Ya eres socio del Club MKT 2.0?
Cuando en el 2006 escribí acerca de lo auspicioso que era para el Perú ver a un ícono mundial de la música como Jay Kay –frontman de Jamiroquai– usando la casaca más recordada de la selección nacional de fútbol, la de los 70, en su video de «Seven Days in Sunny June», nunca pensé que esta inusual, importante y gratuita oportunidad sería tan desaprovechada (en esencia, Kay nos estaba haciendo un gran favor).
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Jean Carlo Rivadeneira
Claro, hace tres años aún no se hablaba con la actual recurrencia sobre utilizar las diversas (y muy convenientes) herramientas Web 2.0 para implementar campañas de marketing oportunas, eficaces, más segmentadas, redituables y gratamente recordables. Pero si un marketero visionario se hubiera percatado de por qué se vendían como nunca estas prendas –y no necesariamente en nuestro país– y de la real motivación de esta tendencia, podría haber propuesto un sinfín de satisfactores relacionados.
Hoy, como consumidores en la ubicua y atemporal era digital –donde la información infinita es nuestra mejor aliada–, todos podemos decir lo que pensamos con mucho mayor fundamento, proponer nuevas y mejores soluciones para nuestras necesidades, objetar colectivamente suposiciones erróneas de los ofertantes y, sobre todo, aclarar continuamente que ahora más que nunca somos nosotros quienes decidimos tomar la opción que consideramos óptima para cada paso que damos como usuarios.
Es decir, mediante la interacción que desarrollamos en el mundo virtual manifestando continuamente nuestros pareceres, podríamos ahora «asesorar» a aquel marketero recordándole que el video mencionado está en YouTube y que debería vincularlo al portal de su compañía antes que otra lo haga; que Amazon.com agotó existencias de esa casaca en Estados Unidos; que esto lo leímos no en un blog de música ni de fútbol, sino como comentario de un estudiante en el de una escuela de negocios en Tokio, quien también la compró pero vía eBay; y que si su empresa no utiliza esta «señal», habrá otra más ingeniosa que nos convenza para adquirir su propuesta, digamos, luego de organizar un concurso en línea que premiará con un pasaje a Londres al video-comentario de agradecimiento más creativo hacia Kay quien, aseguró, lo colgará en su web oficial: Marketing 2.0 = Interacción total.
Y cuando digo total es porque la idea para una campaña o producto exitosos puede surgir también de un consumidor que resulta ser cualquier colaborador de la misma o de alguna otra compañía, ¿no? Pues no siempre las mejores son resultado solo de las cavilaciones del equipo de marketing. Si no pregúntenle al gerente de Recursos Humanos de 3M o de Google en sus respectivos países, o recurran a aquella propicia frase de David Packard (de Hewlett-Packard, líder global indiscutible en venta de laptops): «El marketing será siempre muy importante como para dejarlo en manos solamente del Departamento de Marketing».
Resulta oportuno, entonces, sugerir a los encargados de la Dirección del Capital Humano, en estrecha coordinación con los de la de Marketing, la instauración del «Club MKT 2.0», cuya gestión bien podría iniciarse invitando a todos los colaboradores (los «socios») a crear blogs «multimedia» o grupos en redes sociales, a partir de sus propias aficiones. Por ejemplo, aquellas que, sutil y estratégicamente, permitan administrar las opiniones, comentarios y nuevos y frescos puntos de vista en favor de las constantes solvencia y creatividad de la empresa para idear, a su vez, campañas que posibiliten que una «buena marca» del portafolio se transforme –por qué no– en una ansiada lovemark que no es intrusiva, divierte, sorprende, motiva, se hace imprescindible, genera confianza y, esencialmente, respeta uno de los puntos clave del Manifiesto del Marketing 2.0, el 14: «Yo decido qué es viral y a quién se lo quiero mandar y, por cierto, una pestaña de mandar a un amigo’ no es marketing viral».’
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