"El problema principal que atraviesa la democracia en Chile y Perú es la crisis de legitimidad"
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Carmen Ilizarbe
Profesora del Departamento de Ciencias Sociales
Entrevista:
Mariana Huamanchumo
En un trabajo conjunto de los departamentos académicos de Ciencias Sociales y Derecho de la PUCP, se celebró la conferencia “La democracia en crisis: Perú y Chile en perspectiva comparada” el pasado jueves 5 de octubre. El evento apuntó a divulgar algunas de las ideas abordadas durante un taller en el que especialistas nacionales e internacionales discutieron las trayectorias democráticas de ambas naciones.
La conferencia contó con la participación de Gabriel Negretto, de Argentina; Sofía Donoso y Claudia Heiss, de Chile; y Omar Coronel, Francisco Eguiguren y Santiago Pedraglio de la PUCP. La Dra. Carmen Ilizarbe, organizadora del evento y profesora del Departamento de Ciencias Sociales, nos cuenta en esta entrevista sus reflexiones sobre el debilitamiento de la democracia y sus posibilidades de recomposición.
¿Por qué hablamos de democracia en crisis en Perú y Chile?
La democracia se asienta en el apoyo que la sociedad ofrece a las acciones de los políticos. Asimismo, es un sistema en el que la prioridad es el bienestar de la ciudadanía. Por lo tanto, dentro de este orden político la gente tiene derecho a tener expectativas de calidad de vida y de respuesta a sus demandas, mucho más si estas son urgentes. Cuando la capacidad de respuesta del gobierno no es la adecuada, se generan fricciones, el respaldo se pierde. Esta es la situación de ambos países, con presidentes sin apoyo popular e instituciones que enfrentan la rabia o el desinterés de la población. El problema principal que atraviesa la democracia en Chile y Perú es la crisis de legitimidad.
¿Cómo explicar la desarticulación de la sociedad peruana?
Cada país debe leerse desde los elementos y las estructuras que condicionan su discurrir. La historia del Perú está marcada por el militarismo y la verticalidad, pero también por tradiciones sociales y políticas que apuestan por un proyecto democrático. En líneas generales, es posible hablar de tres factores de desarticulación.
Está el conflicto armado interno, que tuvo costos altísimos para el país: más de 70 mil muertos y 15 mil desaparecidos, familias diezmadas, partidos políticos desarticulados. Se perdieron líderes y lideresas sociales de organizaciones campesinas, eclesiásticas, urbanas, etc.
Por otro lado, la transición democrática no se hizo cargo de fortalecer a la sociedad o asegurar educación y salud. Simplemente se apuntó al crecimiento económico dentro de un régimen neoliberal. Este orden ha sido pernicioso para un tejido social ya gravemente debilitado, pues ha obstaculizado el gasto social del Estado y, con ello, la atención de demandas urgentes en el Perú.
Como último factor, está la pandemia, que mató al triple de personas en tan solo dos años. El Estado peruano no asume su responsabilidad ni ve por las condiciones de vida de los damnificados. Seguimos en este proceso de debilitarnos, pues nos distanciamos de las miserias del otro. Las democracias se asientan en sociedades sanas y nosotros hemos descuidado mucho este aspecto.
¿Por qué las modificaciones constitucionales se han convertido en símbolo de cambios, tanto en Chile como en Perú?
En el imaginario político, los procesos constituyentes reflejan la voluntad popular. No obstante, históricamente, son decisiones que se toman desde el gobierno. Esto es claro en el reciente estallido social de Chile. Allí, la exigencia inicial no fue un cambio de Constitución, sino demandas concretas, referidas al alza del costo de vida y a las deudas estudiantiles. A esta revuelta, inicialmente juvenil, se plegaron otros grupos socialmente marginados: organizaciones feministas, personas de género diverso, indígenas, etc. Ante una situación inmanejable, el gobierno chileno respondió con la alternativa de una nueva Constitución. La propuesta fue acogida de manera variable, con sectores a favor y en contra. Aquí está el principal problema del proceso constituyente chileno: en su origen, no se trató de una iniciativa popular. No toda la sociedad estuvo embarcada en este proyecto, de modo que nació debilitado.
Esta es una reflexión importante para un país como el Perú. Aquí ha crecido la idea de una asamblea constituyente como una posible alternativa para los graves problemas que tenemos. Sin embargo, no es una demanda mayoritaria en la sociedad.
¿Qué es lo que podemos aprender del proceso constituyente emprendido en Chile?
Más allá del desenlace de este proceso, podemos destacar que ahora Chile va en un derrotero distinto al que la Constitución de Pinochet había trazado. Ahora están en un ámbito diferente, intentando crear los espacios de debate que la sociedad merece y modificar una democracia que heredó de manera acrítica mucho de la dictadura. Esta es una lección importante para el Perú. Aquí, cuando cayó Fujimori, ni el gobierno de transición ni los actores políticos pusieron en cuestión la Constitución o el modelo neoliberal implantado verticalmente. Esto ha tenido una serie de secuelas en nuestra democracia, de las que nos debemos hacer cargo ahora. Tenemos el derecho a discutir alternativas para virar en una dirección que nos asegure mejores expectativas de vida como sociedad en el siglo XXI.
¿Cuál es el papel de la academia en esta crisis?
Nuestro trabajo es hacer investigación y tratar de responder a preguntas que son importantes para potencialmente mejorar la práctica política. Apuntamos a entender y proponer, ver potenciales salidas o llamar la atención sobre conductas que son peligrosas. Asimismo, es importante la divulgación, esforzarnos por que la información que brindamos sea comprensible y llegue a todo aquel que la necesite. Para esto, es fundamental el debate. Esa era la idea del taller privado y de la conferencia: generar un espacio en el se pueda discutir la trayectoria de ambos países a partir del conocimiento sociológico, político e histórico. De esta manera, fue posible ofrecer una mirada compleja de la situación de dos naciones que se encuentran en un momento crítico.
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