Los desafíos de la nueva educación continua
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Diego Chang
Director adjunto de la Dirección de Educación Continua PUCP
¿La educación continua debe cambiar? Esta es una pregunta que hoy nos interpela cada vez más a quienes diseñamos, facilitamos o participamos en sus procesos. En un mundo que experimenta una disrupción tecnológica nunca antes vista, una transformación significativa de los empleos, el envejecimiento de la población y el aprendizaje permanente como una nueva forma de adquirir competitividad, la respuesta no solo es afirmativa, sino también urgente.
Modelos tradicionales vs. modelos contemporáneos
Los modelos tradicionales centrados en la transmisión de conocimientos, si bien aún cumplen una función importante, ya no son suficientes para responder a las necesidades de ciudadanos, profesionales u organizaciones.
Según el World Economic Forum, la educación debe ser flexible, personalizada, colaborativa y centrada en el desarrollo de habilidades para la vida. Aprender ya no es solo sentarse en un aula. También es interactuar, explorar, crear, reflexionar y adaptarse. Diversas iniciativas documentadas por el Instituto para el Futuro de la Educación del Tec de Monterrey o la consultora internacional McKinsey dan cuenta de experiencias de aprendizaje activo basadas en retos reales, trabajo interdisciplinario y uso de tecnologías emergentes. También han demostrado cómo los programas híbridos, con tutoría personalizada y contenido modular, mejoran los resultados en diversas poblaciones en procesos de formación.
Según el World Economic Forum, la educación debe ser flexible, personalizada, colaborativa y centrada en el desarrollo de habilidades para la vida. Aprender ya no es solo sentarse en un aula. También es interactuar, explorar, crear, reflexionar y adaptarse.
El nuevo paradigma de la educación continua
En el caso de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo ha enfatizado que la región enfrenta un importante desafío: adaptar sus sistemas de formación a las demandas del mercado laboral, y reducir la brecha entre las habilidades que se enseñan y las que realmente se necesitan. En su informe Habilidades para el trabajo en América Latina y el Caribe, sostiene que la educación continua debe fortalecerse como un ecosistema que integre lo técnico, lo digital, lo humano y lo social.
Sumado a lo anterior, no hay que perder de vista también que el consumo de recursos audiovisuales y multimedia, el uso de dispositivos móviles y la interacción con las redes sociales han transformado significativamente los procesos educativos. Estas herramientas ofrecen oportunidades para enriquecer el aprendizaje, por lo que ya no puede limitarse a un solo canal. El uso de plataformas interactivas, redes sociales, contenidos audiovisuales y el uso de entornos híbridos demanda un enfoque omnicanal que permita a las personas aprender cuándo, dónde y de la forma que lo necesiten. Para ello, el Instituto para el Futuro de la Educación recomienda diseñar experiencias flexibles, personalizadas y centradas en el estudiante, que se ajusten a contextos diversos y realidades cambiantes.
Innovar en educación no es seguir los mismos patrones o usar tecnología. (…) Es responder a las demandas del presente sin olvidar valores fundamentales como la curiosidad, la colaboración, la equidad, el pensamiento crítico y la visión de ser siempre mejores seres humanos.
Este nuevo paradigma nos desafía a repensar cómo medimos nuestra educación continua. ¿Seguimos evaluándola por número de horas, certificados o notas finales? ¿O, más bien, deberíamos concebirla según el impacto transformador que genera en la vida de las personas y en sus capacidades para adaptarse, participar, aprender a aprender y construir comunidad?
Innovar en educación no es seguir los mismos patrones o usar tecnología. Es atreverse a imaginar nuevas formas de aprender, y conectar con las personas y sus motivaciones, contextos y sueños. Es responder a las demandas del presente sin olvidar valores fundamentales como la curiosidad, la colaboración, la equidad, el pensamiento crítico y la visión de ser siempre mejores seres humanos. Porque si el mundo cambia, la educación también debe hacerlo.
*Las columnas de opinión reflejan la opinión del autor y no necesariamente la de la PUCP.
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