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"Se debe invertir en tener mayor información sobre los sismos que suelen ocurrir"

Dr. Ernesto Heredia

Ernesto Heredia es doctor en Investigación de Operaciones e Ingeniería Civil en la Universidad de Princeton y docente del Programa de Posgrado en Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. El especialista vino a la PUCP invitado por nuestra Maestría en Ingeniería Civil para dictar clases magistrales.

  • Dr. Ernesto Heredia
    Docente del Programa de Posgrado en Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
  • Entrevista :
    Mariana Huamanchumo
  • Foto:
    Renato Pajuelo

El Perú, país ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, se encuentra siempre bajo amenaza de sismos. Esto, sumado a los más de 200 años transcurridos desde el último movimiento de gran magnitud, ha llevado a los expertos a advertir a los peruanos sobre la inminencia de un terremoto.

Así, la prevención es sumamente importante. En esta entrevista, conversamos con el Dr. Ernesto Heredia, egresado PUCP y actual docente del Posgrado de Ingeniería de la UNAM, sobre las estrategias y tecnologías que los países deben implementar para evitar pérdidas humanas y materiales ante la eventualidad de un sismo.

Perú es un país sujeto permanentemente a la amenaza de un movimiento sísmico. ¿Cómo podemos evitar que el fenómeno natural se convierta en desastre?

Frente a un sismo, hay tres cosas que un país puede hacer para evitar un desastre. Primero, conocer mejor el fenómeno. Se debe invertir en tener mayor información sobre los sismos que suelen ocurrir. Para eso, es necesario instalar, en diversas zonas, aparatos que registren las aceleraciones del suelo durante un temblor. Esta información instrumental ayuda a entender las características de la propagación de las ondas sísmicas y a desarrollar mejores modelos que pronostiquen con cierta probabilidad la intensidad de los sismos en el futuro.

Segundo, es fundamental clasificar las zonas identificando aquellas de mayor peligro, en las que se espera que la intensidad del movimiento sea mayor o que se produzcan deslizamientos de laderas. En esas zonas, se deben tomar medidas especiales y efectuar diseños más confiables o, si el riesgo es muy alto, no se debería construir.

Tercero, es necesario reducir la vulnerabilidad de las edificaciones. Las estructuras deben estar diseñadas y construidas para ser capaces de tener un desempeño adecuado durante un sismo de gran magnitud y, así, evitar colapsos.

«Las lecciones aprendidas en México reflejan la importancia de la información instrumental, que nos permite comprender mejor los fenómenos. Hay redes de acelerógrafos instalados en toda la capital y la zona metropolitana que permiten recopilar registros sísmicos. Esto hace posible una mejor caracterización del fenómeno de amplificación de las ondas sísmicas y permite desarrollar modelos más confiables de la respuesta sísmica de las edificaciones».

¿Qué distingue a los sismos producidos en Ciudad de México de los producidos en Lima?

El caso de la ciudad de México es muy distinto al de la capital peruana. Lima está situada en la costa, por lo que sus sismos son superficiales. Suceden justo cuando la placa oceánica de Nazca se introduce por debajo de la placa continental de Sudamérica.

En cambio, Ciudad de México está situada aproximadamente a 350 km de la costa del Pacífico, donde se encuentra la fuente sísmica. A medida que las ondas viajan por la corteza terrestre, pierden energía. Entonces, en teoría, debería producirse un movimiento muy leve. No obstante, como una parte de la ciudad está situada sobre una capa de suelo muy blando, por encima de la base rocosa, el movimiento se amplifica. Es como si se tratase de una gelatina sobre un plato. Cuando agitas levemente el plato, la gelatina tiembla fuertemente. Aunque las ondas que alcanzan a la roca ya están debilitadas, el movimiento es suficiente para producir un movimiento importante en la superficie. Esto se ve claramente en los registros sísmicos del centro de la ciudad, donde el suelo es particularmente blando. 

Lima es una ciudad marcada por la informalidad de sus construcciones y por los problemas en la gestión de territorio. ¿Cuáles son los riesgos que esto podría implicar?

Es una combinación de los dos factores que incrementan el riesgo. Si estamos construyendo en una zona de alto peligro y las construcciones no tienen ningún tipo de ingeniería desarrollada para lograr un comportamiento sismorresistente, entonces la posibilidad de pérdidas materiales y humanas se incrementa significativamente. 

México es un país que ha venido afrontando múltiples terremotos en los últimos años. ¿Qué podemos aprender de su gestión del desastre en lo que refiere a prevención y a respuesta?

Las lecciones aprendidas en México reflejan la importancia de la información instrumental, que nos permite comprender mejor los fenómenos. Hay redes de acelerógrafos instalados en toda la capital y la zona metropolitana que permiten recopilar registros sísmicos. Esto hace posible una mejor caracterización del fenómeno de amplificación de las ondas sísmicas y permite desarrollar modelos más confiables de la respuesta sísmica de las edificaciones.

Otra lección importante es la que compete a la normativa sobre diseño sismorresistente. Las normas han evolucionado incorporando especificaciones aportadas por investigaciones realizadas en universidades mexicanas. Esto incide directamente en la reducción de la vulnerabilidad de las estructuras.

También debe señalarse la zonificación. Se han estudiado los tipos de suelo y la manera en la que la intensidad del movimiento sísmico cambia en las diferentes áreas de la ciudad. Finalmente, destaco la educación de la población para estar preparada con anticipación, y saber qué hacer durante y después de un temblor.

¿Qué tipo de tecnologías se vienen desarrollando desde la ingeniería sísmica para prevenir daños?

Si entendemos la tecnología como un “saber hacer”, podemos hablar de dos grandes campos. El primero se refiere a la estimación del peligro sísmico, es decir, a poder pronosticar la intensidad del próximo sismo en términos de probabilidades. La intensidad se mide en términos de la máxima aceleración que experimenta el suelo o en función de los desplazamientos máximos esperados de una estructura.

El segundo tiene que ver con los métodos de diseño de las edificaciones y con el desarrollo de mecanismos de aislamiento o de control de la respuesta sísmica. Los primeros permiten aislar la edificación del suelo, de manera que, en caso de un sismo, la cimentación se mueva, pero ese movimiento no sea transmitido a la construcción. Los de control son dispositivos instalados en la misma estructura, que regulan su comportamiento evitando grandes deformaciones. 

¿Este tipo de tecnologías se desarrollan en espacios como el posgrado de la PUCP o de la UNAM?

Sí, este tipo de tecnologías se desarrollan en las universidades o en proyectos de innovación conjuntos con empresas. Son investigaciones de primer nivel. 

¿Los países de Latinoamérica están implementando estas tecnologías?

Sí, estas tecnologías están muy presentes en Chile. En Perú, también pueden encontrarse. De hecho, aquí en el campus tenemos el edificio de aulas del Complejo de Innovación Académica (CIA), que cuenta con dispositivos de aislamiento sísmico. Son unos cilindros de color negro de altura pequeña sobre los que se apoyan las columnas de la construcción y que se alcanzan a ver en el estacionamiento subterráneo. 

Etiquetas:
ingeniería
Sismos

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