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Noticia

Fenómeno El Niño: qué medidas faltan para su prevención

Se sigue pensando en El Niño como un fenómeno catastrófico, por obviar las oportunidades de desarrollo por falta de investigación y tecnificiación. La magíster Carolina Cossio, docente de la Maestría en Psicología Comunitaria, nos detalla sobre la gestión de riesgos también es necesario conocer la percepción del riesgo de la población.

  • Texto:
    Solange Avila
  • Fotografía:
    Giovani Alarcón

Ante la creación del Consejo Nacional de Gestión de Riesgo de El Niño para la prevención y para mitigar daños de este fenómeno, la magíster Carolina Cossio considera que es interesante tener este consejo pero que solo es un punto de partida, por lo que este proceso debería construirse gradual y periódicamente entre los ministerios. A su vez, la docente explica que, a nivel de Estado, la falta de planificación estratégica está limitada a una actitud reactiva, la que no permite terminar con un círculo vicioso que desaparece los activos de nuestro capital humano y la diversificación productiva del norte del país.

La especialista señala que se debe pensar la gestión de riesgo no como una respuesta sino como un sistema de prevención, más aun teniendo en cuenta las consecuencias del desastre. “No solo perdemos vidas humanas e infraestructura, también se pierde capacidad productiva, lo que implica el decremento en toda su economía. Pasaríamos de ser un país en vías de desarrollo a quedar relegados completamente de la economía internacional”, asevera.

La labor de gestión de riesgos se complica, según Cossio, más aún si el análisis sobre el fenómeno está estrechamente vinculado a datos puros y duros, por lo que considera importante el análisis sociológico sobre la percepción de riesgo de los habitantes. La docente sostiene que la población no tiene percepción del riesgo porque no experimenta una situación compleja en la condición en la que vive, por lo que seguirá asumiendo condiciones de vulnerabilidad. “La población y el gobierno dan respuesta limitada frente al desastre, lo que no es efectivo, porque finalmente es la más cara y pone en riesgo las vidas”, indica.

Prevenir sin interrumpir el desarrollo

Los medios de comunicación muestran que el Ministerio de Vivienda y Construcción trabaja principalmente en la limpieza de cauces. También el Ministerio de Agricultura tiene una política para la renovación o el cambio de cultivos en la zonas que se van a afectar. Sin embargo, “la red sanitaria, el sistema educativo y el de salud no tienen la infraestructura adecuada, por lo que no son capaces de responder a la posible demanda de los próximos meses, como las enfermedades respiratorias, en la piel u ojos por el embalse de las aguas”, expone Cossio, a lo que suma la falta de muros de contención en los cerros que, en cualquier movimiento se derrumbarían con comunidades enteras.

Por otro lado, la docente considera que el recorte de clases debería ser una medida muy extrema y no debería ser una política. “Lo que se debería hacer es una readaptación de acuerdo a la situación y condicionar otros espacios para poder recibir a los estudiantes. Por otro lado, es un error muy grave en la política de gestión que se utilicen los centros educativos como un albergue para los damnificados”, opina e insiste en que no se deben invadir los espacios públicos, porque son los que reactivarán las condiciones de vida y el proceso productivo de las zonas afectadas. “Los colegios deben seguir funcionando y son los primeros que deben reactivarse, igual que los centros de salud y las instancias públicas”, añade.

La especialista sostiene que se teme que la diversificación productiva podría verse mermada, también porque se suele ver a El Niño como un fenómeno negativo, porque país aún no tiene la capacidad de encontrar las ventajas, lo que no es aprovechado porque todavía estamos en un proceso de tecnificación. “No podemos modificar nuestro proceso de desarrollo solo por el hecho de no tener las facultades ni las estructuras como para no afrontarlas. No es un problema de falta económica, porque el gobierno tiene y se está haciendo muchísima inversión social. Es un problema de previsión”, sostiene Cossio.

Rehabilitar para no resucitar una economía muerta

“Las medidas de reconstrucción son una fase que debiera demandar lo mínimo de inversión, porque deberíamos incrementar todos los recursos en poder generar los mecanismos de prevención para que los resultados no sean nefastos”, señala la docente. Para ella, la fase de rehabilitación es un proceso mucho más difícil, ya que no significa la reconstrucción, sino la reactivación económica de ese sector.

Cossio insiste en que se debería trabajar en políticas públicas para incrementar un conjunto de mecanismos que nos hagan aprovechar exhaustivamente las bondades de El Niño, debido a que el clima árido del norte se transforma completamente gracias a las lluvias abundantes. Dentro de las actividades de reactivación económica, la docente indica que el cultivo de arroz, de caña y de frutas podrían ser los ejes de la readaptación de la agricultura. Por otro lado, aparece la laguna «La Niña» y el movimiento de corrientes incrementa la diversidad ictiológica de nuestro mar, que pueden ser aprovechados para la pesca. El rubro de construcción también puede reflotar, porque hay una línea de rehabilitación, limpieza de cauces y más.

Gracias a las experiencias obtenidas por otros fenómenos, “poco a poco las instituciones están  comprendiendo que no se debe dar ayuda directa a la población, porque genera dependencia: sino generar recursos para que la propia comunidad se autogestione”, expone Cossio y añade “gran parte radica en la fuerza y capacidad que tienen los individuos para poder reactivar su vida y su desarrollo lo antes posible, así su casa esté en escombros”.

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