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Sobre el DL-1097 y el olvido de los derechos humanos

El controvertido decreto legislativo DL-1097, sobre la prescripción de los delitos contra la humanidad y los derechos humanos, pone en riesgo la salvaguardia de los derechos humanos en el Perú. Sobre este tema y otros ligados al VI Encuentro de Derechos Humanos de IDEHPUCP, conversamos con el filósofo alemán Michael Werz. El especialista llegó al Peru gracias al Goethe-Institut Lima, el CEF e IDEHPUCP.

  • Michael Werz

La semana pasada el presidente peruano emitió cuatro decretos legislativos, que el Congreso está revisando, los que permitirían cancelar los procesos judiciales que involucran a personas investigadas en crímenes de lesa humanidad y casos de violaciones a derechos humanos. ¿Por qué esto se considera como un retroceso para el respeto de los derechos humanos?

En términos generales, creo que cualquier país que quiera establecer una sociedad moderna y próspera debe asegurarse que la ley, no solamente se cumpla, sino que también respete su sistema judicial. En Alemania por ejemplo, los juicios duraron 20, 30 ó 35 años después de la Segunda Guerra Mundial, hasta que se inició un debate más intenso. Es cierto que los procesos toman mucho tiempo, pero es más importante no perder de vista los crímenes que han sucedido. Si eso no se trata no habrá ni justicia ni paz.

La actuación del gobierno peruano va en contra de la Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, y del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. 

Las reglas de la ley internacional existen por buenas razones y muchos países, como el Perú aceptaron respetarlas. Sin embargo, ¿hasta qué punto las instituciones internacionales pueden y deben intervenir  en asuntos domésticos? Confío que todo se arregle aquí, pues esos serían los próximos pasos hacia una democratización profunda del Perú. Cualquier decisión de trascendencia tiene que estar fundada y apoyada por la sociedad civil.

Con la promulgación de estos decretos legislativos, pareciera que el gobierno quiere hacernos olvidar ciertos episodios de nuestra historia y el intenso esfuerzo de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación (CVR) ¿Qué diferencia hay entre el olvido y el perdón?

Primero, perdonar no es legítimo porque nosotros no podemos perdonar en nombre de las víctimas que hubo. Segundo, perdonar es una categoría moral y aquí nos movemos en un ámbito político y jurídico. Perdonar en el sentido de insinuar que los crímenes perpetuados no fueron tan graves o hacer que las personas que los cometieron no asuman completamente su responsabilidad, no lleva a ninguna solución. Por el contrario, es necesario establecer instituciones y mecanismos para no olvidar lo que pasó.

En el Perú, se han dado pasos importantes bajo el liderazgo de Salomón Lerner. Hay que preservar la memoria para futuras generaciones e informar a la población sobre lo sucedido. Esto funcionó por ejemplo en la Alemania de los años cincuenta y sesenta, para establecer una democracia verdadera y estable. Lo mismo en países como Sudáfrica, donde la guerra civil fue muy sangrienta y costosa.

¿Por qué crees que en el Perú los derechos humanos se perciben como negativos?  Muchas veces a los defensores de los derechos humanos se les relaciona con la izquierda extrema.

De hecho, es interesante observar que durante casi toda la guerra fría el argumento fue al revés. La categoría de los derechos humanos se utilizó mucho en contra del socialismo real de los países comunistas, para criticarlos por la falta de transparencia y participación democrática. Es curioso que ahora muchos conservadores, que apoyaron esta noción de derechos humanos, cambien. Creo en el siguiente contraargumento: cualquier persona que critica una noción de derechos humanos se está dañando a sí misma. Una sociedad donde no se establecen esos derechos, como individuales, no es una sociedad completa. Si se le hace daño a una parte de la población, se daña al resto.

Entonces el tema de los derechos humanos y la diversidad cultural debe plantearse desde la educación.

Hablar de los derechos humanos de una manera idealista es fácil, lo difícil es hablar sobre lo específico y cotidiano. Creo que el razonamiento tiene que ser diferente en una sociedad diversa. No deberíamos tratar de integrar la sociedad y hacerla más homogénea, sino abrazar la diversidad y entender que es una tremenda potencialidad para lograr el avance económico y político. Ese es un paso que lleva al éxito en el siglo XXI.

Luego, con la revolución francesa, se da una ambigüedad con respecto a los discursos de la España del siglo XVI. Se gestó la Declaración de los Derechos del Hombre, pero al mismo tiempo Francia dependía económicamente de sus colonias y de la esclavitud. Como dijo el Conde de Mirabeau en la Asamblea Nacional francesa, se estaba confundiendo al Hombre con el ciudadano francés. Aquellos ciudadanos garantizaban una convicción universalista pero para un Estado concreto.

Finalmente, en los Estados Unidos de la primera parte del siglo XX, la separación entre derechos humanos y del ciudadano no funcionó. El argumento del movimiento por los derechos civiles, como el de Martin Luther King, fue que las personas se podían realizar no sólo como ciudadanos sino como dueños de los derechos humanos en un sentido muy completo y universal.

Descarga la conferencia de Michael Werz en la PUCP.

Lee más:
Comunicado de Mons. Cabrejos y Mons. Barreto sobre polémico Decreto Leg. 1097

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