Los resultados PISA y nuestro “modelo de desarrollo”
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Luis Sime Poma
Docente del Departamento de Educación
No solo estamos en el último lugar de PISA sino también en inversión en investigación e innovación.
El sistema educativo peruano revela las contradicciones del “modelo de desarrollo” peruano considerado exitoso por sus logros macroeconómicos – que le ha permitido mantenerse en el puesto 61 de los 148 países en el Ranking de Competitividad Global 2013 del World Economic Forum (WEF)– pero aún muy débil en sus logros educacionales, como lo evidencia el último informe de PISA. En realidad, los resultados de este informe confirman los agudos problemas de la educación básica en el país, ya advertidos por los datos que arrojaron las pruebas censales anuales aplicadas por el Ministerio a los alumnos de educación primaria en las mismas áreas que PISA ha evaluado (matemáticas y lectura). Pero qué tipo de desarrollo es el nuestro en la cual podemos estar aparentemente tan bien en la economía y simultáneamente en una situación tan crítica en la educación básica sea de gestión pública o privada. Es decir, podemos seguir creciendo económicamente a pesar de los tremendos déficits de aprendizajes en cuestiones claves para la formación de las nuevas generaciones. Cuál es esa lógica perversa que nos ha llevado a tal nivel de contraste.
Por un lado, nuestras élites gobernantes no pueden superar una visión crónica de corte economicista y cortoplacista del desarrollo que les permita integrar el valor no solo de lo educativo sino también de la investigación e innovación como factores sustanciales de un proyecto de desarrollo a escala humana y basado en el conocimiento. No solo estamos en el último lugar de PISA sino también en inversión en investigación e innovación, en la primera tenemos una de las inversiones más bajas en la región que equivale al 0.15% del PBI (el de Cuba representa el 0.56%) y, en la segunda, estamos ubicados en el puesto 122 de 148 países en el Ranking aportado por el WEF.
El problema no es únicamente el mejorar nuestra educación básica, además es indispensable el trabajar estratégicamente sobre la ecuación: educación + investigación + innovación (E+I+I), sobre la base de políticas de continuidad durante al menos veinte años y que sean realmente políticas de Estado vinculantes y articuladas de forma intersectorial y descentralizada. Para ello, es necesario que estos tres componentes fundamentales se legitimen políticamente cada vez más como aspectos impostergables de las agendas públicas a nivel nacional, regional y local. Para avanzar hacia otro tipo de desarrollo, donde aprender a leer, a investigar e innovar sean parte de los pilares de nuestra cultura del desarrollo a lo largo de toda la vida, se requieren actores dentro del Estado, el empresariado, los partidos políticos, los medios de comunicación y otros sectores de la sociedad civil, que apuesten por hacer suya la agenda de la (E+I+I), reconociendo que hay un costo alternativo muy alto que estamos pagando por no tener una mayor educación, investigación e innovación.
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