"La escuela es imprescindible"
La psicología educativa, hoy, además de preocuparse por ciertas cosas como la personalidad, las emociones y los aspectos del saber en los niños también se ocupa de la dinámica con la que los niños se apropian de los saberes culturales transmitidos en el aula. El Dr. José Antonio Castorina visitó la universidad para ofrecer el curso Representaciones sociales y su impacto en el campo educativo. A continuación, algunas de sus observaciones a la relación entre filosofía, psicología y educación.
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José Antonio Castorina
Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina).
Texto:
Sharún GonzalesFotografía:
Alex Fernandez
¿Cómo se relaciona la psicología educativa con la teoría del conocimiento?
Uno de los objetos principales de la psicología educativa es estudiar los procesos de aprendizaje que se cumplen en la sala de clase y las teorías de aprendizaje. Todas ellas son teorías del conocimiento o involucran teorías del conocimiento. Ningún profesor puede no tomar una posición filosófica ante los procesos de aprendizaje. La relación del profesor no es con el saber, sino con la relación entre el alumno o el sujeto y el saber, con la manera en que aprende. En ese sentido están comprometidos los educadores y los psicólogos educacionales con las teorías del conocimiento. Es inevitable, no puede haber un psicólogo que cuando piensa en cómo aprende su alumno, o como entra en situaciones de dificultad de aprendizaje, no tenga una posición tomada, implícita o explícita, sobre la dinámica de cómo se aprende. Lo que hay es una relación sujeto – objeto y una construcción que supone la filosofía o la epistemología.
En la actualidad, los niños y adolescentes, reciben estímulos e información por muchos lados. ¿La información que reciben en clase, podrían recibirla por otros medios?
La escuela es imprescindible. No hay manera de aprender sistemáticamente un conocimiento que no sea en la institución escolar. Eso es un grave error en el que mucha gente ha caído. Por más tecnología, por más medios de comunicación, por más actores sociales distintos que existan, el lugar especial, específico e inevitable de aprendizaje, es la sala de clase en la escuela, sea primaria, universitaria o de nivel inicial. Sin ese mundo no se puede aprender. Salvo que haya una escuela popular, que las hay. Hay escuelas en los grandes medios urbanos y suburbanos, las organizaciones sociales han generado un sistema de educación distinto al sistema escolar. Pero también ahí es una institución. Sin un maestro que sabe más y sin un saber que se transmite, no hay manera de aprender.
¿Cómo describiría el rol del profesor en ese contexto?
El rol del profesor es ser un mediador entre el saber y los niños. Es, también, orientar a los alumnos hacia los sectores o fragmentos de la cultura que se transmiten en la sala de clase. Es un orientador muy activo que formula problemas, da lugar a escuchar o no aportes de los estudiantes, permite generar actividades colectivas, que los alumnos puedan evaluar lo que ha resultado de la resolución de un problema. Pensar maneras para dialogar con el estudiante y hacerle sentir que un fracaso no es una derrota si no una oportunidad para revisar lo que se aprende. Es muy complicada la actividad del profesor. Por eso la formación docente es hoy una de las prioridades del sistema educativo.
Estamos hablando de procesos de aprendizaje, del cómo se aprende…
Si y solo si el alumno está en relación con un saber que no podría aprender solo y con un maestro que lo orienta. No hay aprendizaje sin el trío formado por el profesor, el saber y el alumno, fuera de eso no hay manera de aprender en ningún lado. Curricularmente se transmiten los saberes adquiridos que se transforman en textos o en ciertas expresiones conceptuales de las disciplinas. Esos contenidos curriculares hay que adaptarlos a la índole de los estudiantes, a sus características, a las relaciones culturales que corresponden al origen de los estudiantes, a su formación previa. Hay un juego complicado en reformular los vínculos de significado entre lo que el maestro quiere enseñar y lo que el chico entiende de lo que el maestro enseña. Aprender no es recibir información. Esa es una idea errónea. El aprendizaje no es recibir información, mucha o poca, sino reformular lo que uno piensa en función de una información que dispara problemas. Si no te problematizas no puedes cambiar tus ideas. Ése es el corazón de lo que nosotros llamamos teoría constructivista del aprendizaje.
En ese proceso también se transfiere una forma de ver el mundo.
Efectivamente también la escuela transmite una concepción del mundo. Ello es inevitable. Nuestro problema como docentes es que debemos proponer situaciones o promover diálogos donde se confronten esas concepciones del mundo -de los enseñantes o de los textos de historia, por ejemplo- con las versiones que asumen los alumnos como parte de grupos sociales heterogéneos, incluidos los pueblos originarios. Y con las elaboraciones que se hacen en un medio interactivo con otros alumnos y el docente. Propugno una enseñanza que habilite la conformación de una conciencia crítica del mundo en que viven los alumnos y eso supone que haya una apertura a pensar con sus propios instrumentos y los que propone la escuela, no una aceptación acrítica de las concepciones del mundo que se transmiten.
Eso contrasta con una percepción de la escuela como una institución que homogeniza.
La escuela históricamente ha sido una institución homogenizadora porque, sobre todo en países como los nuestros, ha servido como instrumento para lograr una identidad nacional. Gente que proviene de distintos orígenes e inclusive pueblos originarios han participado de la formación de la nación. Entonces, la escuela intentó homogenizar a esos grupos pero de una manera muy discutible, con ojos actuales. En esa época, esa homogeneización suponía que todos fuesen iguales bajo un cartabón común. El que no se acoplaba a eso, era enunciado salvaje, bárbaro, ignorante, etc. Hoy la escuela, aunque reconoce la heterogeneidad de los grupos sociales, mantiene ciertos rasgos de homogeneidad. Nada de esto se puede decir en general, hay que hablar siempre respecto a contextos concretos. En este momento, las escuelas en algunos países de América Latina, tienden a reconocer la diversidad cultural, las culturas claramente distintas de los niños. La enseñanza se acomoda, se asocia a los rasgos propios de esa cultura para conectarla con la cultura occidental que es la que se transmite en el aula.
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