Nuestro lugar en el cosmos
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Myriam Pajuelo
Magíster en Física Aplicada, docente del Departamento de Física y responsable del Grupo de Astronomía y Astrofísica de la PUCP
Este año, el premio Nobel de Física lo han recibido James Peebles, Michel Mayor y Didier Queloz “por sus contribuciones a nuestro entendimiento de la evolución del universo y al lugar de la Tierra en el cosmos”. Al primero se le reconoce sus vitales aportes teóricos en cosmología; en el caso de los astrónomos suizos Mayor y Queloz, se les ha premiado gracias a su descubrimiento, en 1995, de un exoplaneta que orbita una estrella de tipo solar en nuestra galaxia, la vía Láctea. Este descubrimiento se hizo desde el Observatorio de Haute-Provence en Francia utilizando el instrumento Elodie —de 193 cm de diámetro—, instalado en el telescopio. Elodie permite medir la velocidad radial de las estrellas, es decir, su velocidad respecto de la Tierra.
El planeta que descubrieron es 51 Pegasi b, también llamado Dimidium, un “Júpiter caliente” —el primer planeta de ese tipo— que demora 4 días (ese es su año) en orbitar su estrella, situada a 50 años luz de distancia.
Huelga decir que el Nobel es un premio importante y ayuda a que, por medio de la atención mediática que se concentra en los galardonados y su tema de investigación, se difunda y discuta sobre ciencia. En el caso del descubrimiento de exoplanetas, este premio ha tardado más de dos décadas, lo que podría atribuirse a que para el comité del Nobel quizás este tipo de estudio no se había considerado suficientemente fundamental en Física, y debido al progreso en esta disciplina, que permite conocer la diversidad y abundancia de “mundos”, es por fin reconocida. Por otro lado, a veces la designación de los ganadores resulta polémica. En este caso, hay consenso en la comunidad científica en que los premios son merecidos, dado el aporte indiscutible, particularmente de Peebles, considerado como merecedor obvio del Nobel desde hace varios años. Lo que sí habría que remarcar, con respecto al descubrimiento de exoplanetas, es que estos ya se habían detectado previamente: el primer descubrimiento lo hicieron Dave Latham et al. (Mayor fue parte de su grupo), se trataba de un “super Júpiter” que orbita una estrella tipo “sol”; pero debido a que son cuerpos tan lejanos y opacos (en realidad no se ven), se detectan indirectamente; por ello, reconocer que se trataba de planetas fue difícil al principio. En el caso del trabajo de Mayor y Queloz, se verificó su naturaleza de manera más definitiva, lo que catapultó el desarrollo de las técnicas e instrumentos para la búsqueda de exoplanetas y, con ello, se estableció una nueva rama de la astronomía. Actualmente, hay cerca de 4,000 exoplanetas”confirmados” y unos 3,000 candidatos, un gran número de ellos detectados por el telescopio espacial Kepler, que cesó sus operaciones el año pasado.
Algo que resulta inusual e interesante sobre el premio de este año es que se ha premiado dos disciplinas bastante distintas: cosmología y exoplanetas, pero, a la luz del comunicado del comité del Nobel, cobra sentido si se piensa en la frase sobre el “entendimiento del lugar de la Tierra en el Cosmos”.
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