La descentralización sigilosa
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Gonzalo Alcalde
Docente de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú
"La descentralización busca cambiar no sólo la gestión del Estado sino, finalmente, el patrón de desarrollo nacional"
"Hasta el momento parece que el presidente Kuczynski planea hacer cambios de perfil bajo"
El gobierno ha establecido a las reuniones Gore-Ejecutivo para coordinar ciertos aspectos de la descentralización, para ello contará con la presencia de los ministros y gobernadores regionales. A principios de este mes, se realizó la segunda reunión, con el importante objetivo de definir prioridades de inversión pública en las regiones. Sin embargo, más allá de elementos específicos como este nuevo espacio, la descentralización de ProInversión y la eliminación del SNIP, aún no sabemos cuál es el plan maestro para relanzar, en los próximos cinco años, un proceso fundamental para el desarrollo que se encuentra entrampado y desprestigiado.
Mientras los tres gobiernos anteriores empezaron con grandes anuncios sobre la descentralización (y luego la pusieron en la congeladora), hasta el momento parece que el presidente Kuczynski planea hacer cambios de perfil bajo. No hubo declaraciones sobre el proceso en conjunto y desde julio no se volvió a mencionar el Ministerio de Apoyo a las Regiones (MAR), que figuraba en el plan de gobierno como órgano conductor de la descentralización. Este articularía las políticas intergubernamentales y afianzaría la coordinación y dirección ejecutiva, funciones claves para un relanzamiento. Tampoco se ha escuchado más acerca de los delivery units mencionados por el ministro Zavala, que podrían ser muy útiles a nivel subnacional.
Una estrategia de reforma sigilosa en el Ejecutivo (reform by stealth, según autores de economía política como Dani Rodrik) tiene ciertas ventajas ya que, por naturaleza, la descentralización es una reforma que genera grandes resistencias. Así, por un tiempo, es posible blindarla de cuestionamientos politizados desde partidos políticos, medios de comunicación, e incluso en el Legislativo, y formular soluciones técnicas.
En el mediano plazo, una estrategia de reforma sigilosa es insuficiente para relanzar un proceso de esta magnitud y ambición. La descentralización busca cambiar no solo la gestión del Estado sino, finalmente, el patrón de desarrollo nacional. Para ser viable, entonces, requiere no solo de soluciones técnicamente acertadas sino también de apoyo político desde arriba y desde abajo, de ahí que necesite con el soporte firme de la opinión pública.
Últimamente, este apoyo muestra su nivel más crítico en 15 años. Hacia el final de un gobierno que nunca la tuvo como tema prioritario (Humala), solo 20% de los peruanos consideraba que la descentralización había tenido un impacto positivo (según CPI, 2014). Los visibles problemas de corrupción, gestión ineficaz y conflictividad en numerosas regiones han contribuido a agravar esta situación paulatinamente durante el último lustro.
Para fortalecer el apoyo a la descentralización, es imprescindible visibilizar la voluntad política que ha faltado en los últimos gobiernos y difundir los grandes objetivos a alcanzar en 2021. En cuanto a medidas concretas para institucionalizar este impulso, crear el MAR no es la única manera de proceder, y quizás sea demasiado costoso en términos políticos y económicos en la coyuntura actual. Como mínimo, se debe fortalecer la débil institucionalidad que ha estado a cargo del proceso desde 2006, con una Secretaría de Descentralización con pocos recursos y autonomía, y un Consejo de Coordinación Intergubernamental (CCI) más necesario que nunca para involucrar a regiones y municipios en el diálogo, pero aún sin implementar. Fortalecidas, estas instituciones permitirían traducir en acciones concretas un liderazgo permanente y visible del presidente y de la PCM, pues articularían y coordinarían sectores y niveles de gobierno. Esperamos que las reuniones Gore-Ejecutivo sean solo un preámbulo de este relanzamiento.
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