Star Trek, la frontera final
Al estrenarse Star Trek, la undécima película de la franquicia de Viaje a las Estrellas, se inicia un intento de revivir una colección narrativa sin paralelo en la cultura pop de origen estadounidense.
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Dr. Eduardo Villanueva Mansilla
Docente del Departamento de Comunicaciones
El gran misterio no solo es si esta película logrará revivir el éxito financiero de la gran narrativa, sino si volverá a ser tan relevante como lo fue hasta hace relativamente poco tiempo.
Mi preocupación es tanto de académico interesado en la cultura pop, como de fan. Atenuado por los años y la falta de éxito, pero trekkie al fin, soy un aficionado que siguió con atención singular los viajes de las dos Enterprise televisivas. La primera, lejano recuerdo infantil; la segunda, compañera de la adultez. No se trata solo de las manifestaciones exteriores del trekkismo: además de los videos, los libros, las maquetas y los muñecos, Star Trek me gustaba porque mostró siempre pertinencia a la hora de considerar problemas mayores. Fuesen las angustias morales de la década de 1960, fueran problemas más abstractos pero igualmente urgentes, como la vigilancia para mantener la libertad, o si vale la pena mentir y matar por un bien superior; Trek lograba alimentar el debate y eventualmente proponernos alguna forma concreta, relativamente cotidiana, de resolver grandes dilemas; esto además, envuelto en aparatitos increíbles, con argumentos atractivos y personajes entrañables.
Pero desde mediados de los noventa en adelante, la narrativa trek comenzó a perder relevancia. Los aparatitos dejaron de ser increíbles para parecer posibles; las angustias cotidianas tomaron formas más concretas, menos asibles desde el universo Trek. En la década actual, la idea de una federación ilustrada, justa y sin abusos, una versión multisolar de la mejor imaginación liberal que los Estados Unidos tiene de sí mismo, parecía ser no solo imposible sino absurda: ¿la moralidad de la Primera Directiva tenía sentido cuando el presidente de los EEUU partía un pelo en tres para justificar la tortura? ¿El predominio anglosajón, incluso con minoría a cargo como en Voyager, podía tener sentido con el avance chino y el peligro musulmán?
Ergo: el universo ilusorio pero ilusionante de Star Trek no solo quedó atrás porque el horizonte de una vida en el espacio se convirtió en el pedestre desplazamiento del transbordador espacial; o porque los teléfonos móviles hicieron a los comunicadores cosa cotidiana. La principal razón fue el fin del mundo unipolar bajo el embrujo del sueño americano, que hacía que la ingenuidad de la narrativa Trek quedará como un salto hacia paradigmas perdidos y enterrados.
Que el estreno de una nueva película coincida con un presidente norteamericano que ilusiona al mundo puede ser una buena señal. El paraíso liberal, sin pobrezas monetarias ni morales, con certezas de bondad y rectitud, que desde sus inicios ofreció Star Trek, bien puede haber sido desde sus inicios ingenuo e inviable, pero cuando Barack Obama se permite revivir la noción que los EEUU son un ideal ético y no solo material, tal vez el discurso moralista, simplón de la Federación Unida de Planetas tenga espacio de nuevo. Entonces, aparte de la acción y los efectos, tal vez haya sitio para que volvamos a viajar a las estrellas, pensando en una galaxia no solo más entretenida, sino mejor.
El Perfil
Nombre: Dr. Eduardo Villanueva Mansilla
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