Mario Vargas Llosa, el político
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José Alejandro Godoy
Politólogo y docente del Departamento de Ciencias Sociales
Mario Vargas Llosa tuvo como gran tema de su literatura las cartografías del poder. Sacudió los poderes castrenses cuando habló de su experiencia en el colegio militar en La Ciudad y los Perros o cuando ironizó sobre la organización de un servicio de prostitución para las tropas en Pantaleón y las Visitadoras. Se acercó al tema de la revolución religiosa en La Guerra del Fin del Mundo y al de la rebelión política en Historia de Mayta con brillantez estilística, sobre todo en el primer caso. Describió las interioridades de las dictaduras y los efectos de los autoritarismos en la vida cotidiana de las personas en Conversación en la Catedral y La Fiesta del Chivo, dos obras maestras. Se acercó a las intervenciones extranjeras en América Latina en Tiempos Recios, a la violencia en Lituma en Los Andes y al genocidio de poblaciones indígenas en El Sueño del Celta. En suma, el núcleo duro de su obra está alrededor de los eventos políticos y sociales más relevantes del siglo XX.
El núcleo duro de la obra de Mario Vargas Llosa está alrededor de los eventos políticos y sociales más relevantes del siglo XX.
Pero también lo es buena parte de su obra periodística. Vargas Llosa comentó elecciones y gobiernos de todas las partes del mundo, condenó dictaduras y defendió las libertades, en particular, la de expresión. Habló de conflictos armados, posibilidades de paz, buscó entender y comentar el mundo en el que se encontraba, sea como el genial columnista que escribía sus «Piedra de Toque» o como el reportero escrito y televisivo que plasmaba una crónica de su tiempo.
Mario Vargas Llosa como intelectual comprometido
Políticamente, también fue un hijo de su tiempo. Buscó en sus años de juventud al socialismo como norte, al igual que muchos integrantes de su generación, y encontró en la Revolución Cubana la plasmación de un cambio latinoamericano, que lo terminó decepcionando mientras encontraba que el castrismo compartía con el totalitarismo soviético el poco aprecio por las libertades y la crítica al poder. Posteriormente, en búsqueda de un nuevo faro intelectual, se encontró con Hayek, Berlín, Friedman y Revel, y construyó una consistente narrativa liberal que no solo defendía el libre mercado, sino también la democracia y los derechos humanos, así como valores sociales que lo llevaban a proteger a las diversidades sexuales y, a la par que comprendía el rol de las religiones en el mundo, defendía un Estado laico. Fue con estas últimas ideas que integró la comisión investigadora del caso Uchuraccay, se movilizó contra la estatización de la banca, postuló a la presidencia del Perú, se pronunció en contra de nuestra última autocracia y brindó sus mejores artículos de opinión.
No estuvo exento de críticas, polémicas y errores. Pero buscó un acercamiento honesto a cada uno de los temas en los que se involucró.
No estuvo exento de críticas, polémicas y errores. Sus pronunciamientos a favor de candidatos presidenciales en la región siempre fueron objeto de polémica y reclamo, sobre todo en los últimos años, cuando se acercó a posiciones conservadoras. Su visión frente al mundo andino sigue siendo objeto de debate entre lingüistas, antropólogos y sociólogos. No estuvo de acuerdo con aproximaciones multiculturales y de género que hoy defienden, con buenos argumentos, miles de académicos en todo el mundo. Su postulación presidencial estuvo plagada de errores políticos bien descritos en sus memorias y por otros textos más independientes. Pero buscó un acercamiento honesto a cada uno de los temas en los que se involucró.
Con la partida física de Mario Vargas Llosa, no solo se cierra el siglo XX en el Perú, sino que acaba un estilo de intelectual comprometido que heredó de su admirado -y también criticado- Jean Paul Sartre. El mejor homenaje a hacerle es leerlo y discutirlo, lejos de la hagiografía y la denostación gratuitas.
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