Quechua para todos
Qichwasimirayku, batallas por el quechua es un libro que tomó dos años de investigación en Apurímac. Virginia Zavala, Luis Mujica, Gavina Córdova y Wilfredo Ardito, editores del libro, nos cuentan cómo fue el proceso de investigación.
Texto:
Paloma Verano
Una sociolingüista, un abogado, una pedagoga y un antropólogo viajaron durante dos años a distintas provincias del departamento de Apurímac con la misma consigna: contribuir al debate de las lenguas indígenas en nuestro país. En este caso, del quechua. Fueron siete provincias las que visitaron y más de cien entrevistados con los que conversaron la Dra. Virginia Zavala, directora del proyecto y docente del Departamento de Humanidades; el Mg. Luis Mujica, docente del Departamento de Ciencias Sociales y quechuahablante; Gavina Córdova, docente del Departamento de Humanidades y también quechuahablante y el Dr. Wilfredo Ardito, docente del Departamento de Derecho. Asimismo, implementaron talleres y dieron charlas, entre otras cosas.
Wifredo Ardito cuenta que él había hecho investigaciones sobre el quekchi, idioma indígena en Guatemala, en 1995. “Son como 600 mil hablantes y 300 no saben nada de castellano, pero usan el quekchi para escribir. Aquí, los quechuahablantes que saben escribir, lo hacen en castellano”, comenta. Es por esto que investiga y escribe sobre la importancia de preservar el quechua y las políticas que se deberían implementar.
En el 2013, Virginia Zavala y Gavina Córdova se enteraron de que existía una política lingüística en Apurímac llamada ‘Quechua para todos’, que se estaba trabajando desde el gobierno regional. Entonces, les propusieron a Wilfredo Ardito y a Luis Mujica trabajar el tema en conjunto para darle una mirada interdisciplinaria y empezaron la investigación. “Nos pareció que se trataba de un caso inédito en el Perú y que había que estudiarlo. En el camino, nos encontramos con aspectos de la problemática que no habíamos considerado al inicio”, cuenta Virginia.
<h3>¿Solo para algunos?</h3>
“El problema con ‘Quechua para todos’ era que no era para todos realmente. Solo estaba enfocado en el sector educación y no en todas las escuelas, sino solo en las rurales”, afirma Ardito. Este programa era implementado por el gobierno regional, pero las políticas estaban mal encaminadas ya que existía la percepción inconsciente de que el quechua era para hablar con los más pobres.
Wilfredo y Gavina trabajaron talleres de la mano con los policías de la zona. Muchos de ellos se decían quechuahablantes, pero, en realidad, no hablaban el idioma a la perfección. Los docentes de la PUCP se dieron cuenta de esto cuando implementaron un simple ejercicio. Gavina decía en quechua que se le había perdido un hijo de cuatro años, que vestía chompa roja, y cuando se les preguntaba a los policías cuántos años tenía el niño y cómo vestía, ellos respondían que tenía 10 o 9 años y que vestía una chompa blanca. Realmente, la falta de ejercicio de hablar quechua había hecho que los mismos pobladores empiecen a confundir su propio idioma.
El quechua es la lengua indígena con mayor cantidad de hablantes en Latinoamérica y solo en el Perú la hablan más de 3 millones de personas. En varias regiones surandinas, la habla más del 70% de la población. Esto la diferencia de muchas lenguas que están siendo revitalizadas en otros contextos del mundo y que cuentan con menos hablantes.
Respecto a esto, Luis Mujica asegura que si el Estado no empieza a promover firmemente, mediante leyes y presupuestos específicos, la preservación del quechua, “el Estado seguirá siendo monocultural y responsable de una suerte de ‘quechuacidio’, que se suma a la desaparición de más del 70% de las víctimas, que eran quechuahablantes, por la violencia política en nuestro país a fines del siglo pasado”, puntualiza.
El resultado de este trabajo fue el libro Qichwasimirayku, batallas por el quechua, que editaron los cuatro docentes. A ellos les gustaría que los resultados de esta investigación también influyan en las políticas nacionales que se están realizando a favor de las lenguas indígenas. Sobre todo, en el marco de las recientes sentencias dictadas en quechua y aimara en Puno, la creación del primer Juzgado de Paz Letrado en quechua de Ayacucho y la política lingüística apurimeña que analizan en este libro. Estos son ejemplos de una coyuntura favorable que, en palabras de Virginia, “hay que apoyar desde todos los frentes”.
Foto: Archivo personal
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Alberto
Todo bien