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“Vivo de los libros y eso es un privilegio”

Escribe todas las mañanas en el sexto piso de un estudio en Barcelona. El edificio no tiene ascensor, así que tiene que pensarlo antes de bajar. Se fue del Perú, hace catorce años, luego de que todas las editoriales lo rechazarán. Ha desechado escritos de trescientas páginas. Su madre y esposa son quienes lo leen primero. Nunca ha podido terminar En busca del tiempo perdido de Proust y en su vida solo ha pedido dos autógrafos a escritores. Con ustedes, Santiago Roncagliolo.

  • Santiago Roncagliolo
    Escritor y egresado PUCP.
  • Texto:
    Miguel Sánchez Flores

Si pudieras elegir un momento que define tu vocación, cuál sería.

El 12 de octubre de 2000, cuando viajé a España. Fue una decisión arriesgada, pero por eso mismo, me obligó a tomar en serio mi vocación.

Por qué tuviste que salir de Lima para ser escritor. Qué había aquí que no te dejaba serlo.

Me habían rechazado todas las editoriales, que en ese momento, eran tres. Solo quedaba buscar en otra parte.

¿Eres escritor las 24 horas?

Vivo de los libros y eso es un privilegio. Pero hago otras cosas: columnas, reportajes y algún guión. De lo contrario, me pasaría el día encerrado en un estudio. Yo necesito salir a mirar el mundo ahí afuera.

¿Cómo se inician tus historias?

Sintiendo. Todo lo que escribo refleja lo que siento en un momento dado. Abril Rojo habla de mis años como empleado público. Tan cerca de la vida fue la novela de alguien que quiere vivir en otro planeta. Óscar y las mujeres, en cambio, es la novela de alguien que se reconcilia con el mundo que lo rodea. Nadie se da cuenta, pero mis novelas son siempre autobiográficas.

Cuéntanos un poco de tu cocina: preparas fichas, investigas históricamente, te gusta visitar los espacios donde se desarrollan tus historias.

Durante un largo tiempo escribí libros de tema político muy cercanos a la realidad, que requerían mucha investigación. Pero después de Memorias de una dama, tuve que cambiar de giro. Si quería seguir escribiendo, tenía que inventarlo todo de nuevo. Desde entonces, cada libro tiene una cocina diferente. Escribo cada uno como si nunca hubiese escrito antes, ni fuese a hacerlo después.

Tienes una rutina de escritura, alguna manía, un horario. O simplemente escribes cuando puedes y quieres.

Escribo todos los días. Toda la mañana. Para que una novela se lea con ritmo, hay que escribirla con ritmo.

¿Enseñas tus textos? De quiénes te interesa su opinión.

Mi madre y mi esposa me leen primero, siempre. Son muy buenas lectoras, y no temen decirme la verdad. Luego, según el libro, busco determinados lectores. Para Abril Rojo necesité un médico que me dijese si mis cadáveres eran correctos desde el punto de vista forense. Para Óscar y las mujeres, busqué alguien de Miami.

Cuál es tu lugar favorito para escribir y por qué.

Tengo un estudio. Es un lugar aburridísimo, muy pequeño, sin vistas, sin tele, sin ascensor. Si quiero largarme, recuerdo que tendré que volver a subir seis pisos por las escaleras. Así que no tengo más remedio que trabajar.

Hay historias con las que no has podido. Es decir, historias que a pesar de su interés no puedes escribirlas. Por ejemplo, cuál.

Muchas. He llegado a tirar a la basura libros de trescientas páginas porque están mal. Una vez, por ejemplo, trate de escribir una novela sobre un artista alemán de los años treinta. Pero no podía. No sabía cómo hablaría ese hombre, que cosas sentiría, o qué decisiones tomaría. Uno debe conocer sus límites.

¿Cómo escribes? ¿De corrido y luego editas o editas párrafo a párrafo?

Cada día reviso lo escrito el día anterior antes de seguir. Pero también voy cambiando escenas anteriores si lo pide la historia. A veces se me ocurren cambios y hay que revisar sus consecuencias a lo largo de todo el texto. Eso es muy pesado, así que a veces ruego por que no se me ocurran cosas.

Qué actividad o quién te puede distraer de la escritura.

Cualquier problema o presión puede distraerme. Cualquier ruido. No debes llamarme mientras trabajo, ni escuchar música, ni respirar.

¿Qué extrañas de Lima?

Ahora que tengo hijos, quisiera que sus abuelos los viesen crecer.

 A qué escritor le pedirías un autógrafo.

Aparte de mis amigos, solo he pedido dos autógrafos en mi vida: a Mario Vargas Llosa hace doce años y a Ian McEwan hace ocho.

3 libros

  • Libro que leyó más veces.
    Poeta en Nueva York de Lorca. La poesía se transforma cada vez que uno la lee.
  • Libro que leyó más rápido
    Sin sangre de Baricco. En esa época no tenía un céntimo, así que fui a la librería, lo leí y volví a dejarlo en su sitio. Era cortito.
  • Libro que nunca terminó
    En busca del tiempo perdido. Es demasiado tiempo perdido.

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