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“La gente veía a los árboles como símbolo del desarrollo de la comunidad”

Conversamos con la Ph.D. Jeanette E. Sherbondy, profesora emérita del Washington College en Estados Unidos, sobre la importancia de la gestión del agua para los incas.

  • Jeanette E. Sherbondy
    Profesora emérita del Washington College en Estados Unidos
  • Texto:
    Akira Maeshiro
  • Fotografía:
    Juan Pablo Azabache

La Ph.D. Jeanette E. Sherbondy, profesora emérita de Washington College en Estados Unidos, ha dedicado su vida a estudiar la complejidad de los tejidos de irrigación prehispánica. Recientemente, gracias a las coordinaciones de la Maestría en Gestión de los Recursos Hídricos de la PUCP, la etnóloga y etnohistoriadora presentó el libro Agua, Riego y Árboles: Ancestros y Poder en el Cuzco de los Incas, publicado este año por la Sociedad Geográfica de Lima.

Este trabajo reúne artículos donde Sherbondy detalla, a través de la cosmología andina, el control que ejercían los incas sobre sus territorios sostenidos gracias a la administración de los medios de producción agrícola. Conversamos con ella para que nos cuente sobre esa vocación por entender el mundo andino a través del agua.

Historia y leyendas

“Vine al Perú a estudiar el sistema de riego en las zonas de la sierra entre los años 1975 y 1976. Mi intención era realizar un trabajo amplio, no solo enfocado en una pequeña comunidad. Por ello, elegí el Cuzco porque tenía una enorme riqueza de documentos históricos que narraban lo que había pasado en los últimos 500 años”, cuenta.

Sin duda, involucrarse con la historia de los incas, es también entenderlos a través de sus leyendas. “Lo que más me fascinaba eran los mitos incaicos sobre sus orígenes. Contaban que el mundo se había creado en el lago Titicaca. El sol había salido primero y los incas eran sus hijos”, narra.

Sherbondy explica que los incas hicieron de un mito ancestral un buen discurso político para la conquista. De esta forma, se basaron en una ideología para justificar su imperio. “Si dios nos manda estar aquí, estamos bien”, dice. En ese contexto, no había límites para asentarse en el valle más rico de la sierra. Las conquistas de los otros pueblos así lo señalan. “La sierra puede ser muy árida con ciertas zonas productivas, pero cuando llegas al Cuzco te das cuenta de que es un valle enorme con mucha tierra plana y colinas suaves para hacer terrazas”, completa.

Cuzco, el centro del universo inca, no podía estar organizado al azar. Sobre ello hay innumerables investigaciones y documentos. “Los ceques eran una lista de huacas sagradas organizadas en líneas radiales que salían teóricamente del centro del Cuzco, que era el Coricancha”, dice.

Pero, sobre esa base, Sherbondy no tenía ninguna intención de trabajar. “Yo estaba más enfocada en canales, riego y agricultura”, explica. Sin embargo, algo impensado ocurrió cuando empezaba a elaborar la tesis doctoral. “Al reconocer los nombres de canales y de terrazas en el valle, me di cuenta de que había escuchado esas palabras porque eran nombres de huacas. Entonces noté que más de la tercera parte de estas marcaban fuentes de agua o estaban relacionadas con una fuente de una manera significativa”, cuenta. Sin duda, la organización física del Cuzco debía tener un correlato integrado al sistema de aguas.

En todo este entramado hídrico, ¿qué representaban los árboles durante el periodo de los incas? Sherbondy asegura que personifican reservorios de agua. “Si hay árboles grandes, algo poco usual en la sierra, tiene que haber agua. Por lo general, en la sierra son bajitos y torcidos, y sobreviven así al terreno árido de la sierra. Es evidente que la gente veía a los árboles como un símbolo del desarrollo de la comunidad”, completa.

Aprendizaje

Hasta el día de hoy, con fenómenos naturales indescifrables para nuestras autoridades, la admiración es mayor sobre el conocimiento y dominio del clima que tuvieron los antiguos peruanos. “Estamos frente al cambio climático. Con más calor, habrá una tremenda escasez de agua que afectará al Perú enormemente”, dice la investigadora.

Los antiguos pobladores de las zonas andinas también sufrieron sequías e inundaciones. “Pero hay mucha sabiduría que se ha transmitido entre los campesinos, que conocen muy bien cada metro cuadrado de tierra. Conocen esa información como conocen a sus hijos”, refiere. Para finalizar, critica los modelos de gestión externos que no están adaptados al territorio.

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