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Rita Segato: "Quienes estudiamos la cuestión de género o la cuestión racial estudiamos el poder"

La destacada antropóloga y feminista argentina participó en el seminario internacional “60 años de diálogo y desarrollo con el Perú” y adelanta algunos de los temas de los que hablará en su conferencia magistral. Aquí conversamos sobre el rol de las universidades en la producción de un conocimiento auténtico y situado en nuestra realidad, la lucha contra el retroceso en los derechos de las mujeres y disidencias, y su admiración por los pensadores peruanos, como Aníbal Quijano.

  • Rita Segato
    Profesora emérita de la Universidad de Brasilia
  • Entrevista:
    Raiza Tapia Solari
  • Foto:
    Archivo DCI

Rita Segato es reconocida por su trabajo en temas de género, violencia y derechos humanos. En los últimos años, ha sido profesora de Bioética y actualmente es una de las referentes de la perspectiva feminista decolonial. Con más de 40 años en el ámbito académico, observa que los estudios de género han evolucionado significativamente desde fines de los años 70, cuando concluyó su doctorado. “Eso es algo que me di cuenta hace poco tiempo. No tenía una palabra para nombrar lo que estaba observando. Fui a buscar en la gramática y saqué la palabra ‘género’, que no estaba en las ciencias sociales, no había una discusión sobre lo que hoy llamamos género”, dice.

A partir de su experiencia como docente e investigadora, ¿cómo han cambiado los estudios de género dentro de las ciencias sociales en las últimas décadas?

El tema de género tiene muy corto tiempo de estar ahí. A fines de los años 70 e inicios de los 80, empieza a aparecer la palabra «género» como hoy la pensamos. Antes, el género era una forma de analizar gramaticalmente un discurso. Entre la segunda mitad de los años 80 y la primera de los 90, aparece lentamente una antropología de la mujer, una sociología de la mujer, una historia de las mujeres que va a transformarse en una antropología de género. O sea, la mujer es tomada como una construcción y el género es tomado como aquello que habla de la posición masculina y femenina, pero con más libertad con relación al determinismo biológico. Por eso, la crítica a la participación de las mujeres trans en el feminismo es una crítica absurda, porque la lucha comienza ahí, por libertarnos de la determinación biológica. No hay una ideología de género, es una categoría analítica que, por lo menos en mi disciplina que es la antropología, la necesitábamos para ver cómo se construye la idea de mujer y la idea de hombre, y las diferencias de esa construcción en tradiciones culturales diferentes.

No hay una ideología de género, es una categoría analítica que, por lo menos en mi disciplina que es la antropología, la necesitábamos para ver cómo se construye la idea de mujer y la idea de hombre".

¿Considera que el estudio de categorías como género dentro de las universidades contribuye a la sociedad?

Para que haya una democracia real tiene que haber igualdad. Y para que haya igualdad es necesario considerar dónde las sociedades permanecen desiguales. Por mucho tiempo pensamos que era solamente en la clase, pero hoy nos damos cuenta de que hay una desigualdad en el género, en la raza, etc. que se entrecruzan y esto amplía las desigualdades. Para eso tienes que nombrarlas y estudiar las diferencias que las producen, las reproducen y las mantienen. El tema de género es un tema de poder. Lo he entendido más claramente en los últimos tiempos: quienes estudiamos la cuestión de género o la cuestión racial estudiamos el tema del poder. Es necesario repensar los procesos históricos y conducir los procesos históricos desde otro lugar y de otra forma, ahí entro con otra crítica que es quijaniana, la crítica a la colonialidad del saber.

Tienes que nombrar las desigualdades y estudiar las diferencias que las producen, las reproducen y las mantienen".

¿Y cómo entran las universidades en esa construcción?

Las universidades, y yo he participado en eso mucho tiempo, hemos practicado una estúpida colonialidad del saber, pensando que si algo lo firma John Smith será más interesante que algo que lo firma Juan Pérez. Es un error fundamental. Eso también incide en el campo del feminismo, porque este ha sido muy influenciado por lo que se llama la misión civilizatoria de las mujeres blancas, europeas, que vienen a contarles a las mujeres indígenas o afrodescendientes qué deben desear y cómo deben hacer su camino. Hay una colonialidad al interior de los movimientos sociales y las universidades deben hacer esa crítica en su interior.

Las universidades, y yo he participado en eso mucho tiempo, hemos practicado una estúpida colonialidad del saber, pensando que si algo lo firma John Smith será más interesante que algo que lo firma Juan Pérez. Es un error fundamental".

Usted ha mencionado la crítica quijaniana y que el Perú es un país con un pensamiento arraigado. ¿A qué se refiere con esta afirmación?

Yo creo que el Perú es un país de una gran inteligencia, yo creo en la tradición de Mariátegui, Arguedas y Quijano. Creo que es un país, a pesar del maltrato que han sufrido sus intelectuales a lo largo de la historia, de gran pensamiento. Aníbal Quijano, a quien considero mi maestro, es el pensador más inteligente de la segunda mitad del siglo XX en el campo de la sociología y de la ciencia social, y hoy sus palabras están en el mundo. En toda América Latina, distingo la semilla peruana en el campo de la autenticidad y localización, del arraigo del pensamiento, que se refiere a pensar desde su lugar, desde sus raíces, no intentando de una manera superficial una adaptación al pensamiento occidental, europeo, sino pensando desde la historia peruana, ideas que surgen desde la inteligencia local y que se da mucho antes de la formulación de una crítica de la colonialidad del saber.

Aníbal Quijano, a quien considero mi maestro, es el pensador más inteligente de la segunda mitad del siglo XX en el campo de la sociología y de la ciencia social, y hoy sus palabras están en el mundo".

Hablando del contexto peruano, donde los sectores conservadores están cobrando mucha fuerza, como pasa en general en Latinoamérica, ¿cuál es su interpretación de estos fenómenos y qué cree usted que está en riesgo con el avance de estos grupos?

Esta vuelta hacia la derecha es mundial. Y yo diría que hay transformaciones de la izquierda en esa dirección también. El caso peruano con su presidenta mujer nos muestra algo que es fundamental y que es un error del feminismo: el cuerpo no es garantía. El cuerpo no garantiza nada, es lo que hablábamos al principio cuando hablé de la importancia de la categoría analítica género, la importancia de acabar con el determinismo biológico de las mujeres, lo que somos por determinación de nuestro cuerpo, de nuestro organismo, de nuestras hormonas. Cuando el feminismo rompe con ese determinismo biológico, también rompe con esto que vemos hoy, de que el cuerpo es garantía de alguna cosa. Es cierto que el cuerpo de la mujer es leído como algo, se le atribuye un deber ser y una fragilidad moral, siempre. Ahora, que ese cuerpo garantice una posición política, un campo crítico, una crítica al ojo que la mira, no, eso no está confirmado.

Pensar en los derechos y en las reivindicaciones de las mujeres necesita de una categoría que no hemos formulado todavía, que es la categoría de conciencia de género, o sea no me basta el cuerpo para tener una conciencia de quién soy, debo desarrollarla. Las personas hoy en día piensan sobre todo a partir de su interés individual y las posiciones conformistas conservadoras que respaldan, lo que yo llamo la acumulación, prohíben palabras, temen a las palabras. Por eso, intentan secuestrar la palabra «género» y le dicen que es ideología de género.

El caso peruano con su presidenta mujer nos muestra algo que es fundamental y que es un error del feminismo: el cuerpo no es garantía. (…) Pensar en los derechos y en las reivindicaciones de las mujeres necesita de una categoría que no hemos formulado todavía, que es la categoría de conciencia de género".

¿Qué desafíos y qué oportunidades anticipa usted en estos temas en los próximos años?

Estamos ahora frente a un territorio de contienda. El momento es un momento muy tenebroso, ¿no? El caso de Palestina nos dice que no existe estado de derecho en el mundo, peor que en el tiempo de la holocausto. Porque en el holocausto, con toda su crueldad abominable, no todo el mundo sabía lo que estaba pasando; pero hoy todos estamos viendo cómo se asesina niños y se masacra un pueblo entero, y nada lo puede contener. Estamos en un mundo donde el poder de la muerte es ley.

Todas las revoluciones han fracasado, desde el paradigma inicial que fue la Revolución Francesa, todas fueron victoriosas en eliminar, erradicar lo que estaba, pero no en construir un camino hacia algo diferente. Entonces, es eso lo que hay que ver con claridad, cómo se construye ese camino. Yo creo que ahí las mujeres tenemos un papel central, pero no con la garantía del cuerpo, las mujeres con conciencia que nos damos cuenta de que hay un ataque a la vida.

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Mujeres en la academia

En el ámbito académico, las mujeres también enfrentan barreras adicionales. “Las mujeres pierden poder a medida que avanzan en sus estudios y profesionalización, con una representación decreciente en posiciones de decisión y financiamiento”, considera Segato.

Esto sucede incluso en algunas profesiones en las que las mujeres suelen ser mayoría, como educación y psicología: “Cuando se terminan los estudios y se entra en la competencia por entrar al profesorado, ahí las mujeres ya no somos mayoría, sino que a veces hay mayoría de hombres o igualdad”. Cuando se trata de las instituciones que deciden el financiamiento en investigación, como los consejos nacionales de investigación, el liderazgo femenino es muy limitado. “En el campo de las decisiones, las mujeres prácticamente no existimos”, refiere.

Rita Segato: conferencia magistral en el seminario "60 años de diálogo y desarrollo con el Perú”

“El papel de la universidad en el camino de la historia hacia un horizonte más benigno”: en esta ponencia virtual que dio en el seminario por el 60 aniversario de Ciencias Sociales PUCP, Segato reflexionó sobre la necesidad de repensar desde el espacio universitario con una perspectiva diferente, evitando los marcos tradicionales.

“Ganaríamos muchísima inteligencia de esa forma, porque hay mucha inteligencia despreciada por motivos raciales, por ejemplo. Los profesores no ven en un cuerpo racializado la posibilidad de una genialidad, es un gran error, pero es un error fatal para nuestros países, porque sí hay genialidad ahí, sino no hubiera sido capaz de sobrevivir a 500 años de discriminación y masacre”, adelantó a PuntoEdu antes de la charla.

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