El IOP publica boletín sobre las edades de la vida, según los peruanos
¿Cuándo termina la infancia? ¿A qué edad inicia la adultez? ¿Cuál es la edad ideal para dejar la casa de los padres? ¿Cuál es la edad ideal para morir? El Instituto de Opinión Pública de nuestra Universidad (IOP-PUCP) presenta, en su boletín N° 149, un estudio sobre las representaciones que los peruanos y peruanas poseemos acerca de las etapas y eventos de la vida con relación a las edades en los que deberían ocurrir.
Texto:
Susan Pastor
La investigación, originalmente realizada por el Grupo de Investigación Edades de la Vida y Educación de la PUCP (EVE), sirvió de aporte principal para realizar este análisis estadístico sobre un tema que no es extraño para las ciencias humanas, pero sí para los estudios de opinión pública. Esta edición del boletín retrata y recoge el pensamiento colectivo peruano acerca de las etapas de la vida, un tema que, por lo general, no está plasmado estadísticamente.
Los resultados generales del estudio sugieren que los peruanos poseemos una representación bastante homogénea con respecto al inicio y fin de las etapas de la vida, ya sea por nivel socioeconómico, ámbito de residencia o sexo de los entrevistados. Según la mayoría de peruanos y peruanas, la infancia comienza, en promedio, hacia los 3.8 años y finaliza a los 10.4. La adolescencia se inicia hacia los 12.6 años y concluye alrededor de los 17. La vejez comienza aproximadamente a los 57.4 años.
EL COMIENZO DE LA INFANCIA
Para Patricia Ames, coordinadora del Grupo de Investigación EVE y doctora en Antropología de la Educación por la Universidad de Londres, “resulta notorio que, según los pobladores de Lima, las edades de la vida inicien más tardíamente que para los pobladores de las zonas rurales o del interior urbano”. Para los limeños, la infancia inicia a los 4.1 años y termina a los 10.9 años. Mientras que para las zonas rurales, la infancia va desde los 3.5 y los 10.6 años. Lo mismo sucede con la adolescencia, juventud, adultez y vejez. “Es probable que los procesos más intensos de urbanización y modernización por los que ha atravesado la ciudad de Lima hayan impactado, también, en una mayor postergación de las edades; fenómeno que se observa en los países más ricos”, indica Patricia.
Algo similar sucede cuando se pregunta a las personas acerca de la edad ideal para que ocurran los acontecimientos más importantes de la vida. Según los peruanos y peruanas, una persona debería empezar a trabajar aproximadamente a los 20 años, debería jubilarse a los 59 y debería morir a los 80.
Sin embargo, Robin Cavagnou, miembro del Grupo de Investigación EVE, resalta la distancia de meses -e incluso años- que puede haber para los encuestados entre el final de una edad y el inicio de la siguiente: 2.1 años entre la infancia y la adolescencia, 0.9 años entre la adolescencia y la juventud, 3 años entre la juventud y la adultez, y 6.7 años entre la adultez y la vejez. “Este desfase indica que las transiciones entre las distintas edades de la vida son secuencias extendidas que no se pueden definir por un evento o un ritual de paso que marque un ‘antes’ o un ‘después’, sino por una serie de factores agregados y específicos para cada individuo, según el curso de su vida”, explica. Esto se corrobora con los resultados que muestran, por ejemplo, que “empezar a trabajar” (19.7 años) no se asocia claramente con el inicio de la juventud (18.4 años). Lo mismo sucede con “tener el primer hijo” (25.6 años) y “casarse” (27.3 años), que anteceden a la entrada en la adultez (29.7 años).
Finalmente, algunos resultados sugieren que en el Perú todavía prevalecería un imaginario patriarcal de las etapas de la vida, en el que los hombres se orientan principalmente hacia lo laboral y económico, mientras que las mujeres se orientan hacia lo doméstico y familiar. Los “cambios biológicos” se consideran más importantes para las mujeres como marcadores del final de la infancia. De manera similar, formar una familia y tener hijos también tienen un mayor peso para definir el tránsito hacia la adultez. Para los hombres, en cambio, resaltan, como marcadores del fin de la infancia, los elementos que tienen que ver con asumir responsabilidades e iniciar la vida sexual.
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