"La educación en colegio y en casa debería enseñar a los niños lo que es saludable"
La doctora Cristina Larroy, visitó la PUCP invitada por el Departamento de Psicología para reunirse con diversos programas de posgrado. La especialista ha investigado sobre diversos temas como la salud reproductiva de la mujer, trastornos de alimentación, entre otros.
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Cristina Larroy
Profesora de Psicología Clínica en la Universidad Complutense de Madrid (España)
Texto:
Susana NavarroFotografía:
Stefany Aquise
¿Se puede decir que existen trastornos propios de la mujer?
Estos hacen referencia a que hay trastornos asociados al ciclo de la mujer. Las hormonas, como otras sustancias que están presentes en la sangre, juegan un papel importante pero esto es más fisiológico que psicológico. El hecho de que algunas personas tengan trastornos de tipo psicológico, pueden deberse a diversos factores. Por ejemplo, la menopausia puede estar muy relacionada a más elementos que solo los fisiológicos como los de la disminución en la producción de estrógenos: hay otros factores asociados a esa etapa, como los procesos de envejecimiento, muchos han hablado del síndrome de libido vacío, la sobrecarga de trabajo con los que viven las mujeres que no solo se hacen cargo de los hijos sino también de los padres o de los suegros y generalmente son las mujeres las cuidadoras, también están los relacionados a la pérdida de belleza y juventud.
¿Cree que la sociedad nos hace anhelar la juventud?
La juventud es un valor en alza que se mantiene en la sociedad actual, todos queremos ser jóvenes, y las mujeres estamos más expuestas a eso, es un problema y genera trastornos relacionados a aspectos psicofisiológicos. De hecho, para muchas mujeres la llegada de la menopausia desde un punto de vista sociológico es la constatación de que realmente han dejado de ser jóvenes, o sea ya son viejas desde el punto de vista de la sociedad. La belleza, la juventud y la esbeltez están sobrevalorados. Resulta que te ves con más de cincuenta años y empiezas a engordar por cuestiones fisiológicas, salen más arrugas, pierdes colágeno, ya no puedes tener hijos, aunque a esa edad la mayoría ya no quiere tenerlos, pero la constatación de la vejez es lo que puede provocar ciertas alteraciones.
¿Qué puede marcar la diferencia entre el que algunos sean influenciados y otros no, por el bombardeo social que enaltece la belleza y la juventud?
Es difícil de decir, son factores personales y psicosociales dentro de un contexto con diversas variables. Por ejemplo, hay mujeres que tienen una cierta predisposición a engordar y otras que tienden a no engordar nunca. Entonces creo que no es fácil decir que unas personas sean más influenciables y otras no, todos estamos influenciados, que sea en una mayor o menos medida y el que repercuta en unas personas y otras no, es difícil. Por ejemplo, hay personas que no dejan de comer pero se gastan un dineral en cremas, en pastillas para adelgazar, tratamientos, cirugías, etc. Las nuevas conductas a las cuales estamos influenciados a través de los medios son muchas y no son exactamente las mismas para todos.
Respecto a la alimentación, ¿la publicidad puede influenciar en qué comemos y en qué medida?
No solo es la publicidad. Todo está pensado para estimular el apetito, desde los olores, que son químicos que están preparados para incluso ser adictivos. Entonces no solamente es la publicidad, sino que involucra toda la preparación de este tipo de comidas que la hace atractiva. Como en todo, hay público más inocente y otro que no, pero con la cantidad de dinero que mueven las empresas de publicidad, pensar que ellos hacen un spot publicitario para nada, es ingenuo. La publicidad es así, porque quieren ganar más y para eso sirve.
Nosotros nos encontramos viendo una ley que regularía la publicidad de la comida chatarra, ¿cree que sería funcional?
El problema es que no debemos achacarle todo a un solo factor. La obesidad es un problema que se da en todo el mundo occidental y es verdad, la publicidad sí influye pero hay otros factores; como el uso excesivo de las computadoras, que no se hace mucho ejercicio como antes, incluso que la comida preparada o congelada que es consumida por la gente que trabaja tiene una gran carga de sodio. Los padres también influyen, muchas veces es más rápido abrir un paquete de donas que preparar un bocadillo o es más fácil dar un dulce para que los niños no sigan dando problemas. La publicidad, a fin de cuentas, está atendiendo una necesidad de la población y generando una demanda, pero esa es su misión, es como echarle la culpa al mensajero.
Es contradictorio que, por un lado, la sociedad busque la belleza y la esbeltez y, por el otro, te bombardean con mensajes de comida poco saludable.
Se vuelve caótico y si tuviéramos la solución sería estupendo. Lo que debería existir es que en la educación se enseñe a los niños qué es lo saludable, que no solo se trasmita en la universidad con una asignatura de salud y nutrición, esto debe ser un aprendizaje desde niños en los colegios y, sobre todo, desde las casas con las familias. Si no es así, no funcionará de mucho. Si se tiene treinta años con hábitos ya adquiridos, es mucho más difícil de cambiar. Es mejor enseñar desde pequeños, en vez de acostumbrarlos a una merienda con dulces, les das una manzana.
El Perfil
Nombre: Cristina Larroy
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