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Los intelectuales y las revistas de ideas

  • Abelardo Sánchez León
    Escritor y docente del Departamento de Comunicaciones de la PUCP

Es posible afirmar que la revista Amauta, el Boletín Titikaka y Colónida pueden considerarse los antecedentes más prestigiosos de las revistas que se multiplicaron en la segunda mitad del siglo pasado.

En el siglo XX se consolidaron las revistas. La modernidad en las grandes ciudades se expresaba a través de la ampliación de los espacios públicos, donde sobresalía, nítida, la imagen del café. Allí se leían los diarios y las revistas, y se discutían las ideas y las posiciones. Una frase infeliz, en la Lima de mediados del siglo pasado, fue tildar de “intelectuales de café” a los farsantes que se instalaban en aquellos lugares. A mucha gente de izquierda también se le llamaba “revolucionarios de café” pues, en lugar de ir al monte, como guerrilleros,  pasaban horas de horas hablando sobre lo que nunca harían; incluso en los cafés parisinos, que los convertían doblemente en falsos revolucionarios. No dejemos de lado, sin embargo, la imponente figura de Dostoyevski, considerado un autor moderno justamente por frecuentar los cafés. Leyendo el diario en un café de San Petersburgo, se topó con la noticia que diera lugar a su novela Crimen y Castigo.

Sin duda, las revistas se encargaron de impulsar el intercambio de ideas, trasladándolas en una geografía tan agreste como la peruana. El Boletín Titikaka, en Puno, aglutinó, por ejemplo, al movimiento intelectual Orkopata, capaz de fusionar lo nativo con la vanguardia occidental. Es posible decir que la revista Amauta, el Boletín Titikaka y Colónida pueden ser los antecedentes más prestigiosos de las revistas que se multiplicaron en la segunda mitad del siglo pasado.

Conscientes de la relación entre la actividad intelectual y la fundación de las revistas de ideas, el Grupo de Investigación Comunicación, Arte y Cultura, perteneciente al Departamento de Comunicaciones, organiza, para los días 5 y 6 de setiembre, el evento “Los intelectuales y las revistas de ideas en el Perú”. Un interés que subyace en el grupo es la desaparición de la figura clásica del intelectual, entendido como un humanista que debate en los espacios públicos, básicamente a través de la existencia de las revistas. Quizá, en la actualidad, ha sido reemplazado  por una multiplicación de redes y nuevas plataformas virtuales. Por eso, resulta  interesante desplegar una mirada hacia el pasado reciente y revisar la abundancia de revistas que se fundaron en el país, sea a través de la  iniciativa de un grupo interesado o respaldadas por ONG y universidades. Casi todas las revistas se caracterizan por una aproximación que combina la política con las expresiones culturales. El interés por ambos espacios, la acción, la reflexión y la creación artística no ha sido necesariamente feliz, y ha propiciado desencuentros y polémicas.

Las revistas nacen y mueren de acuerdo con los momentos históricos que las propician. El abundante número de revistas latinoamericanas alrededor de la primera década de la revolución cubana es un buen ejemplo de ese ámbito de discusión, y disputas de poder político y cultural que fueron las revistas. El Perú no ha sido la excepción. En la segunda mitad del siglo pasado, hubo revistas que debatían las diversas posiciones de la izquierda y otras que surgían de una derecha democrática interesadas en debatir en un espectro más amplio. En alguna medida, empezaba la diferenciación entre los intelectuales y los académicos al interior de las universidades, y la presencia ligada a partidos políticos dentro de la gama de las ONG.

La desaparición de las revistas en el siglo XXI plantea nuevos retos al intercambio de las ideas y de la figura del intelectual: sin duda, hay que indagar en las características de los colectivos, los movimientos y el papel de los columnistas de opinión impresa y virtual como una nueva forma de pensar, discutir y actuar en el país.

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