El historiador Eduardo Torres presentó su nuevo libro
El historiador Eduardo Torres, docente de nuestra universidad y dos veces ganador del Premio Nacional PUCP, publicó su nuevo libro “La voz de nuestra historia. El poder de la oratoria civil y religiosa en el Perú (siglos XVI-XIX)”.
Texto:
Joana CervillaFotografía:
Mario Lack
¿La oratoria es un arte que nuestros políticos y religiosos peruanos han perdido en la actualidad? El historiador Eduardo Torres Arancivia, Magíster en Historia por la Escuela de Graduados y candidato a Doctor en el Programa de Estudios Andinos de la PUCP, indaga en las razones por las cuales el arte más excelso de la palabra que se concreta en géneros como el discurso, la disertación, el sermón, entre otros, fue entrando en decadencia hasta convertirse en un arte casi olvidado. Torres ha concentrado sus investigaciones en temas tan diversos como la cultura política virreinal entre los siglos XVI y XVIII, la historia de la música en el Perú y el autoritarismo de nuestro país. En 2004 obtuvo el Premio Franklin Pease G.Y. y en el 2007 el Premio Nacional PUCP (categoría ensayo), galardón que volvió recibir en el 2009, y actualmente es docente de nuestra universidad. Conversamos con él acerca de su cuarto libro, La voz de nuestra historia. El poder de la oratoria civil y religiosa en el Perú (siglos XVI-XIX) (UPC, 2012).
¿Cómo surgió el interés en ti para realizar este estudio sobre la oratoria religiosa y civil?
Fue hace ya más de diez años cuando me tocó hacer un estudio sobre el rol de los clérigos peruanos en el proceso de la Reconstrucción tras la Guerra con Chile. En el momento que leí los sermones que estos hombres pronunciaron para explicar a los peruanos las causas de la derrota supe que había una veta por descubrir. No podía creer la potencia de la palabra que esos documentos me revelaban: eran piezas magistrales, emocionantes, con una belleza literaria y un valor histórico únicos. Cuando ya había recopilado buen número de sermones de alto contenido político y patriótico quise adentrarme al panorama general del poder de la palabra en el Perú y así que me dediqué también a indagar sobre la oratoria civil, la de los políticos, principalmente, en los momentos más traumáticos y decisivos de nuestra historia. Entonces, me propuse hacer el gran cuadro de la Historia de la palabra hablada en el Perú.
Tu obra abarca un rango temporal del siglo XVI al XX, ¿sobre qué eje se estructura tu investigación?
Es una pregunta importante ya que me centro en el contenido político que puede tener la oratoria ya sea la que se da desde el púlpito de un Iglesia o desde la tribuna pública. En ese sentido, la gente suele olvidar que en buena parte de nuestra historia, la política y la religión han ido muy de la mano, casi hasta constituir una misma cosa. Ya ni que decir de los discursos de los políticos que, poco a poco, en un largo proceso, constituyeron eso que nosotros llamamos “opinión pública”. Así, los momentos que he privilegiando son: el virreinato, la Independencia, los inicios republicanos, y culminó con el gran trauma de la Guerra del Pacífico, y cada uno de esos momentos lo veo interpretado a través del discurso hablado.
De acuerdo a tu investigación, ¿qué es lo que definió a estas oratorias?
Que la religiosa es mucho más contundente pues apela a la verdad inspirada, supuestamente, por Dios. Así, un sacerdote resultaba ser el gran catalizador político pues desde el púlpito pronunciaba verdades absolutas a los receptores que, en muchos casos, los tranquilizaba o les daba consuelo. No es así la oratoria de los civiles, que se desenvuelve por los caminos de la pasión, de la rabia, de la contingencia. No obstante, el poder de esta última tiene que ver con la época en la que se desenvuelve: una cosa era criticar al sistema en el virreinato y otra muy distinta en la época del guano.
Tu investigación evidencia cómo los sermones de los clérigos giraban, muchas veces, en torno a asuntos de estado, cosa que seguimos viendo en la actualidad. ¿A qué correspondía esta costumbre?
Al hecho de la consolidación de una estructura histórica que determinó que el poder político tiene un origen sagrado. Para los españoles, el poder venía de Dios y este se lo daba a un monarca para que gobierne al pueblo con justicia para alcanzar el bien común. De esta manera, política y religión resultaron ser el anverso y el reverso de una misma moneda. Para el momento de la Independencia eso no cambio: el catolicismo fue la religión exclusiva del Estado y esto siguió durante el siglo XIX, tanto así que los curas podían ser ministros, embajadores y congresistas, situación que se mantuvo hasta 1930. Hoy mismo, la política nacional no se haya exenta de un tufo a Iglesia.
Es interesante lo que tocas en la tercera parte de tu trabajo, cuando analizas los discursos que se pronunciaron durante la Guerra del Pacífico que sostienen que la victoria sería del Perú ¿Ese triunfalismo, que seguimos cargando en el discurso actual, es un mal que nace en este periodo?
Pues sí, ya que tal vinculación se encuentra en la improvisación y hasta irresponsabilidad en la que pueden caer la clase política peruana y hasta la clerical. Por un lado, los políticos más que apelar a los hechos fácticos apelan a la palabra fácil y a la promesa vacía para emocionar o azuzar a la masa. Y, por su parte, los sacerdotes, al sentirse cada uno con más autoridad sobre la interpretación de los juicios de Dios también pueden caer en el juego que tanto les criticamos a nuestros estadistas, es decir, volverse autoritarios o dueños de verdades monolíticas.
¿En la post-guerra en qué se convierte la palabra entonces?
En boca de los sacerdotes es consuelo, ejercicio de la memoria, catalizador de emociones y esperanza materializada. En voz de los políticos es fustigación y ataque como el caso de Manuel González Prada, por ejemplo, pero también promesa de que este país saldría adelante si aprendemos de nuestros errores.
¿En qué ha cambiado eso hoy a diferencia de la oratoria que viene desde el siglo XVI?
Creo que estamos en esa fase que los filósofos de la postmodernidad llaman “el agotamiento del lenguaje”: la gente cree muy poco en lo que sus políticos le dicen. Por ejemplo, cuando algunos de ellos menciona que “será la persona más democrática” todo eso le suena al peruano como un “floro” y del más barato ¿Qué ha cambiado con respecto a la oratoria pasada? Yo creo que hoy el lenguaje ha tocado fondo. No solo por su simpleza y su carácter llano sino también por su poca argumentación y su poca propensión para tender puentes de diálogo y hasta de conversación cotidiana. Hoy el Perú es el país de las desgracias lingüísticas: todos gritan y nadie se entiende.
Ficha
Autor: Eduardo Torres Arancivia
Título: La voz de nuestra historia. El poder de la oratoria civil y religiosa en el perú (siglos XVI-XIX).
Editorial: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC
De venta en: Libun, Crisol, Íbero y Librería PUCP.
Precio: S/. 49.00.
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