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Dickens, un clásico de siempre

  • Alonso Cueto
    Escritor y profesor del Departamento de Humanidades

Incluso quienes no lo han leído conocen algunos de los personajes de Charles Dickens. Figuras como el huérfano Oliver Twist o el avaro Scrooge en Una historia de Navidad son parte de nuestra cultura, como ocurre con los personajes de otros grandes escritores. Periodista, actor, viajero incansable, Dickens fue el primero de todos los escritores en el mundo en alcanzar una fama que movió a masas de lectores tanto en América como en Europa desde la primera mitad del siglo XIX. Su biógrafo más autorizado, Peter Ackroyd, cuenta que cuando llegaban los lotes de libros a los puertos de Nueva York, un grupo de lectores se acercaba a recibirlos, para ver qué había ocurrido con los personajes. En una ocasión, cuando llegó una entrega de La pequeña tienda de antigüedades, los estibadores les preguntaban a los marineros ingleses, gritando desde el muelle, si la pequeña Nell había muerto.

Charles Dickens, cuyo bicentenario se celebra este año en todo el mundo, es un escritor ejemplar en el arte de contar historias. Sus argumentos tienen estructuras dosificadas y fluidas, animadas por la intriga. Sus personajes viven peripecias en todos los ambientes sociales y por ello sus novelas se ven como frescos de su tiempo. En su amplia galería encontramos al siniestro Bill Sykes que asesina a su novia, la bella y valiente Nancy que aún lo ama; y a la enigmática Miss Havisham que continúa encerrada en la oscuridad, con el vestido de novia puesto luego de muchos años de su boda frustrada; y al avaro Scrooge que desprecia al género humano y que recibe una iluminación una famosa noche de Navidad. Están también el inocente Pip y el peripatético Nicholas Nickleby y el ingenioso y torvo Fagin, que personificó en el cine Ben Kingsley y antes Ron Moody, y también la delicada y trágica Emily, de David Copperfield, su novela más autobiográfica. Gracias a la pasión que despertaban estos personajes, una multitud lo recibía en sus presentaciones públicas y lo obligaba a saludar con la mano en alto, como un iluminado. Cuando se publicó “Una Canción de Navidad”, la celebración navideña había decaído y fue gracias a esta novela corta que volvió a celebrarse con fervor. Este es solo uno de los aportes que se registran en Seis cosas que Dickens dio al mundo moderno, que ha recordado hace poco la BBC.

Viviendo de los ingresos de sus libros, viajando a muchos países a encontrarse con sus lectores, Dickens fue el primer ejemplo de lo que hoy llamamos un escritor profesional. Desde que sus libros aparecieron, nunca han dejado de circular en grandes cantidades, y se cuentan más de doscientas adaptaciones de sus novelas al cine. La primera de ellas, Los papeles de Pickwick corresponde al cine mudo. Hoy sigue siendo un autor de masas con lectores en el mundo entero. Por otro lado, la vida de Dickens fue tan intensa como la de sus personajes. La solidaridad, la crueldad, el egoísmo, el amor, forman parte de su galería de emociones. Puede decirse por ello que en sus novelas, “la vida brota a borbotones”. Una de las razones por las que esa vida se ha vuelto parte de la de sus lectores es que Dickens siempre creyó que el ser humano es un animal de pasiones extremas. Nadie es más inocente que Oliver, nadie es más cruel que Sikes, nadie es más solitaria que Mis Havisham. Pocos escritores nos han conmovido como Dickens. Podemos decirlo, ahora que sus lectores cumplen doscientos años.

Mañana jueves a las 7:30 p.m. se inicia el Conversatorio 200 años con Charles Dickens, que se extenderá hasta el 12 de octubre.

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