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Noticia

Alumnos con discapacidad visual pueden acceder a materiales de Biblioteca

La PUCP, a través de la Biblioteca Central, es la primera y única Universidad en el país en ofrecer un Servicio de Atención Preferente para Personas con Discapacidad. Gracias a este servicio, los alumnos con discapacidad visual pueden acceder a las lecturas de sus cursos de acuerdo a sus necesidades.

  • Texto:
    Paloma Verano

Diego Ponte demora una hora y media en llegar de su casa a la PUCP. Él vive en el distrito de Puente Piedra y estudia Derecho en nuestra Universidad. Las lecturas no bajan de cinco por semana y, a diferencia de muchos que utilizarían el largo camino para leerlas, él no podría hacerlo sin la ayuda de la Biblioteca Central. ¿Por qué? Porque es invidente. Además de Diego, tenemos actualmente siete alumnos más, entre pregrado y posgrado, que se ven beneficiados con el Servicio de Atención Preferente para Personas con Discapacidad (SAPD) que ofrece nuestra Biblioteca Central “Luis Jaime Cisneros”.

Y es que este servicio, entre otras cosas, permite que las personas con discapacidad visual puedan acceder a las lecturas de una manera especial. “Definitivamente, sin el apoyo de la Biblioteca sería mucho más difícil estudiar y la calidad académica no sería la ideal”, comenta Diego.

Para brindar esta atención y asistencia, es necesario un gran esfuerzo, que demanda un arduo trabajo casi invisible. “Actualmente, tenemos 11 practicantes y 2 bibliotecarios asistentes que, junto a mí en la coordinación, trabajamos duro para poder cubrir las necesidades de estos alumnos”, dice la Lic. Roxana Huamán, coordinadora del SAPD.

¿Cómo funciona el SAPD?

Todo empezó en el 2008, cuando un alumno invidente de la Maestría en Ciencia Política y Gobierno preguntó en la Biblioteca de qué manera lo podían ayudar, pues tenía necesidades diferentes que debían ser atendidas. Fue ahí que se inició un proceso de investigación para encontrar la mejor alternativa de asistencia y así comenzó el SAPD.

La Lic. Huamán explica que existe un gran equipo humano que está detrás del servicio para cubrir las necesidades de los alumnos con discapacidad visual. Un componente de este servicio consiste en digitalizar los textos que se les pide a los alumnos en la bibliografía obligatoria de sus cursos, ya sean separatas, artículos, capítulos de libros y hasta diapositivas de clase. “Usamos un software especial que reconoce los caracteres del texto y los hace pasar de físico a digital. El problema es que, en ese proceso, se cuelan muchos ‘caracteres basurita’, que son manchas en los libros, apuntes, subrayados y otros”, explica la bibliotecóloga. Es por esto que los practicantes se dan el trabajo de reeditar el texto digitalizado, para sacar los caracteres que estén de más y transformar todo el texto en un archivo de Word simple. Estos textos pueden estar en español, inglés o hasta en portugués y, asimismo, pueden contener tablas, gráficos o imágenes fotográficas, lo que hace que el proceso demore un poco más.

Posteriormente, el texto en Word es mandado a los usuarios del servicio por correo para que puedan descargarlo y utilizarlo con el sistema JAWS, que les facilita la reproducción del texto en audio para que lo escuchen. “Usualmente, ellos ya tienen descargado el programa en sus laptops o computadoras en casa, pero, si alguno lo necesita, también le brindamos esta facilitad en la Biblioteca”, agrega la especialista. En ese sentido, en la Sala de Referencia de la Biblioteca Central existe una computadora con uso preferencial para alumnos con discapacidad visual que viene integrada con el sistema JAWS y con audífonos antiruido para que tengan total claridad en el sonido del programa.

Un servicio articulado

Es necesario que, para que este sea un servicio de calidad, todos los actores estén integrados y trabajen en conjunto. Es por esto que la especialista recalca que es muy importante la participación que tenga el docente en todo este proceso. “Desde inicios de ciclo, nosotros hablamos con el profesor para informarle que cuenta con un alumno con problemas de visión y que necesitamos que nos facilite algunos materiales para ayudarlo con el servicio”, cuenta. Lo que se requiere de los profesores son los syllabus, la programación de evaluaciones, lecturas, y exámenes parciales y finales para que en la Biblioteca puedan avanzar con el trabajo de digitalización.

Por su parte, Jyenyfer Ricapa, una de las practicantes del SAPD y alumna de la Facultad de Arte, cuenta: “estos chicos son muy dedicados, así que cuando ves o escuchas un logro suyo, sabes que pusiste tu granito de arena. Además, es muy gratificante para nosotros poder leer tantos libros con temas muy interesantes que nos complementan como profesionales”.

A pesar de que, en estos momentos, el servicio está dirigido solo a ocho personas de nuestra Universidad, el esfuerzo en recursos humanos, equipos, infraestructura y presupuesto es bastante grande. El compromiso de este equipo humano realmente brinda una ayuda esencial para los alumnos que lo necesitan. En ese sentido, Enrique Vaca, otro de los practicantes de este servicio y alumno de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, señala: “Más allá del número de personas que venga atendiendo desde que se inició, el SAPD consiste en responder a la necesidad de nuestros compañeros, sin importar que sea uno, seis o veinte. Además, resulta inspirador colaborar con estudiantes que, teniendo una discapacidad, pueden llevar hasta 6 cursos durante el ciclo, cosa que no es nada fácil”.

Para más información sobre este y otros servicios que brinda nuestro Sistema de Bibliotecas.

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