Conversación en Pando
Amigos y colegas desde hace varias décadas, el R.P. Gastón Garatea (GG), SS.CC., y monseñor Carlos Castillo Mattasoglio (CC), arzobispo de Lima, participaron en una amena conversación grabada para PuntoEdu, en la cual contestaron diversas preguntas sobre la vida y la fe. Aquí les presentamos algunos fragmentos de lo que fue un encuentro de reflexión salpicado de anécdotas y humor.
*En breve subiremos a PuntoEdu web el video de esta conversación.
Como pastores conocen el valor de la trascendencia, ¿Cómo les gustaría ser recordados?
CC: ¡Yo diría que por ser una persona abierta y no cerrada! (risas) (…) Yo no quisiera ser recordado como ciertos personajes de la historia, sino como los grandes que, por ser abiertos, han dado su vida. Imagínense todo lo que pasa Bolognesi en el Morro de Arica, que está sitiado, y lo único que le queda es el valor de defenderlo (…).
GG: A mí, la verdad, no me importa ser recordado…
CC: ¡Ah, sí…pero si me preguntan! (risas)
Hay quienes, en situaciones dolorosas, se refugian en canciones, poemas, pasajes bíblicos u oraciones. ¿Cuál es su refugio?
GG: Vallejo le hace mucho bien a uno.
CC: “Masa” le hace muchísimo bien a uno. Yo creo que los poemas y las canciones tienen un saber condensado, sencillo, que permiten que el refugio no sea una evasión, sino sea, simplemente, un tiempo para luego salir airoso.
GG: Es un arma para enfrentar el dolor. En el seminario, producíamos canciones. (…) Un año nos sacamos el premio al disco más oído en Chile. Y eran canciones humanas. Eso a mí me ha ayudado mucho.
CC: Recuerdo que, hace unos años, nos presentamos en el festival Agua Dulce con cuatro canciones y una con mi propia letra y música, que se llamaba Paloma, que yo se la dediqué a mi primera enamorada, y creo que ella fue la única que, en realidad, no se llamaba Paloma, sino Arantxa. Y aprendimos a hacer poesía y a cantar desde el corazón.
¿Cuál ha sido el momento más difícil en su relación con la Iglesia? ¿Han sentido que Dios los ha abandonado?
GG: Yo no he sentido nunca que Dios me ha abandonado.
CC: Yo tampoco.
GG: Pero dificultades con la Iglesia han habido. Esa incomprensión…uno se siente solo porque está agotado, porque no lo escuchan. Lo que es peor es que no lo quieren escuchar. Estoy convencido de que lo que yo digo se entiende. Pero siento que mi interlocutor no me quiere entender. Eso es muy duro. Uno lo ve con la Iglesia, pero pasa en toda institución humana.
CC: Sufrimiento ha habido. Pero no solo en la Iglesia, sino en la propia vida. El más fuerte para mí fue la muerte de mi hermano, que fue asesinado. Él murió dando la vida por otra persona y eso fue mi consuelo. Me encontré a los 15 años, cara a cara, con Jesucristo en mi casa (…). Eso me permitió comprender que lo adverso tenía un misterio escondido.
GG: La Iglesia, por muy divina y religiosa, es humana.
CC: Y nos enseña también a comprender a la humanidad. Aunque muchas veces encontramos cosas en la Iglesia que, quizá como se hacen en nombre de Dios, pueden ser sumamente crueles, por lo que es necesario despedirnos de todo eso. (…)
GG: Nosotros hemos sido educados para servir y ayudar a la Iglesia. Y de repente el Vaticano dice que la Iglesia tiene que servir y ayudar, perder ese personalismo y sentirnos personajes, pues somos gente como todo el mundo.
¿Cómo ha cambiado su mirada del mundo desde que se iniciaron como sacerdotes hasta el momento?
GG: Mucho. A mí me ha tocado vivir esta injerencia de la Iglesia en el rumbo del mundo. Cuando el papa dijo que el nuevo nombre de la paz es desarrollo fue una cosa impresionante. Y tenemos que meternos en estas cosas. Yo tuve una experiencia muy bonita cuando estuve en Ayaviri, Puno, pues me trajeron a Lima para fundar las mesas de concertación de lucha contra la pobreza.
CC: Yo soy de una generación un poco menor que tú, pero en esos años, sobre todo en la JEC (Juventud Estudiantil Católica), se nos incentivaba el cariño por la realidad. Fermenten la masa, se decía. Comprometerse con la gente.
¿Cómo formar mejores personas y ciudadanos en una universidad católica que valora la diversidad?
GG: Yo creo que la PUCP, como todos los grupos humanos, tiene una cosa muy buena y es que la gente se forma junta. El grupo tiene que aprender a valorar la diversidad de las personas. De lo contrario, salimos todos como en serie (…)
CC: El siglo XX es muy laico, pues Jesucristo se encarnaba en el pueblo como un judío más, todo es tocado por ese laico llamado Jesús, que no viene de tribu sacerdotal, un laico como todos. Por ello, creo que la PUCP puede formar ciudadanos porque está llamada a vivir su condición católica en el corazón de la universalidad del mundo.
GG: En los últimos 10 o 15 años, la Católica se ha abierto al Perú porque era una universidad muy limeña.
CC: Además, tenemos de todos los pueblos. Y los ciudadanos son mucho mejores cuando son conscientes de la diversidad de problemas y vidas que hay.
Si no hubiesen sido sacerdotes, ¿qué otra vida hubieran elegido?
CC: Difícil, pero quizás yo tuve que elegir entre eso y ser músico. Pero no me imagino otra cosa. ¿Y tú?
GG: Yo sí, quién sabe, psiquiatra hubiera sido.
CC: Y yo, músico. Hubiera sido otra forma de vivir, que no significa que me la pase de cantor (risas).
Gastón Garatea: 60 años de vida religiosa
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