San Valentín: la otra cara del amor
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Patricia Ruiz Bravo (Directora de la Cátedra Unesco de Igualdad de Género en Instituciones de Educación Superior) y Katherine Sarmiento (Investigadora del Grupo de Investigación en Estudios de Género)
Las redes sociales nos muestran el 14 de febrero, San Valentín, como un desfile de gestos románticos: citas, regalos y una vasta variedad de muestras de afecto. Sin embargo, tras esta celebración, hay una realidad incómoda de la que poco se habla: el amor, para muchas personas, también es sinónimo de control, sufrimiento y violencia. Situaciones que suelen estar profundamente normalizadas.
Una encuesta realizada a 1,385 estudiantes de la PUCP nos muestra una realidad preocupante. Entre quienes reportaron haber tenido una relación sexoafectiva el último año, el 32.5% señaló haber recibido insultos o humillaciones por parte de su pareja. Además, un 16% indicó haber sufrido empujones o jalones, mientras que el 9.3% señaló haber recibido golpes o heridas físicas. Aún más alarmante, el 19.8% reportó que su pareja le forzó o presionó para tener sexo o realizar actos sexuales sin su consentimiento.
El amor, para muchas personas, también es sinónimo de control, sufrimiento y violencia. Situaciones que suelen estar profundamente normalizadas".
Pero la violencia no siempre ocurre de forma tan explícita. Con la expansión de las tecnologías digitales, las dinámicas de control vienen tomando nuevas expresiones, algunas de ellas muy sutiles y difíciles de detectar. Por ejemplo, el 36.1% de estudiantes reportó haber mirado información privada del teléfono de la pareja sin permiso o monitoreado la actividad en línea de la pareja. Mientras que el 32.5% señaló que su pareja le había presionado para borrar o bloquear conexiones en redes sociales.
Con la expansión de las tecnologías digitales, las dinámicas de control vienen tomando nuevas expresiones, algunas de ellas muy sutiles y difíciles de detectar".
Sin duda, son datos alarmantes: ¿Qué hace posible que los vínculos de amor coexistan con estos altos niveles de violencia? Esa fue una de las preguntas que motivó el estudio “Amor y violencia: las implicancias del amor romántico y las redes sociales en la violencia de género”, en el que analizamos las creencias y experiencias de jóvenes universitarios, hombres y mujeres, entre 18 y 25 años.
El estudio confirma lo que otras investigaciones vienen demostrando a nivel global: que en la base de la violencia en relaciones sexoafectivas suelen encontrarse creencias en mitos sobre el amor romántico. Estas ideas, reforzadas por el cine, la música y las redes sociales, moldean la forma en que las personas entienden el amor, normalizando dinámicas de control, celos y sacrificio como prueba de afecto, cuidado y compromiso.
Uno de los mitos más arraigados es el de la «media naranja» o «alma gemela», la creencia de que existe una persona predestinada para cada quien. En la encuesta, el 46% de estudiantes estuvo de acuerdo con esta afirmación. Asimismo, persiste la idea de que el amor verdadero implica sentir celos (56%) o que amar supone sufrimiento (51%). Por otro lado, más de la mitad de estudiantes (59%) considera que «quien te ama de verdad te corrige y te enseña a comportarte bien aunque no te guste», mientras que un 41% cree que «a veces hay que hacer cosas que no quieres o que no te gustan para poder estar con alguien a quien amas».
Estas creencias pueden parecer inofensivas, pero dejan de serlo cuando favorecen la justificación de conductas violentas, asumiéndolas como mal inevitable de los vínculos sexoafectivos. En la encuesta, el 60% de estudiantes señaló que perdonaría que su pareja le aislara de su familia o amigos. El 27% señaló que perdonaría un jaloneo y 36% pasaría por alto que su pareja lo bese o toque sexualmente sin consentimiento.
Prevenir la violencia de género es un esfuerzo complejo, colectivo y de largo aliento. Un paso clave es transformar las creencias y mitos sobre el amor romántico de manera tal que podamos imaginar otras formas de amor, y sostener vínculos sexoafectivos más sanos, felices y equitativos.
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