“La idea no es buscar la perfección, sino mejorar gradualmente”
Fue elegido como uno de los cinco educadores de ingeniería más sobresalientes del siglo por The American Society for Enginering Education (ASEE). Junto con su esposa, la Dra. Rebecca Brent –con quien llegó hasta la PUCP–, ha brindado más de 400 talleres alrededor del mundo sobre estrategias para mejorar la educación, mediante técnicas como la enseñanza orientada a la acción. Para el Dr. Felder, un profesor, además de motivar a sus alumnos, debe estar abierto al cambio y crecimiento constante. Nos visitó para el Programa de líderes académicos “Aprendizaje activo y evaluación de la enseñanza de STEM”, organizado por el Centro de Desarrollo Universia con el apoyo de la Dirección de Asuntos Académicos
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Richard M. Felder
Profesor de la North Carolina State University (EE.UU.)
Texto:
Diego GrimaldoFotografía:
Víctor Idrogo
¿Qué características tiene la enseñanza de ciencias, ingeniería y matemática?
La gran diferencia es la naturaleza del contenido que se enseña. En otros campos se discuten y se enfrentan conceptos, pero no se resuelven problemas técnicos. En ciencias, ingeniería y matemática, se enseña a los estudiantes cómo enfrentar un problema o cómo describir el sistema en el que está inmerso, así como a obtener información con el uso de principios científicos o razonamiento deductivo. Esto no pasa en las humanidades o en las ciencias sociales.
¿Cuáles son los peores errores que se pueden cometer al enseñar?
Nadie podría aprender algo significativo con tan solo mantenerse sentado escuchando a otra persona que le dice qué es lo que debería saber. Los seres humanos aprenden haciendo cosas, cometiendo errores y compartiendo esa experiencia. Entre más hagas algo, más feedback obtienes y te vuelves mejor haciéndolo. El método tradicional de enseñanza implica hablar por varios minutos mientras alguien escucha y “aprende”, pero nuestro cerebro no funciona así.
Considerando que los métodos cambian con el tiempo, ¿cómo será la educación en el futuro?
Ya ha empezado a evolucionar. Hace 20 años hablábamos, por ejemplo, de la enseñanza orientada a la acción, que implica tener a los estudiantes haciendo cosas en clase para luego detenerlos y hablar sobre lo que trabajaron. Hace 10 años preguntábamos quiénes hacían esto y solo dos de los participantes levantaban la mano. Ahora, en Estados Unidos, la mitad levanta la mano. Otro tema importante es dejar muy claros los objetivos de lo que se va a enseñar, de tal forma que los estudiantes sepan qué se tratará y cuáles de sus capacidades serán requeridas.
¿Cuáles son los problemas más usuales para la aplicación de estos métodos?
La gente se pregunta cómo pueden incorporar estas técnicas rápidamente. Nosotros les decimos a los participantes en nuestros talleres: “Les vamos a dar 115 ideas en las próximas horas, pero si salen de aquí diciendo ‘son buenas ideas y vamos a aplicarlas todas desde este lunes’, van a fallar”. No es cuestión de hacer todo lo nuevo, porque uno mismo puede confundirse y, de paso, confundir a los estudiantes, así a la larga se puede dejar de incorporar cambios. Lo mejor es tomar alguna recomendación y aplicarla. Si las cosas mejoran, pues hay que seguir introduciendo mejoras y el siguiente semestre se podrán aplicar más. La idea no es buscar la perfección, sino mejorar gradualmente.
El educador tiene que saber adaptarse a su auditorio, así este sea demasiado numeroso.
Uno de nuestros colegas en Estados Unidos dice: “Todo lo bueno que puedo hacer en una clase numerosa lo puedo mejorar en una clase menos poblada”. Una clase con menos estudiantes es más personalizada. Incluso, los puedes llamar por sus nombres y tener un mejor efecto en la enseñanza. Alumnos que saben que sus profesores los conocen estarán mejor motivados que aquellos que se encuentran en un salón en donde el docente apenas los ve. Sin embargo, a veces no hay manera de hacer más chica la clase. En ese caso, se puede pedir que los estudiantes hagan grupos de tres personas, conversen y que uno de sus integrantes hable sobre lo que trabajaron. Esto se puede hacer en una clase de 20 o de 200 y quizá sea la mejor manera de involucrarlos.
¿Cuál es el mejor consejo que puede dársele a un educador?
Que conozca más sobre lo que está haciendo. La enseñanza universitaria es quizá la única profesión para la que nadie te prepara. Nadie te dice exactamente qué hacer: uno se une a la facultad, te dan la bienvenida, te dan tu oficina, te dicen qué cursos enseñarás y, luego, te desean suerte. Un educador debe ir a talleres sobre enseñanza, leer libros sobre el tema, interesarse por las diferentes técnicas que existen, etc.
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