas a generar condiciones para aliviar las consecuencias de la crisis en diálogo con los actores locales; activación de medidas para proteger y promover la producción agraria como parte de las estrategias de vida de esta población y la seguridad alimentaria del país; y apoyo a los procesos de gobernanza local con énfasis en el rol de los municipios que son claves en la toma de decisiones en el territorio frente a la crisis.

El Midis está otorgando un bono económico de S/ 380 a las familias en situación de pobreza y extrema pobreza. ¿De qué manera se debe entregar este monto, a fin de que las personas del sector rural no se acerquen a las áreas urbanas y corran el riesgo de contagiarse?

El bono está dirigido, fundamentalmente, a hogares en situación de pobreza y pobreza extrema del ámbito urbano. El Midis dispone de un conjunto de intervenciones de protección social dirigidas a la población que habita el ámbito rural, como los programas de transferencias monetarias Juntos, Pensión 65 y Contigo. A fin de que continúen operando, entiendo que se ha previsto diversas estrategias. Entre ellas, adelantar los pagos, promover activamente el lavado de manos de los usuarios de los programas, trabajar activamente con los gobiernos locales, combinar estrategias para la realización de transferencias evitando la aglomeración de personas, etc. No obstante, vale destacar que el sector rural dista mucho de ser homogéneo y el Midis lo sabe. En esa línea, la evaluación oportuna y adaptación inmediata de estas estrategias será clave para contener la propagación del virus.

Es clave dejar de leer al Perú desde Lima para hacerlo desde las dinámicas regionales y territoriales».

¿En qué medida las áreas rurales estarán en la posibilidad de prevenir la propagación de COVID-19 dado que en muchos lugares no hay acceso al agua y alcantarillado? ¿Mejorarán los diagnósticos de casos del sector rural a través de las llamadas pruebas rápidas?

Como indicábamos, esta pandemia ha evidenciado las enormes brechas que enfrentamos como país, particularmente, en el sector rural. Con relación al tema del agua, según el estudio Perú: Formas de acceso al agua y saneamiento básico Nro 7, elaborado por el INEI en octubre del 2019, un 24.7% de la población rural no tenía acceso al agua por red pública, sino que se abastece, mayoritariamente, a través de ríos, acequias o manantiales. En esa línea, el gran reto es la provisión de agua segura y la entrega oportuna de kits de higiene. En cuanto al tema de las pruebas rápidas, de plantearse la desconcentración de su uso, el rol de las direcciones regionales y/o los establecimientos de salud será clave. En cualquier caso, la vinculación e involucramiento de los gobiernos locales será, reiteramos, fundamental dado su conocimiento y experiencia asociada con las dinámicas del territorio.

¿Qué papel juega la academia frente a la pandemia?

En suma, la crisis supone también una oportunidad para repensar y replantear el rol de la universidad frente al país. Es clave dejar de leer al Perú desde Lima para hacerlo desde las dinámicas regionales y territoriales. El rol de espacios, como la Red Peruana de Universidades (RPU), es estratégico para trabajar en diálogo con el Estado desde una apuesta de trabajo interuniversitario que haga aún más nítida la posibilidad de pensarnos como país desde nuestras diversidades y fortalezas. Hoy toca consolidar aquello que nos vincula y la PUCP tiene claro su rol en esa tarea.

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