“Normalmente en Piura, llueve 50 milímetros por año, pero por el fenómeno El Niño de 1998 llovió  asi 3, 800 m.m. Lo que debió llover en 25 años se realizó en cuatro meses y resultó catastrófico”, cuenta la Dra. Yamina Silva Vidal, meteoróloga y docente del Departamento de Humanidades.

Las imágenes de inundaciones, desbordes de ríos y huaicos son difíciles de borrar para muchos peruanos que vivieron los reveses de estos eventos terribles de los años 1982-1983 y 1997-1998. La última de estas catástrofes redujo la economía peruana y generó millonarias pérdidas en infraestructura, y en los sectores pesqueros, agrícolas e industriales. Según Juan Carlos Sueiro, economista por la PUCP y especialista en temas de pesquería y gestión costera, las travesuras de El Niño le costaron al Perú, más o menos, 3 mil millones de dólares, además de la pérdida de decenas de vidas humanas.

“Debido a las fuertes y excepcionales lluvias, los ríos Piura, La Leche y Cascajal aumentaron su caudal e inundaron completamente el desierto de Sechura”, recuerda el Dr. Carlos Tavares, geógrafo y docente del Departamento de Humanidades. Era 1997, año en que empezó a dictar clases en la PUCP y formó parte del equipo de investigadores que elaboró –a través de un estudio cartográfico– el mapa de amenazas ‘Prevención, mitigación y manejo del Fenómeno El Niño’, y recuerda que durante todo ese invierno solo usó camisas de manga corta.

Ese niño que tú ves ahí

Pero, ¿cómo se genera este fenómeno y de qué depende que sea un evento menor o un desastre de grandes proporciones? Para el Dr. Ken Takahashi, físico por la PUCP e investigador científico del Instituto Geofísico del Perú (IGP), no existen respuestas certeras ni únicas. “Todo se origina con las ondas cálidas de Kelvin, que representan condiciones anómalas en el océano. Las ondas, originadas en el Pacífico occidental, hacen que el agua fría se profundice y esté más lejos de la superficie”, sostiene.

Por su parte, el Dr. Tavares explica que la costa peruana en condiciones normales es bañada por aguas frías, lo que disminuye la temperatura ambiental. Este sistema de nubes bajas y vientos constantes del sureste es alterado con la llegada del Fenómeno El Niño. “Predominan los vientos del oeste que traen las aguas cálidas del Pacífico occidental, el ambiente se calienta y se producen condiciones de tropicalidad, que forman nubes de lluvia”, señala.

La alerta dada por el Comité Multisectorial encargado del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (ENFEN), el 19 de marzo pasado, solo refiere la presencia de las ondas cálidas de Kelvin, pero no confirma la presencia próxima de un Niño fuerte. “Los modelos de proyección solo nos indican la llegada de una onda Kelvin la primera semana de abril. Si es la única, el calor se disipa y no pasa nada, el calentamiento solo durará unas semanas. Pero si llegan ondas sucesivas, lo que es  conocido como un tren de ondas, se puede producir un Niño”, señala la Dra. Silva Vidal, quien también es investigadora científica del IGP.

Una vez que las ondas de Kelvin tocan las costas, provocan un cambio en la dirección de las corrientes y, dependiendo de la intensidad del fenómeno, nuestra corriente fría de Humboldt puede revertirse y ser reemplazada por una más cálida, proveniente del norte. “Esta primera onda detectada es lo suficientemente grande para que produzca un calentamiento sustancial de la costa, pero no tan fuerte como para que la corriente cambie de dirección”, sostiene Takahashi.

Puedes leer el informe completo de PuntoEdu Año 10, número 303 (2014)