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Noticia

Un diseño comprometido con la sociedad

Tres expertos del diseño visitaron la Universidad la semana pasada. Riccardo Marzullo, director del Istituto Europeo di Design (IED, Madrid); Francisco Jarauta, catedrático de la Universidad de Murcia y director científico del IED España, y Manuel Jiménez, director del Área de Empresas e Instituciones del IED, dictaron la charla “Redes de Diseño”, organizada por nuestra Facultad de Arte como antesala a lo que sería el Lima Desig Net. Conversamos con los tres sobre el papel del diseño en el mundo contemporáneo.

  • Texto:
    David Pereda
  • Fotografía:
    Jorge Ruiz

¿Cómo el diseño puede mejorar la ciudad?
Francisco Jarauta: El design busca respuestas a las nuevas formas de sociedad. Las sociedades industriales ponen en escena una máquina de producción nueva y el design colabora en la producción de nuevos objetos. Hoy asistimos a cambios más cualitativos. Una tradición consideró el design a partir de la autonomía del producto, después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los ochenta. Hoy aparece una perspectiva mucho más compleja. Estamos en una sociedad que debe ser sostenible. La relación con la sociedad no tiene que ver con la calidad del producto, sino con las relaciones sociales en un proceso de cambio. Hoy es más importante producir servicios que productos. Este cambio de perspectiva modifica la identidad del designer, quien tiene que articularse a una perspectiva de lo social.
Riccardo Marzullo: Hay competencias precisas del diseñador que influyen en visiones de transformación de la ciudad. Pero ahora interesa particularmente cómo el diseño se convierte en una actitud en relación a un colectivo. Eso trasciende al diseñador y convierte al ciudadano en mayor protagonista. Podemos enfrentar la contaminación con coches que contaminen menos. Probablemente el diseñador debe desarrollar soluciones. Pero podemos contaminar menos si las personas cambian su uso del trasporte. Si el ciudadano genera cambios, las ciudades se deben adaptar. El papel del diseño en la transformación de la ciudad implica un profesional del diseño que piensa con esos valores: mayor responsabilidad social, ética, sostenibilidad, el diseño hecho más por sistemas, mayor implicación de otras disciplinas, pero sobre todo hacer entender que el ciudadano es protagonista activo. Con mi comportamiento puedo cambiar las cosas actuando distinto.
Manuel Jiménez: El ámbito del diseño ha traspasado lo local a lo global. Hoy el gran reto del diseño es trabajar en red y compartir con otros el resolver problemas, actitudes, situaciones. Son nuevas estrategias. Antes el diseñador hacía su oficio para resolver un producto. Hoy es un consulente (consultor): diseña dilemas y los resuelve en red. Lima Design Net supone que problemas de una ciudad sean resueltas no solo por diseñadores de esta ciudad sino de otros puntos del planeta. Estudiantes de diseño compartirán ideas de lo que sucede aquí para resolver dilemas, situaciones, problemas. El gran paradigma del diseño ya no es diseñar una cosa sino una estrategia para resolver temas de la sociedad, trabajar para el ciudadano, la ciudad, su país. Eso cambia la propia entidad de ser diseñador. Hoy diseñar es compartir, relacionarse, hasta crear estrategias de negocios. Eso significa trascender el diseño: ahora es global y lo pueden componer personas ajenas al diseño.

¿Cuál es el panorama contemporáneo?
Jarauta: Nos encontramos en un mundo profundamente globalizado y hay nuevas instancias de poder que crean new cultural standards (nuevos estándares culturales). Cada vez hay menos distancia entre un adolescente de Shanghái y uno de México DF. ¿Por qué? Porque todos viven bajo la misma cúpula informativa, escuchan la misma música, los mismos relatos, terminan bajo el mismo imaginario cultural. Es un gran problema. Los operadores que trabajan en la homologación son cada vez más eficaces, y la comunicación y el mercado, potentísimos. Paralelamente hay resistencias a procesos de homologación y se reivindican formas locales, regionales, que protegen la “supuesta identidad”. Esa doble dinámica (la tendencia a la globalización y la resistencia a ella) hace que aparezca una zona intermedia, que es un auténtico laboratorio. Hay una transformación velocísima, y el diseñador recibe el input de un espacio globalizado, pero por otra parte, los contextos locales. La Coca Cola, en su ideario comercial, dijo: “un día, todo ser humano tendrá una Coca Cola a menos de 10 metros de distancia”. Un día lo conseguirá.

¿Es un punto de no retorno?
Jarauta: No hay punto de fisura. Está en juego la domesticación del imaginario: cada vez pensamos de forma más común.
¿Cuál es el papel del diseñador ante una globalización que homologa la cultura y que podría generar la pérdida de expresiones de riqueza local?
Jarauta: El último ensayo de Vargas Llosa me ha parecido la reflexión de un melancólico que tiene miedo a interpretar el alcance de los nuevos cambios civilizatorios: ya no es posible la cultura, ha sido sustituida por una máquina de productos banales; a cualquier cosa llamamos arte. La función del arte ha cambiado definitivamente. Se ha trabajado siempre sobre una idea del artista profundamente romantizada. Esa idea está en crisis irreversible. La civilización contemporánea transforma la propia estructura de la idea de artista. ¿Qué puede hacer el arte? Lo que ha hecho siempre: dar forma a algo que todavía no existe.
Jiménez: No se puede perder nada. La responsabilidad del diseñador es que no se pierda. ¿Cómo se va a perder la artesanía, la tradición? La sostenibilidad no solo es medioambiental sino también sobre aquello que fue base. Se debe no solo conservar sino mejorar. Siempre el diseñador ha sido un contestatario, pero debe saber convivir entre esa gran homologación y lo tradicional. No puede desaparecer. El año pasado en Lima, vi en el museo esos textiles. Es lo más moderno que existe. Esta en nuestra base, no vamos a perderlo nunca. Nuestra identidad, jamás se va perder. El diseñador debe velar y trabajar por ello, para mejorar. Tenemos que emprender nuevas cruzadas. Estamos en lo global, este gran esfuerzo como imparable de la homologación general, pero tenemos que hacer una gran cruzada y trabajar con eso pero para mejorarlo también desde adentro.
Marzullo: Hay también otro espacio para el diseñador. Las grandes producciones trabajan cada vez con menos diseñadores y la parte de valor cultural e identidad pasa a segundo plano. Se trabaja mucho en el desarrollo técnico con pocas personas para grandes producciones. Pero el diseñador tiene un acceso directo a las tecnologías. Cuesta muy poco producir cosas. Se genera un diseñador emprendedor de sus propias ideas. Yo las pienso y produzco. Luego el sistema de comunicación hace mi relación con el consumidor directa. Hay un consumidor que compra tu producto donde tú lo haces, que quiere un proceso de exclusividad. Es un equilibrio entre un sistema de producciones homologadas. Eso replantea el papel de la nueva artesanía, por una capacidad de producir en series pequeñas o únicas. Allí sí se destaca el valor cultural, identidad, la pieza única, la calidad.

¿Es algo que se puede resistir o va a ganar?
Jarauta: Se resiste un tiempo pero, al final, la domesticación está servida. Hay formas de resistencia religiosa, lingüística o etnolingüística, pero las resistencias son vencidas por el gran proceso al que asistimos. En el año 70 se comienza a ver con preocupación cómo será el 2000; se va cargando de una dimensión mágica. Se crean tres institutos en el mundo: Tokio, Hanóver y Houston; y una disciplina que se llama Prospective. Se identifican una serie de fenómenos sintomáticos, se extrapolan y allí aparece el dibujo de lo que será el año 2000. Cuando llega el 2000, la realidad había superado siete pueblos a la ficción. En los informes no hay ni idea de que podía existir un PC. La palabra computer está bajo el sello de top secret en un programa del Departamento de Estado para la IBM.

En el Perú, ¿qué le ha llamado más la atención sobre el diseño?
Jiménez: La cultura de atrás me parece apasionante. Pero me ha apasionado que es de las sociedades propositivas, proactivas. No solo tiene que ver con un momento político y económico, sino de cambio en la sociedad. Me ha llamado mucho la atención un espíritu de que las cosas van a mejorar. El año pasado, Promperu lanzó ese video “marca Perú”, muy emocionante: traspasamos fronteras, mejoramos, te hacemos coparticipe nuestro, somos esta marca. Eso es un lema súper potente. Eso significa una sociedad en cambio. Me interesan las sociedades en cambio. Las que se quedan paralizadas en el tiempo no van a ninguna parte. Son comidas por esta homologación. La sociedad tiene que vivir permanentemente en cambio. Perú vive un momento excepcional y hay que aprovecharlo.
Marzullo: Me interesa cómo se ha conseguido poner en valor, a través de una campaña muy diseñada, toda la cultura gastronómica peruana. Todo lo que representa la cultura peruana, el mestizaje, culturas que llegan, que se integran, generan un lenguaje gastronómico de sabores y se convierte en un producto valorado, comprado, entendido, buscado en un contexto internacional. Creo que si extrapolamos eso a otros ámbitos, como el textil y otros, se puede trasladar y ampliar. Me ha llamado la atención todo lo que se ha hecho en ámbito de la comunicación de un patrimonio peruano como la gastronomía, modernizándolo también, tanto por vuestra comunicación como la evolución.
Jarauta: Es un momento excepcionalmente favorable. Los compromisos deben ser altos para una fuerte visibilidad de un Perú moderno. ¿Qué significa un Perú moderno? Es una pregunta política; hay que definir esa identidad. Podemos pensar que hay recuperación cuando todos los países latinoamericanos han generado dinámicas e inversiones importantes. Mantener un crecimiento y extrapolarlo en cinco o 10 años es un milagro. Hay que dialogar con ese futuro y proyectarlo. El problema es proyectar el futuro del Perú desde todas las instancias. Obviamente, desde la gran cultura anterior. Hay aquí solo dos países que tienen una conciencia nacionalista fuerte: México y Brasil. Perú nunca ha tenido ese nacionalismo activo o proactivo. Una nación se construye con un alma que le da su propia identidad.

Etiquetas:
arte
diseño
redes

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