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Mario Vargas Llosa y su primer amor: el teatro

  • Dr. Luis Peirano
    Exdecano de la Facultad de Artes Escénicas (Fares)

Fueron varias las declaraciones del propio Vargas Llosa sobre su profundo interés por el teatro y sobre las razones por las que no se dedicó plenamente a este género, salvo en dos momentos: primero, en su juventud —cuando aún era escolar en Piura y escribió La huida del Inca—, y, más tarde, ya consagrado como narrador y ensayista. Pero la mejor explicación de ese vínculo perdurable está en el amor manifiesto que sintió desde niño. En uno de sus primeros poemas —rescatado y publicado por Alonso Cueto—, declaraba, con entusiasmo infantil, que quería ser actor. Esa vocación, temprana y genuina, lo acompañó a lo largo de su vida.

Hay muchas maneras de demostrar ese amor. Algunas más académicas, otras más públicas o políticas, pero ninguna tan clara como la más simple: Vargas Llosa escribía teatro porque le gustaba. Porque siempre le gustó. Porque seguía yendo al teatro donde fuese que estuviera, lo comentaba, lo apoyaba y lo celebraba, incluso cuando el montaje no le convencía del todo. Era, sin duda, un auténtico amante del teatro, de aquellos que contribuyen a sostener un arte vivo, lleno de ideas, emociones y con un lugar esencial en cada comunidad.

En uno de sus primeros poemas —rescatado y publicado por Alonso Cueto—, declaraba, con entusiasmo infantil, que quería ser actor. Esa vocación, temprana y genuina, lo acompañó a lo largo de su vida".

Llegó incluso al extremo —insólito para algunos— de subirse al escenario y reclamar, no sin una dosis de falsa modestia, el lugar del actor en la representación viva de sus historias. Lo intentó primero, siendo muy joven, como dramaturgo entusiasta e inexperto; luego, como espectador atento y promotor generoso. Y durante años fue fiel al teatro, no por afán de fama, dinero o aplausos —como algunos creen, equivocadamente, que son las motivaciones de quienes hacen teatro—, sino porque conoció, desde temprano, la vitalidad del escenario y fue leal a ese hechizo, a esa magia que solo el teatro ofrece.

He conocido de cerca ese amor de Mario Vargas Llosa por el teatro. Y nunca dejó de asombrarme su perseverancia creativa en un género que, paradójicamente, no ha sido el que más reconocimiento le ha brindado. Pero siempre siguió ahí, fiel a su primer amor.

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Julio Aliaga

Qué bueno saber sobre una vocación no tan conocida de Vargas Llosa. Gracias por el artículo.