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De la estrecha moral a la humanización de la sexualidad

Las declaraciones del Papa Benedicto XVI tomadas del libro de entrevistas, Luz del mundo, realizadas por Peter Seewald, y adelantadas por LOsservatore Romano sobre el uso, en «algunos casos justificados», del preservativo han ocasionado polémicas en muchos sectores católicos y no católicos del mundo.’

  • Rolando Iberico Ruiz
    Docente del Departamento Académico de Teología

Es la primera vez que un Papa habla desde una perspectiva más honda sobre un tema tan delicado en la vida de la Iglesia, y que genera constantes enfrentamientos entre las autoridades civiles y eclesiásticas, tal como hemos visto en estas semanas tras la decisión del Ministerio de Salud de repartir preservativos.

Benedicto XVI ha apostado, desde una perspectiva más profunda, por afrontar el tema de la sexualidad para que no nos aferremos a una moral estrecha, que en algunos sectores de la Iglesia se ha convertido en una manera de forjar la identidad del católico, sino desde una aproximación más honda, exigente, y a la vez más comprensiva sobre la realidad humana en torno a la sexualidad. El papa Benedicto XVI considera que el uso de un profiláctico, en algunos casos, puede convertirse en un «primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad» que va unido a la consciencia «de que todo no está permitido y no se puede hacer todo lo que uno quiere». Como ha mencionado el padre Federico Lombardi,  vocero del Vaticano, el Papa nos ofrece de esta manera no un cambio revolucionario, como algunos pueden y quieren pensar, sino el regreso al fundamento contenido en la experiencia creativa que el cristianismo aporta a cada creyente: el saber reconocer los caminos que nos hagan más humanos, que nos hagan constructores del Reino de Dios ahora. La fidelidad a Cristo y a su Iglesia se da en el amor a cada ser humano, y en cómo nos humanizamos y humanizamos a nuestro prójimo.

En consecuencia, la distribución de profilácticos no resuelve los problemas derivados de la sexualidad, sino solo una integral y profunda educación humana de la sexualidad que requiere la participación de toda la sociedad. Por ello mismo,  no se trata de desechar la moral sexual católica como si fuera una rémora inservible para el aggiornamento de la Iglesia, sino comprender que ella existe para humanizar la sexualidad como ha planteado el papa Benedicto XVI (1). Una humanización que comienza en promover, desde el cristianismo, una visión antropológica y de las relaciones interpersonales ancladas en la fe en Jesús, hijo de Dios encarnado en nuestra humanidad. Este camino es el más difícil pues requiere aprender a dialogar con las nuevas corrientes de pensamiento, de adoptar los avances de la psicología y cualquier otra rama que hable sobre el hombre, siempre con miras a tener una visión más amplia sobre cada mujer y hombre. Se trata de humanizar las relaciones entre las personas de no banalizarla con el uso del preservativo – como afirma el Papa – sino de ver en la sexualidad una «expresión de amor», de encuentro responsable.

El Papa Benedicto de esta forma no ha replanteado ni revolucionado nada, sino que nos ha recordado a los cristianos y cristianas del mundo que la prioridad en el tema de la sexualidad es la humanización, no solo la cerrada y simple oposición a los métodos anticonceptivos. La moral por lo tanto no debe estar en el centro de nuestra vivencia cristiana como un manual de las cosas que se pueden o no hacer, sino el constante encuentro con Jesús, la constante conversión (metanoia), que nos darán el discernimiento  para actuar con amor en cada situación que nos toque vivir como cristianos y cristianas, como auténticos hombres y mujeres nuevos regenerados en Cristo. Como afirmó Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est (n. 1): «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». Por lo tanto, no se trata de anquilosar la vivencia de cada cristiano y cristiana con un catálogo de normas sobre cómo debemos y no debemos actuar sino de aprender a ser creativos desde la fe como planteaba san Pablo a los corintios (I Cor. 6, 12): «´Todo me es lícito´; mas no todo me conviene. ´Todo me es lícito´; mas no me dejaré dominar por nada».

(1) En 2009, durante la visita a África, el Papa Benedicto XVI había expresado que el reparto del condón no era la solución para sida, sino que se debía apostar por la humanización de la sexualidad. Estas declaraciones le valieron profundas críticas pero no se hizo hincapié en la perspectiva humanizadora de la sexualidad que el cristianismo promueve, y que el Papa intenta poner en el centro del debate.

El Perfil

Nombre: Rolando Iberico Ruiz

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