Nadie puede negar la enorme importancia que tiene el plástico en la actualidad. Desde su creación, a mediados del siglo XIX, el uso de este producto se ha extendido sobremanera gracias a sus diferentes características, como bajo peso, facilidad de manipulación y durabilidad; las cuales, si bien lo convierten en un elemento versátil muy valorado por la industria, también lo han sometido a diferentes críticas, pues emplear un material que tarda cientos de años en descomponerse ocasiona innumerables problemas medioambientales.

Hoy en día muchos plásticos son reciclados físicamente, para lo cual se les funde y da la forma que se desea para su nueva aplicación. Este proceso pierde efectividad al realizarse numerosas veces, pues el material reciclado sufre un proceso de degradación que disminuye su calidad. Como alternativa a este método se pueden emplear procesos químicos que permiten utilizar al desecho plástico como fuente de materia prima, no solo para producir nuevamente el material original, sino para producir otros productos con diferentes características.

Técnica química

Se denomina plástico al material sintético obtenido mediante un proceso de polimerización. Se trata de una reacción mediante la cual se unen moléculas de bajo peso (monómeros) provenientes, principalmente, de compuestos orgánicos derivados del petróleo. Una vez juntas, forman un polímero. El reciclaje químico, por lo tanto, apunta a seguir el camino opuesto: tomar un plástico, “despolimerizarlo” y obtener el monómero base para usarlo como materia prima. “Normalmente el reciclaje de plásticos se hace mecánicamente, pero este degrada el plástico y le hace perder propiedades importantes, así que llega un momento en el que lo que se obtiene ya no sirve de mucho, pero si se le recicla químicamente, se rompen sus moléculas de manera controlada y se obtiene un producto principal útil”, afirma el Dr. Javier Nakamatsu, docente del Departamento de Ciencias.

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