Propuestas para mejorar el sistema de seguridad ciudadana
El aumento de la sensación de inseguridad en las calles ha dado pie a iniciativas espontáneas de justicia popular o propuestas poco trabajadas de militarización del patrullaje. Expertos de nuestra Universidad explican los factores que confluyen en esta percepción y la necesidad de trabajar con información sistematizada, y dan propuestas concretas de corto plazo para mejorar nuestro sistema de seguridad ciudadana.
¿Durante el último año ha sido víctima de algún delito? ¿Conoce a alguien en su círculo cercano que lo haya sido? Pues no está solo. Uno de los entrevistados para esta nota ha sufrido dos hurtos y un robo. A familiares cercanos de otro, les han ‘limpiado la casa’ y robado con la modalidad del ‘bujiazo’. El resto, felizmente, no ha tenido percances en ese tiempo, aunque ninguno se salva de haber sufrido, por lo menos, un hurto en años anteriores. Aun así, están muy lejos de suscribir medidas con poco sustento técnico, como la propuesta hecha por un expresidente de sacar el ejército a las calles. Estas, sin embargo, encuentran acogida popular por la alta sensación de inseguridad que domina al país. No hay una receta única para combatirla, pero en lo que sí coinciden los expertos es en la necesidad de trabajar las políticas públicas de seguridad ciudadana con cifras estadísticamente representativas e información sistematizada.
Inseguridad y crimen
La primera distinción al analizar nuestra situación es distinguir entre la tasa de crímenes cometidos y la sensación de inseguridad. La Mg. Sofía Vizcarra, docente del Departamento de Ciencias Sociales e investigadora del Laboratorio de Criminología y Estudios sobre la Violencia de la PUCP, señala que “las cifras muestran sostenidamente que hay un aumento en la percepción de inseguridad, pero esta no responde solamente al crimen, sino que se relaciona con la aparición de modalidades más violentas”.
En efecto, a fines de septiembre, el INEI publicó un boletín con estadísticas de seguridad ciudadana que recogía cifras representativas del primer semestre del año. “El 88.2% de la población del área urbana a nivel nacional percibe que, en los próximos doce meses, puede ser víctima de algún hecho delictivo”, se señala, a diferencia del 85.9% que se registró un año atrás. A contracorriente, se indica que “el 29.5% de la población de 15 y más años de edad del área urbana a nivel nacional son víctimas de algún hecho delictivo”, lo que registra una baja efectiva con respecto al 32% que tuvimos en el 2014.
Ola de violencia
¿Cómo explicar esta alza en la percepción de inseguridad? Vizcarra considera que, aunque esporádicos, los episodios violentos y mediáticos son los que causan mayor alarma. “El repertorio de violencia que transmiten las amenazas con granadas o asesinatos por encargo, en proporción, no es tan significativo, pero sí tiene un efecto muy importante en los imaginarios colectivos”, explica. Aunque no es el único factor: “La gente tiene también miedo al desorden, a las cosas que no están reguladas o a los espacios en los que percibe desorden”, señala. Sin embargo, la especialista explica que, en una lógica de crímenes económicos, la violencia escalaría al ser vista como un instrumento redituable.
El Mg. Noam López, docente del Departamento de Ciencias Sociales y también investigador del Laboratorio de Criminología y Estudios sobre la Violencia, explica que, en ese sentido, a lo largo de todo Lima tenemos islas de seguridad: “Piense en Plaza San Miguel, un espacio bonito e iluminado, pero si vas tres cuadras hacia el mar, cambia la situación. Encuentras infraestructura deficiente, parques oscuros o callejones estrechos y descuidados. Así no te roben, te da una sensación de miedo y Lima está compuesta de estos archipiélagos de seguridad porque ha crecido de manera desordenada”, indica.
Información para actuar
Para compararnos con otros países de la región, López señala que nuestra tasa de homicidios es de 6.6 por 100 mil habitantes, lo que nos vuelve, relativamente, en uno de los países más tranquilos, aunque acota que en ciudades como Trujillo, Barranca o Huaral este indicador puede ser entre tres y cuatro veces mayor. “No todo nuestro crimen es violento y debemos tener claro que el delito patrimonial representa el 90% del total”, indica. En los últimos años, el robo y hurto se han estabilizado en una victimización de alrededor del 17%. “Evidentemente, hay un mercado detrás, y la misma gente que reclama por inseguridad también compra objetos robados y le termina pagando el honorario al delincuente”, dice para resaltar la necesidad de luchar contra estos mercados.
López resalta también que, “para implementar políticas públicas de seguridad, primero se debe recoger información, procesarla, sistematizarla, adecuarla a nuestros intereses de investigación, y probar pilotos y alternativas hasta encontrar un escenario que funcione”. En ese sentido, destaca el esfuerzo del Ministerio Público –ente encargado de presentar las acusaciones contra criminales–, que apunta a tener un sistema único de información que concentre la data de sus 5,600 fiscales y permita hacer análisis de datos para buscar patrones que ayuden a combatir el delito.
Como investigador, ha trabajado también una fuente de información poco utilizada: la información que se almacena en el centro de control de operaciones de los serenazgos. López realizó un estudio que recoge información de 41 cámaras de videovigilancia, llamadas de los vecinos y partes de serenos, mediante el cual determinó que la colocación de estas cámaras redujo el crimen entre un 20% y 23%. “Información de este tipo, que se actualiza semanalmente, puede ser aprovechada de mucho mejor manera. La tesis propone comenzar a evaluar las cosas que hacemos para saber qué tan efectivas son”, añade.
Policía efectiva
Para el Dr. Gino Costa, exministro del Interior y miembro del Comité Científico del Laboratorio de Criminología y Estudios sobre la Violencia, la solución pasa por construir el sistema de seguridad ciudadano de abajo hacia arriba, apoyándose en la información ciudadana. “El municipio juega un rol muy importante porque articula el esfuerzo de todas las instituciones que tienen que ver con la prevención y persecución del delito, en el marco del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana”, expone.
Junto a Carlos Romero, publicó en julio de este año el libro Lima: ¿cómo hacerla más segura? (Ciudad Nuestra, 2015), en el que proponen recomendaciones puntuales. Una de las centrales es complementar la acción de policías y serenos en gobiernos locales. “Los delitos siempre están focalizados en el territorio. Si conoces dónde ocurren, puedes diseñar estrategias preventivas de vigilancia y patrullaje para los lugares más vulnerables”, nos explica. Considera positivo que la eliminación del 24×24 lleve más policías a las calles, pero resalta la necesidad de que su patrullaje sea más eficiente. Además, advierte que solo el 13% de los delitos son denunciados, lo que dificulta que las autoridades trabajen con información dura.
“La Policía, Fiscalía y el Poder Judicial deberían adecuar su organización a la organización política del país: distritos, provincias y regiones”, resalta también. En el distrito de Miraflores, donde Costa es teniente alcalde, el municipio trabaja con dos comisarios y una División de Investigación Criminal que atiende, además, a San Isidro y Lince. Por si fuera poco, el Escuadrón de Emergencia con que trabaja –equipo que representa la mayor cantidad de patrulleros del distrito– está a cargo de seis distritos, entre los que reparte sus 86 patrulleros. “¿No es lógico acaso que haya una autoridad policial centralizada para coordinar mejor?”, resume. A la par, Costa insiste en la necesidad de implementar políticas de prevención social, nuevamente, apoyadas en estudios estadísticos. A través de encuestas y recojo de estadísticas en cárceles, identifica también poblaciones vulnerables: los que dejan la escuela tienen cuatro veces más riesgo de terminar en la cárcel; y, aunque Lima Cercado y Callao tienen el 4.2% del total de la población, representan el 15% de los presos. “Tendríamos que ahondar y determinar los barrios con mayor incidencia criminógena, con data dura, para a partir de ahí diseñar una estrategia integral en esos barrios”, redondea.
Vizcarra propone mirar modelos de “policía de proximidad” que integren ambas tareas. Un ejemplo paradigmático son las Unidades de Policías Pacificadoras (UPP), de Brasil, que entraron a las favelas cambiando su propio perfil policial. “Ingresaron con más mujeres y policías que eran vecinos locales. Se quedaban todo el día hablando con los vecinos y dándose tiempo de conocer sus preocupaciones, en vez de estar encerrados en la comisaría. Es un trabajo que apunta a mediano y largo plazo, pero que logra cambios de percepción desde un inicio. Se trata de ganar la confianza de la población en un ámbito territorial muy específico”, señal.
¿Se deben aplicar estos consejos a toda escala? “Nuestro rol, como académicos, no es dar una receta, sino presentar los elementos para formular mejores alternativas. A quien le compete tomar esta decisión es al político, que, por algo, es autoridad”, dice Vizcarra. “El papel de la academia pasa por entender qué está pasando con la inseguridad en nuestros barrios, pues es el único espacio desde el que se puede hacer reflexión teórica”, concluye.
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Pedro Andres Cueva Gutierrez
El fenomeno de la falta de Seguridad en la ciudadania, riesgo producido por la persona humana, se presenta por la falta de una estrategia politica del gobierno central, gobierno local y la PNP. partiendo de la premisa que enuncio el ex-presidente Ollanta Humala, cuando dijo que la «inseguridad era una percepcion» y todos lo criticaron en el congreso de la republica, púes no andaba lejos de lo que afirmaba, toda vez que la INSEGURIDAD es un acto inmaterial, puede ser un hecho o suceso que se manifiesta y puede percibirse a través de los sentidos o del intelecto. Y se debe a la permanente violencia psicologica, que los medios de comunicacion alimentan dia tras dia a traves de sus pseudonoticieros, que no solo enarbolan las modalidades delictivas sino que aterrorizan a la poblacion, por la falta de etica y tino para la difusion de sus contenidos. Aparte de esto la indiferencia del Alcalde que no articula la politica de seguridad ciudadana desde una una optica integral multisectorial, ademas exigiendo que las comisarias PNP tengan un comisario para las labores propias y un comisario a dedicacion esclusiva de la conformacion de los comites distritales y /o provinciales segun corresponda, para reducir el nivel de violencia social con medidas preventivas con el apoyo de las autoridades y organizar a la comunidad, con el fin de mejorar los niveles de seguridad y orden en sus comunas. La seguridad ciudadana no pasa por comprar 2,000 patrulleros 10,000 mil motocicletas, ni el franco de los Ternas, ni del escuadron verde y no puedes pagar por lo que ellos estan obligados a hacer el dia de su servicio. Con esto quiero decir que la solucion no solo es policial sino mas bien sociopoliticas, educativas y judiciales finalmente.
«quiso dejar claro que su llamamiento al diálogo no tiene que ser interpretado como un fenómeno susceptible de ser instrumentalizado»