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"En didáctica, la única gran receta es que no hay recetas"

Invitado de honor al IV Coloquio Internacional Sobre Enseñanza de las Matemáticas, llevado a cabo en febrero en nuestra Universidad, Miguel R. Wilhelmi, catedrático e investigador español especialista en didáctica de dicha disciplina, apuesta por una forma más interactiva de educar en lugar de la mera repetición de conceptos básicos.

  • Miguel Wilhelmi

¿Cómo formar profesores que sean buenos educadores?
En didáctica, la única gran receta es que no hay recetas. La formación de los futuros maestros –de primaria, inicial o secundaria– tiene que girar, primero, en torno a una reflexión sobre las matemáticas que quieren enseñar y, segundo, en cómo plasmarlas en interacción con los alumnos, teniendo en cuenta las restricciones institucionales.

¿A qué restricciones se refiere?

Uno no puede hacer lo que quiera; tiene que adecuarse al currículo oficial del Estado y al del centro en el que se trabaja. Por lo tanto, la formación tiene que partir en equilibrio con ello, y luego analizar las necesidades matemáticas de los alumnos, su desarrollo cognitivo y las posibles situaciones que se pueden proponer. Es decir, uno puede hacer muchas cosas, pero como mínimo tieneque cumplir lo que el Ministerio de Educación propone.

No es la primera vez que visita nuestro país. ¿Cómo ve la realidad docente peruana?

Yo he trabajado ocho años en el norte del Perú y tuve la oportunidad de colaborar con el Plan de Capacitación Docente. Tuvimos a nuestro cargo la elaboración de fascículos autoinstructivos para los profesores de secundaria. La diferencia radical con España se da con la formación de base de
los profesores, no en cuanto al currículo. Allá los profesores tienen una educación exclusivamente
en matemáticas por cinco años y luego tienen un pequeño reciclaje en psicopedagogía. El escenario es diferente aquí porque los profesores alcanzan una licenciatura en Ciencias de la Educación con Especialidad en Matemáticas. Por lo tanto, mientras en el pilar psicopedagógico están mejor «calzados», no lo están en el lado matemático.

¿Por qué cree que ocurre esto?

Porque Perú adoptó una estructura educativa de las escuelas antiguas. Sería deseable que la formación matemática aumentara un poco, así como los especialistas en didáctica, algo que considero difícil porque esta ciencia es muy joven –nació en los años 70– y es probable que no exista personal calificado para eso en el país; de hecho en España es un problema no del todo resuelto.

¿El perfil de quien estudia ciencias es el de aquél muchacho solitario que nunca va fiestas?
Para nada, es un cliché absoluto.

Sin embargo, es difícil escuchar a un niño decir que quiere ser matemático. Para muchos incluso no es su materia preferida.
Tampoco te dicen que quieren ser políticos, economistas o periodistas porque visualmente estas carreras no son atractivas. Ser paracaidista es muy «chulo» (bacán, cool), ¡imagínate, tirarte de un avión!

¿Cómo hacer de las matemáticas una materia llamativa?

Hay que darlas en su estado puro. Hay un dicho que reza que quien se toma la vida demasiado en serio y el juego demasiado en broma, pues no sabe ni de lo uno o de lo otro. Las matemáticas pueden hacerse con juegos, con situaciones en las que uno tiene que arriesgar, opinar, conjeturar y por ahí es por donde tienen enganche. No es solo la repetición de lo que el maestro sesudo y muy sabio te dice, sino la pelea con el problema para intentar llegar a una solución, así como la
discusión con el compañero. Esto se une al problema en el Perú. Hay que darle una carta de ciudadanía al error en las clases. Los niños tienen derecho a equivocarse porque si entran en una situación de aprendizaje es porque lógicamente no conocen algo. Aquí se castiga mucho el error. Se le pregunta constantemente: «¿Qué nota has traído?», y este dice: «Yo he ido al cole’, he estado con mis amigos», porque no entiende la presión por resultados inmediatos de los adultos. Se debe ver la educación como un proceso de largo término en lugar de pensar que es la sucesión de
pequeños momentos intrascendentes, siempre con el riesgo de ser censurado, criticado y valorado por los errores y no por el proceso.

¿Qué perfil tiene el educador actual?
Ha existido un cierto movimiento a introducir problemas en la escuela, pero también hay que proponer situaciones. Las matemáticas tienen que surgir en la medida que sean necesarias. Si yo quiero contar algo, pues lo hago: uno, dos, tres manzanas… pero si quiero medir una mesa, me doy cuenta de que necesito otros números.

¿Existe un ambiente ideal para enseñar matemáticas?
La clase tiene que pasar de ser una lección con pupitre profesor- alumno a ser una comunidad de personas que intentan encontrar algo. La labor del profesor no es tanto dictar la asignatura, sino proponer situaciones que el alumno tenga que afrontar.

Escribe: Diego Grimaldo. Foto: Guadalupe Pardo.

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