“Un país debe poder mirar sin temor a su pasado"
En «El Perú en revolución. Independencia y guerra: un proceso, 1780 – 1826», la Dra. Claudia Rosas, junto con el catedrático español Manuel Chust, recopila una serie de artículos de jóvenes investigadores que tratan de comprender nuevos aspectos de este período desde una óptica descentralizada e inclusiva.
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Claudia Rosas
Historiadora. Docente del Departamento de Humanidades
Texto:
Oscar GarcíaFotografía:
Juan Pablo Azabache
El Perú en revolución destaca por ser un esfuerzo conjunto de tres instituciones y contar con artículos de investigadores de diferentes universidades. ¿Por qué se produjo de esa manera?
Manuel Chust, especialista en la independencia hispanoamericana de la Universitat Jaume I de España, quería reflexionar sobre el caso peruano. Yo le propuse ver este proceso desde las regiones. Por ello, se convocó a historiadores no solo de la PUCP o de la UNMSM, sino también de otras universidades, como la San Cristóbal de Huamanga, Católica San Pablo de Arequipa, San Antonio Abad del Cusco y la Universidad de Piura. Así, en el libro hay trabajos sobre el norte, centro y sur del país e incluso Tarapacá. Los tres involucrados en la publicación fueron la Universitat Jaume I, el Colegio de Michoacán y el Fondo Editorial de la PUCP. Primero fue lanzado en España, luego se reimprimió en México y, finalmente, aquí. Esta alianza ha conseguido que la publicación tenga mayor difusión.
El libro abarca desde 1780 hasta 1826. ¿Es una forma de enfatizar que la independencia no fue un hecho puntual, sino un proceso?
Nuestra intención es analizar un proceso con diversas coyunturas -pues es distinta la época de la invasión napoleónica en la Península ibérica con el contexto de la década de 1820- y cuestionar la proclamación de la independencia que realiza San Martín como único acontecimiento. El discurso que tiene la mayoría de la población se focaliza en la declaratoria en Lima. Hay que hacer un esfuerzo por descentralizar y ver cómo el proceso de independencia también incluye a otras regiones del país. Por ejemplo, en el norte del Perú, se declaró la independencia primero que en Lima.
Cada época tiene su manera de interpelar a la historia. En ese sentido, y ante la lucha por la igualdad de género que se vive actualmente, sería interesante saber cuál fue el rol de las mujeres en este proceso histórico.
Ese es un gran reto historiográfico. Si bien tenemos estudios fragmentarios de esa participación, aún falta ir más a las fuentes. Porque ya se sabe bastante sobre las heroínas y las personalidades, como María Parado de Bellido o Brígida Silva de Ochoa, pero aún falta investigar acerca de aquellas que lucharon por su libertad, como las indígenas y afroperuanas. De este modo, también debemos reflexionar sobre la historia de las mujeres y de género durante estos 200 años de vida independiente.
Muchas veces se analizan las independencias de cada país latinoamericano de manera separada. ¿Qué nos puede aportar una visión interconectada de nuestros procesos independentistas?
En el capítulo que escribí, junto con Manuel Chust, enfatizo en ese tema. La independencia peruana tiene que ser entendida dentro del proceso hispanoamericano porque todo está conectado. Además, se enmarca en un espectro mayor de revoluciones que se dan desde fines del siglo XVIII, como la francesa y la haitiana. Entonces, es importante mirar el proceso a nivel continental y también lo que ocurre en Europa.
¿Cuál es la importancia para el ciudadano actual de que se deje de lado una visión hegemónica de la historia?
Nuestra independencia e historia republicana no son hechos exclusivos de ciertos sectores sociales, temas o instituciones. Todos los sectores sociales tienen que verse representados al leer la historia de su país. Si bien nuestra educación ha avanzado, todavía existe una versión hegemónica del Estado-nación con énfasis en lo político-militar. ¿Y dónde está la historia social, cultural, económica, incluso medioambiental? No hay que quedarnos en el discurso de los líderes, que en su mayoría eran hombres, ni en Lima o en los símbolos, como la bandera y el himno. La narrativa de la historia no se puede reducir a esa visión, porque está alejada de la gente común. He ahí la importancia del trabajo de los investigadores y la universidad. Tenemos el gran reto de iluminar esas zonas oscuras con sus estudios y reflexiones.
¿Qué lecciones podemos obtener de esos años de independencia y guerra de cara al bicentenario?
La llegada del bicentenario va a ameritar un balance crítico de toda nuestra historia republicana. Eso es importante porque los problemas que tenemos en la actualidad se quedan, a veces, en una visión coyuntural. Sería muy interesante dar una perspectiva histórica a temas como la corrupción. Un país debe poder mirar sin temor a su pasado. Otro aspecto que hay que aprovechar del bicentenario es el impulso que da para investigar en profundidad y abrir grandes debates sobre las características de la participación de las regiones, de los actores sociales (mujeres, afrodescendientes, indígenas, sectores populares, militares, las élites). Y también, y es algo que no se ha hecho mucho, estudiar a los realistas y el porqué del fracaso de la monarquía constitucional. Esos son algunos de los grandes debates.
Más información
El Perú en revolución. Independencia y guerra: un proceso, 1780 – 1826, de Claudia Rosas y Manuel Chust (eds.), puede encontrarse en la Librería PUCP y en la web del Fondo Editorial PUCP a S/ 55.
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