"La amenaza principal que tenemos hoy es la demanda excesiva del agua"
Algún día -cada vez menos lejano- los glaciares acabarán de derretirse y los nevados de la Cordillera de los Andes pasarán a ser simples montañas. ¿Qué pasará entonces en nuestro país, sobre todo en la desértica Lima? La Dra. Barbara Lynch, profesora visitante en la PUCP para el ciclo 2012-2 en el marco de la cátedra Alberto Flores Galindo. Durante septiembre, se encuentra dictando el seminario «El agua en el proyecto global de desarrollo», organizado por el Departamento de Ciencias Sociales, la Maestría en Gestión Pública de los Recursos Hídricos y el Grupo de Estudios Ambiente y Sociedad (GEAS).
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Barbara Lynch
PhD. en Sociología del Desarrollo y docente en la Universidad de Cornell (Estados Unidos).
Texto:
Luis YáñezFotografía:
Mario Lack
¿Cuáles son las principales alteraciones que el cambio climático está produciendo en el manejo del recurso hídrico?
Como socióloga, trabajé en el Callejón de Huaylas algunos años y allí se puede ver el retroceso glacial. ¿Qué significa eso en términos de oferta del agua? No lo sabemos realmente. Pero lo que sí sabemos es que la principal medida de almacenamiento de agua serán los bofedales y no los glaciares. Debido al tránsito de grandes camiones mineros, la textura esponjosa de los bofedales de la puna se encuentra en riesgo y es muy importante mantenerlos. El cambio climático puede ser muy importante en los años que vienen. La amenaza principal que tenemos ahora es la demanda excesiva del agua y la contaminación.
Un problema muy serio es la desigual distribución del agua: mientras que 38% de peruanos dispone del 98% del recurso hídrico, el 62% restante tiene acceso solo al 2%. ¿Cómo equilibrar estas cifras?
Hay tres posibilidades. La primera es “robar” agua de la selva para transportarla a la costa; digo “robar” porque toda transferencia implica un cambio ecosistémico grande y no sabemos muy bien qué consecuencias traería. La segunda es desarrollar la selva y generar un movimiento poblacional de la costa hacia el este. Pero existe siempre la tercera posibilidad: manejar el agua con más cuidado y consideración.
¿Los peruanos hacemos un uso responsable del agua?
Los peruanos son como los norteamericanos y como toda sociedad actual: la vida moderna implica un sobreuso del recurso y un manejo poco cuidadoso del agua, pero no es un problema individual. Hay que mantener sistemas de provisión, verificar el estado de las tuberías y promover una cultura de conservación. Se dice en Georgia que “si quieres conservar el agua, tienes que apagar la luz”.
Basada en su experiencia en la zona, ¿cuál es el estado situación de la cuenca del Río Santa?
Hay varios problemas graves. Existe minería irresponsable, que daña la calidad del agua y la hace inutilizable. Además, los servicios sanitarios a lo largo del Callejón de Huaylas no están bien desarrollados, es necesario mejorar la calidad de los sistemas de desagüe para la gente que vive en esos pueblos pequeños. También hay un problema con el uso de plaguicidas en la agricultura comercial. En la ciudad de Chimbote y en Santa, mucha gente pobre urbana no tiene agua limpia.
En Huallanca existe una central hidroeléctrica y había un conflicto entre la población aledaña y la Duke Energy, ya que esta empresa buscaba controlar las descargas de la laguna Parón para producir luz en tiempos de alta demanda. Me parece que la Autoridad Nacional del Agua (ANA) ha resuelto el conflicto y que las comunidades y la ciudad de Caraz tienen mayor control sobre la laguna.
Por otro lado, el río Santa forma un lindero entre La Libertad y Áncash. En el primer departamento funciona el Proyecto Especial Chavimochic y en el segundo se construirá el Proyecto de Irrigación Chinecas. ¿Cómo se puede incluir ambos proyectos en una manera eficaz, sin conflictos?
¿Hay un manejo organizado entre las autoridades por las cuales pasa el río Santa o hay conflictos y contradicciones?
Están en proceso de formación de un Consejo de Recursos Hídricos de la Cuenca del Río Santa (CRHC) pero hasta el año pasado era un poco difícil de coordinar. La ley dificulta la representación de algunos grupos, como los regantes de escala pequeña y las comunidades campesinas. Solo uno representará los intereses de la minería, de la crianza de truchas, del uso doméstico urbano, del uso industrial, etc. ¿Cómo van a organizarse para escogerlo? No sé cómo van a resolver esos problemas estructurales.
El Presidente Ollanta Humala señaló hace unos meses que su gobierno le dará un enfoque prioritario al agua y que será su primer defensor. ¿Qué medidas debería tomar para que estas palabras sean una realidad?
En unas comunidades, quizás no en la mayoría, hay actitudes, conocimientos y saberes sobre el uso del recurso hídrico que pueden servir como base para una nueva cultura del agua. Esto implica saber administrarla de forma eficiente, conocer qué cultivos ahorran agua y cuáles gastan demasiada, cómo dar agua a los animales, etc. El Estado debe apoyar este tipo de esfuerzos.
¿Por qué resulta importante formular un Plan Nacional de Recursos Hídricos, actualmente en elaboración?
Por varias razones. En primer lugar, permite dedicarse a pensar en el recurso, es una oportunidad para abrir conversaciones. En segundo lugar, el plan es casi obligatorio para recibir fondos del Fondo Mundial y el BID, autoridades donantes. Y en tercer lugar, permite que el Perú participe en las conversaciones sobre el agua a nivel mundial. No sé si un plan pueda resolver todos los problemas de acceso o de desigualdad regional, pero sí es necesario dialogar incluyendo voces marginadas, como las de la gente de ciudades pequeñas.
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