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"Nada se parece tanto a un sueño como una película"

Jesús Gonzáles Requena ha sido invitado por la Maestría de Estudios Culturales de nuestra universidad para dictar un taller sobre el análisis textual de las películas de Alfred Hitchcock. Conversamos con él sobre su manera de entender y aproximarse al cine.

  • Jesús González Requena

¿Cómo entiende usted la experiencia del cine?

El cine es una experiencia subjetiva y, durante esa experiencia, suceden muchas cosas que quedan fuera del alcance de nuestra conciencia. Esas «cosas» nos afectan pues tienen una profunda intensidad, la cual que vivimos como una verdad emocional. Eso que queda fuera de la conciencia es lo que llega al verdadero espectador, que es el inconsciente.

¿Un espectador inconciente…?

Exacto. En general, el verdadero espectador del cine -de cualquier tipo de arte- es el inconsciente. En el cine, que moviliza nuestras emociones profundas, esto es muy, muy evidente.


Entonces, ¿cuál es el lugar de la conciencia?

La conciencia siempre está ahí, pero lo esencial de una experiencia sucede más allá de ella. La conciencia piensa, juzga e interpreta; pero, como decía, hay muchos procesos emocionales que quedan fuera del control conciente. El pensamiento moderno, en tanto objetivo y cognitivo, tiende a ponerse muy nervioso cuando se generan procesos emocionales que quedan fuera del control conciente. Eso ha llevado a que, durante décadas, buena parte de los teóricos de cine digan que el cine clásico es engañoso, manipulador y falso porque juega con nuestras emociones.

¿Y qué cree usted?

Yo creo lo contrario: si ese cine es capaz de tocar profundamente nuestras emociones -aunque las historias que nos cuenta le parezcan inverosímiles a nuestra conciencia- se debe a que es necesariamente verdadero.

Esa verdad proviene de la experiencia, la emoción; pone muy nerviosa a la conciencia y tiende a rechazarla. Por eso, tanto más prevalece la conciencia, tanto más se rechaza el cine que nos «moviliza» emocionalmente. El caso es que, si desapareciera del todo ese intenso componente emocional de las películas, simplemente desaparecería el cine, pues la gente que acude a ver películas busca justamente vivir ese tipo de emociones.

¿Qué herramientas del Psicoanálisis utiliza para su análisis cinematográfico?

El análisis psicoanalítico que, por ejemplo, empleaba Freud con los sueños, es una metodología muy precisa y concreta de análisis textual. Freud analizaba sueños, fantasías diurnas, actos fallidos, que finalmente eran textos y eran analizados como tales.

Y, bueno, yo creo que nada se parece tanto a un sueño como una película; por tanto, el tipo de análisis que se hace para los sueños puede ser adecuado para analizar el arte cinematográfico.

Esto me lleva a pensar en que cuando se rechaza ese cine que conmueve y sobresalta las emociones aduciendo que «manipula, engaña o miente»; sorprendentemente se está diciendo lo mismo que se decía con respecto a la propuesta de análisis de sueños de Freud. Freud afirmaba que los sueños tenían sentido y en esa misma línea se puede decir que el arte cinematográfico también está cargado de un sentido arraigado, emocional, profundo.

¿Qué elementos hacen que una película se convierta en un clásico del cine, es decir, que pueda ser apreciada varias veces sin perder vigencia a través de las generaciones?

Pues su exactitud, su precisión. Una gran obra de arte es una obra que llega a nuestras pasiones fundamentales y les da forma. Por tanto, le permite a nuestro inconciente pensarse, vivirse, elaborarse. Quiero decir que las pasiones humanas (sus pulsiones) son algo primario, desordenado, caótico; que sabemos que nos habita violentamente. La tarea del arte, y de los textos en general, es darle forma a eso para que sea «vivible».

Usted ha dedicado buena parte de su tiempo al análisis de las películas de Hitchcock. ¿Qué las hace tan especiales?

Las hace especiales el que millones de espectadores las hayan reconocido como tales y se hayan quedado profundamente impactados por ellas. Y son especiales también porque están en el vértice de una transformación radical de la historia del cine, que da paso precisamente al fin de los relatos clásicos y al comienzo del espectáculo cinematográfico contemporáneo que está muy centrado en el psico thriller, en la locura, en la psicosis.

Creo que, básicamente, el cine contemporáneo está en la fase que se abrió con películas como «Psicosis» y los «Pájaros», y que todavía seguimos en ese período. Definitivamente Hitchcock es uno de los autores que más me interesa pero, si yo me tuviera que llevar a uno a la «Isla Desierta», me llevaría John Ford porque con Ford se puede «vivir mejor» que con Hitckcock.

Entrevista: María Paz de la Cruz
Foto: David Hermoza

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