El problema de la inmigración no se circunscribe solo a lo que viene sucediendo actualmente en el estado de Arizona, sino también a la posibilidad de que este tipo de políticas duras se expandan por todo el país. Varios estados se encuentran a la espera del resultado de la lucha legal que se viene dando, de ahí la importancia, aunque parcial, de la sentencia de la jueza Bolton, y básicamente de la demanda de inconstitucionalidad que el Departamento de Estado ha interpuesto por tratarse de una temática parte de la esfera federal, es decir, que le compete ser regulada por el gobierno (muy parecido a lo que sucedió hace un par de años en el país con la ordenanza cuzqueña que regulaba la hoja de coca).

Obviamente el contexto no es nada favorable: la crisis económica y la carga fiscal que significan los inmigrantes en temas como salud y educación, así como la terrible situación en los estados mexicanos fronterizos (que están obligando a cerrar representaciones diplomáticas de los EEUU allí establecidas), nos ayuda a entender el importante apoyo que una norma de este tipo tiene en la población no latina en la potencia del norte. No es casualidad que los principales estados del sur sean hoy republicanos, incluso la liberal California.

Pero, considerar criminales a los inmigrantes ilegales sin entender la realidad de la mayoría de ellos y fomentar las redadas contra los latinos a partir de leyes que permiten y fomentan este tipo de acciones por parte de la policía (¿existe alguna manera de diferenciar a priori a un latino ilegal y uno legal?), implican actos inhumanos y de racismo respectivamente, que no tienen en consideració la importancia de su fuerza de trabajo sobre todo en época de crisis y el turismo mexicano en la región importante fuente de recursos.

Ya de por sí, EEUU se aleja de sus vecinos del sur mediante la construcción de un muro y militarizando la región (irónicamente, al mismo tiempo que promueve el libre comercio), pero lo más lamentable es la ausencia de políticas que logren disminuir la presencia de ilegales, sin violentar sus derechos y permitiendo a miles de personas que ya se encuentran totalmente integradas a las sociedad estadounidense una oportunidad de seguir contribuyendo con el desarrollo de dicho país.