"Los japoneses tuvieron que resurgir y lo lograron trabajando fuerte"
El hermoso jardín japonés de la Quinta Heeren es apenas uno de los primeros episodios de la larga y accidentada historia de la inmigración japonesa en América. El Lic. Sergio Hernández Galindo nos cuenta las condiciones que tuvieron que enfrentar y sobre nuestra actuación ante los extranjeros orientales. El especialista mexicano nos visitó para dar la conferencia “La Quinta Heeren y su jardín japonés. Historia de Tatsugoro Matsumoto, migrante japonés al Perú y México”, organizada por el Grupo de estudio e investigación Presencia de los japoneses en el Perú. Siglos XVII – XX del IRA-PUCP.
-
Sergio Hernández Galindo
Profesor Investigador titular de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
Texto:
Solange AvilaFotografía:
Giovani Alarcón
¿Cuál es la historia detrás de Matsumoto, el creador del jardín de la Quinta Heeren?
Tatsugoro Matsumoto fue un ueki-shi, es decir, un profesional especializado como arquitecto paisajista. Esta profesión en Japón es parte de una filosofía Zen, que genera un ambiente de integración con la naturaleza. Entonces, se valora mucho a quienes recrean espacios de reflexión, descanso y salud a través de los jardines.
En nuestras sociedades, aunque no tenemos esa concepción filosófica detrás de los jardines, tan solo verlos es un disfrute. Por ello, el diplomático Óscar Heeren invitó a Perú a Matsumoto para hacer un espacio arquitectónico típico japonés en su quinta. Luego, un importante minero quedó impresionado con su trabajo y lo llevó México.
¿Por qué fue tan importante la labor de Matsumoto?
Matsumoto se quedó en América por la gran variedad de vegetación. En México, pudo experimentar con plantas y árboles que se podían desarrollar en la región. Él trajo semillas y plantas desde Japón y otros países, como la nochebuena y los bonsai. El gobierno aprobó que se siembren árboles de jacarandá, introducidas desde Brasil, en toda la ciudad.
También promovió el uso de flores mexicanas, como el gladiolo, que hoy se usa en los templos y los entierros. El gobierno mexicano le pidió que introduzca los cerezos, pero Matsumoto sabía que no era posible, ya que estos necesitan inviernos muy fríos que no se dan en México ni en Perú. Matsumoto se ganó el aprecio de grandes empresarios, tanto que, hasta la década de 1940, se hizo cargo de los jardines de la casa presidencial de México, y se encargó de hacer grandes arreglos para artistas reconocidos como Jorge Negrete y María Félix.
¿En qué se diferenció el destino de Matsumoto del de la mayoría de migrantes japoneses?
Matsumoto fue realmente la excepción de la primera migración japonesa. El periodo de migración hacia México inicia en 1898 y hacia Perú en 1899. Él llega 10 años antes como migrante libre, invitado por capitalistas. En cambio, los primeros migrantes eran muy pobres y salían de Japón para buscar mejor suerte. Los empresarios los buscaban porque sabían que eran muy trabajadores y cuidadosos, formados con los ideales japoneses de servicio y obediencia. Estos eran contratados por compañías principalmente extranjeras norteamericanas y británicas, y traídos en barcos de vapor. Sin embargo, la migración termina en 1941, cuando comienza la guerra entre Japón y EE.UU.
¿A qué se debe el trato tan hostil en Perú?
En Perú se dio un ambiente antijaponés muy fuerte generado por diversas causas. El factor económico fue importante, pues cuando los migrantes ahorraban, sus condiciones económicas mejoraban y emprendían pequeñas empresas. En México, la situación de los japoneses también mejoró, pero no había competencia o envidia, estaban mejor integrados en la sociedad mexicana.
Por otro lado, el gobierno norteamericano auspició una política antijaponesa, sobre todo en la década de 1930. En Perú fueron escandalosos los saqueos a las viviendas de japoneses en mayo de 1940, instigados por la prensa que señalaba que estos tenían, supuestamente, armas ocultas para derrocar al gobierno peruano, lo que era falso.
Durante la guerra, los japoneses fueron reunidos y enviados a los campos de concentración por Estados Unidos, además sus bienes fueron confiscados. Pese a que las dos terceras partes de la migración japonesa -de más de 120,000- ya eran considerados como ciudadanos americanos, fueron llevados de manera ilegal a estos campos, porque se les consideraba enemigos por cuestiones raciales.
¿Aquellos migrantes finalmente se integraron a nuestras sociedades?
Aunque les fue difícil integrarse a la sociedad peruana, los japoneses tuvieron que resurgir y lo lograron trabajando fuerte, precisamente por sus principios. En ese sentido debemos reconocer lo que han aportado a las sociedades latinoamericanas. Aunque exista recelo contra ellos, ya son parte de nuestras naciones pluriculturales y ancestrales. Por tanto, la migración nos enriquece, debemos aprender esta lección y no tener miedo a los migrantes cuando nos traen nuevos elementos, cultura y conocimiento.
El Perfil
Nombre: Sergio Hernández Galindo
Deja un comentario